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Cultura 18 de julio de 2017

Humilde velada

por Pablo Garcilazo

El salió a pedirla. ¿Cómo puede ser que esta gente tenga un poco de alegría? Que estén escuchando en plena peatonal una ejecución de violín de Antonio Vivaldi, Astor Piazzolla o de los Beatles. Mientras él la pedía, lo miraban como diciéndole, eso que pedís está, sólo que vos no la estás viendo. Ni la estás disfrutando y ni siquiera le das una chance. Y si la das no lográs disfrutar, sentir y llegar al hueso: una belleza en el frío y la peatonal marplatense.

Ya son casi las once de la noche y este señor en pijama apareció enfurecido, de uno de los edificios cercanos. El viento hace su juego de llevar sonidos adonde quiera soplar. Es un lunes y para este señor quizá la rutina del martes le esté avisando que para que pueda hacerse, necesita cordura, para poder dormir, por ejemplo. Y descansar ¿y si no? Si algo sublime desmorona la rutina ¿La dejamos pasar?

Son dos chicos de apenas doce o trece años que deleitan a un grupo de quince personas cautivadas por esta belleza musical. Termina un tema y arranca otro, sin respiro. El señor desespera, quiere decir algo, pero la melodía lo hace fluir y decide esperar el próximo silencio.

Los chicos se miran entre sí. Sus ojos son la extensión de sus manos para dominar ese silencio, optan por ir con lo que mejor que pueden hacer: música en continuado. También conocida como los enganchados. Ya saben quién es, también necesitan organizar la resistencia, en el caso de hacerla.

Para este señor, la calle está tomada. Calle tomada. Socarronamente en su trabajo habla de inaugurar un protestódromo.

El arte crece, sublima, transforma lo cotidiano de quien anda por la ciudad en donde sea. Al tiempo y el espacio, la razón y la cordura lo tiene sin apuro. Sabe que puede sintetizar y conectarnos con nuestra humanidad con una sencillez tan profunda y exquisita que algunos pueden abrazar y otros ignorar como algo inútil, superfluo y de perder el tiempo material de la vida.

Los chicos terminan el repertorio con “satisfacción” de los Rolling Stones. El señor pudo decir “puede haber un poco de cordura, mañana me levanto temprano”. Las melodías de la banda inglesa le terminaron por contestar con un sueño más que satisfactorio y un beso de las buenas noches. Ya que para los últimos tres temas, fue parte, de esta humilde velada.

* * *

Mirar como si fuera la primera vez lo cotidiano de nuestra ciudad y su gente. Con ese fin nacieron estos escritos, que se desprenden de los micros radiales “Acercando a Mar del Plata”. Son voces barriales desde la salud, la comunicación y la integración comunitaria.

(*): [email protected]



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