La Justicia y la policía reiteraron el pedido de testigos e información que sirvan para dar con el paradero de los principales sospechosos por el crimen de Jonatan Costadura, ocurrido el 8 de agosto pasado en el barrio Los Pinares.

Se trata de Juan Nicanor Pereyra y Julián Coppola, quienes son buscados desde el 25 de octubre pasado cuando el fiscal del caso, Leandro Arévalo, solicitó ambas órdenes de captura que fueron autorizadas por la Justicia de Garantías. A pesar de ello, casi tres semanas después aún permanecen prófugos.

Ante cualquier información, con absoluta reserva de identidad, quienes así lo dispongan se pueden comunicar a los teléfonos del Gabinete de Homicidios dependiente a la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) local, ubicada en Tucumán 2852, al (0223) 494-9848 / 9942, y/o 911.

Vale recordar que el crimen se produjo durante la madrugada del 8 de agosto, cuando Costadura circulaba en su motocicleta por el barrio Los Pinares junto a un amigo. En ese momento, fueron atacados a balazos y la víctima recibió varios impactos de bala que le causaron la muerte.

Por las características del ataque, los investigadores sospecharon desde un principio que se había tratado de un ajuste de cuentas, pero a medida que recabaron información en el marco de la causa comenzaron a pensar que al joven de 26 años que trabajaba como repartidor de Rappi lo mataron por error en el blanco de esa presunta venganza. En el mismo hecho, el otro joven fue herido en una pierna.

De acuerdo a los datos que pudo obtener LA CAPITAL semanas atrás, también hubo una pareja asaltada en la misma zona de la ciudad, instantes antes de que se produjera el homicidio de Costadura. Conforme declararon el hombre y la mujer, dos personas encapuchadas a bordo de una motocicleta habrían intentado sustraerles una bicicleta a mano armada, pero la activación de una luz en la puerta de una casa hizo que se depusieran su accionar y huyeran de allí.

Si bien la hipótesis del robo nunca se descartó, el hecho de que el asesino haya disparado tantas veces hace que dicha hipótesis pierda sentido, debido a que no es habitual que un asaltante efectúe esa cantidad de detonaciones y, mucho menos, que luego de consumado el asesinato no robe nada.