Intrusismo médico: no arriesguemos la salud física ni mental de la población
Por Virginia Busnelli y Juan Manuel di Diego
Días atrás se dio a conocer la aprobación de una nueva ley en el Parlamento francés que regula y profesionaliza la actividad de los influencers en las redes sociales. Queda prohibida la promoción comercial de productos peligrosos o fraudulentos y prácticas médicas. ¿Qué pasa en Argentina?.
El rol de los influencers en los últimos años ha tomado vuelo convirtiéndose en verdaderos guías y modelos de miles y miles de personas, dando explicaciones prometedoras que carecen de todo rigor científico. Tratamientos, cirugías, dietas milagrosas y rutinas fitness sin aval médico, lo que se conoce como “intrusismo médico”.
Los influencers son un problema mayúsculo para nosotros. No solo porque difunden mensajes sin sustento de evidencia, sino porque además suelen generar corrientes de fanatismo y populismo que se levantan contra los que somos verdaderos profesionales de la salud, los que estamos horas y horas detrás de un escritorio tratando pacientes, comprendiendo problemáticas e historias de vida. Pacientes que llegan a nuestra consulta después de múltiples fracasos ante las falsas promesas de las redes sociales, desilusionados, frustrados y en algunas oportunidades con alguna complicación de aquella incorrecta intervención.
En el área de la nutrición, es aún mucho más complejo y complicado, porque no se acaba solo con difundir mensajes falsos en redes, promover dietas restrictivas con distintos slogans, vender soluciones mágicas o productos adelgazantes, sino que lamentablemente personas sin tener un título habilitante de profesional de la salud, manejan grupos de pacientes que viven con obesidad acompañándolos por el camino de lo que fue su experiencia. De esta manera, existen grupos terapéuticos que se realizan por vivos de Instagram, por grupos de WhatsApp, inclusive se hacen reuniones de zoom donde engañan a los pacientes diciéndoles que con su taller se harán acreedores de una banda gástrica virtual, ya que después de ese encuentro, cambiarán drásticamente su relación con la comida.
La cirugía plástica y la medicina estética no están ajenas a esta situación y por décadas han establecido estrategias de difusión con celebrities en base a recomendaciones, pero actualmente, y con el advenimiento de las redes sociales y el masivo alcance que ellas tienen, han aparecido algunas repercusiones negativas. Una mala recomendación ya sea por publicidad o canje, cuando no está apoyada en un sustento científico y en evidencia clínica, pone en riesgo no solo la integridad de la profesión sino también la salud de quien recibe ese mensaje que, lábil por la admiración hacia el personaje, toma sus palabras como “evidencia científica”.
Hoy en día cualquier individuo, sin ningún tipo de formación médica y por supuesto sin capacidad de entender el daño que podría causar ante una mala recomendación, tiene la potestad, por el solo hecho de ser “influencer” y tener muchos “seguidores”, de dar indicaciones o recomendar procedimientos quirúrgicos, sin poder entender que la medicina es “ciencia” y que como tal, requiere de conocimientos tanto para ejercerla como para recomendarla.
Cuando entendamos que cada persona es idónea en un área específica, las recomendaciones bajarán los riesgos y todos estaremos protegidos. Hasta que esto suceda y la población esté educada en confiar sólo en fuentes de referencia académica, regular la actividad de recomendaciones médicas de los “influencers no médicos” es un muy buen inicio. Ojalá todos los países del mundo, incluso Argentina, puedan seguir este ejemplo.
No confundamos a la población con mensajes erróneos. No arriesguemos su salud física ni mental.
(*): Médica especialista en nutrición (MN 110351) y Médico cirujano plástico (MN 103503), referente en cirugía del contorno corporal de CRENYF.