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Policiales 1 de septiembre de 2024

“Wenchi” Méndez: “Hoy la Justicia da la respuesta que la sociedad quiere que dé”

El abogado que tuvo participación en casos de suma repercusión pública como el denominado "Loco de la ruta" o el crimen de Natalia Melmann, cuestiona el modo en el que en la actualidad los jueces condenan a los imputados "con muy pocas pruebas".

Por Bruno Verdenelli
[email protected]

Wenceslao “Wenchi” Méndez lleva más de 30 años en el ejercicio de la abogacía. En ese tiempo, ha tomado parte en casos de suma relevancia y de marcada repercusión pública, como el denominado “Loco de la ruta” o el crimen de Natalia Melmann.

En la segunda entrega de “Penalistas”, el ciclo de reportajes escritos y audiovisuales de LA CAPITAL con profesionales del derecho, el letrado que llegó a sentarse en la mesa del programa Mirtha Legrand cuestiona fuertemente el papel de la Justicia en la actualidad, la demagogia y la forma en la que los imputados son condenados en debates en los que se exhiben “muy pocas pruebas”.

-Después de 31 años de profesión ejerciendo el derecho penal, ¿en qué momento lo encuentra el presente?

-Bueno, ya pasó aquella época de tener muchísimo volumen de causas. Trato de elegir muchísimo cuando hago el diagnóstico de la causa que se trate, que tenga un diagnóstico favorable según mi visión, para no seguir desgastando lo que es la salud, sobre todo anímica, en el hecho de lo que significa el contacto diario con familiares de detenidos y personas detenidas, durante un tiempo prolongado.

-Alguna vez dijo que era un trabajo muy difícil de hacer, el de defender personas imputadas en delitos graves. ¿Qué diferencias encuentra entre el inicio de su profesión, de su carrera, y el momento actual?

-Yo creo que todo abogado defensor tuvo tuvo su gran momento a partir de la reforma del ’98. Lo que venía antes del ’98, por las reminiscencias propias que tenía el Código Jofre, de lo que había sido la época de la Dictadura, que las garantías constitucionales prácticamente no existían. La reforma al ’98 le dio un giro revolucionario. Este que marcó mi generación, donde empezamos a tratar de arribar a un veredicto de culpabilidad o inocencia, pero a partir de reglas de juego absolutamente claras… Donde había un equilibrio entre lo que era la fiscalía, la acusación y lo que era la defensa, con el juez, que realmente era árbitro entre ambas partes. Hoy por hoy, si bien la reforma sigue presente, es el código que nos rige con algunas modificaciones que ha sufrido, yo creo que los cambios en la sociedad en general han atentado contra aquel funcionamiento cuasi perfecto que tuvo éste en la década del 2000, diría yo.

-¿Por qué?

-Bueno, porque hoy, siempre los legisladores corren detrás del problema, o sea, verifican la existencia del problema tardíamente siempre y se trata de darle un marco legislativo a eso. Hoy el rol de la víctima, por ejemplo, que es una cuestión que claramente debería haber estado, pero ya sin los excesos de protagonismo que tiene dentro del proceso penal, donde prácticamente está compartiendo con el fiscal lo que es el ejercicio de la acción pública. O sea, aquello que decíamos: no dejar en manos de privados porque hacía la venganza el ejercicio de la acción, hoy eso se verifica. Y al tener ya todos los medios de comunicación un profundo conocimiento y una profunda toma de partido, en todo esto, indudablemente termina este perjudicando lo que es el veredicto final.

-En ese sentido, hay una nota que dio usted a este medio en algún momento en la que dice que ser defensor es minimizar daños. ¿Eso aplica solamente al rol del abogado defensor de un imputado y no al representante del particular damnificado, que sería la querella o la representación de la familia de la víctima?

-Yo creo que hoy ser querellante, particular, es mucho más sencillo que ser abogado defensor porque con muy pocas pruebas o muy pocas pruebas se puede arribar a un veredicto condenatorio. Tema que antes era impensado. Por eso intervienen otros actores que en aquella época no intervenían. Y te puedo dar todos los casos mediáticos que han tenido trascendencia pública, donde finalmente se da esta situación de esta manera. Con muy pocas pruebas, uno puede arribar a un veredicto condenatorio.

-Hablando de casos emblemáticos, el primer caso grande o con repercusión pública que toma usted, es el famoso de “El loco de la ruta”, que así fue denominado, en representación justamente del particular damnificado, de la familia de una de las víctimas. ¿Qué otros casos menciona puede mencionar usted que le hayan parecido como ejemplares de lo que fue su carrera, emblemáticos, polémicos?

-Este claramente fue el caso que aún hoy me queda un sinsabor, porque si esa misma situación se hubiera generado en los tiempos que vivimos, yo no tengo ninguna duda de que tendríamos culpables, tendríamos personas condenadas. Hubiera tenido un final totalmente distinto.

-¿Pero se hubiera sabido la verdad o hubieran habido personas condenadas? Porque me gustaría que también hablemos sobre la diferencia entre las dos.

-Claro. Personas condenadas, seguro. La verdad, en aquel caso había un sobrevuelo sobre distintos actores de nuestra sociedad marplatense como para vincularlos a la desaparición y muerte de todas aquellas chicas del año 96, 97, 98. Por eso, repito, el concepto culpables condenados habríamos tenido y siempre, bueno, en este tipo de casos, indudablemente podría haber alguna persona que no hubiera tenido participación directa en los hechos también condenada. ¿Por qué? Porque esa es la respuesta que trata de dar la Justicia. La Justicia da la respuesta que la sociedad quiere que dé. Con independencia de lo que aparezca dentro de la instrucción, dentro de la causa en sí misma.

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-También le he oído decir al respecto que usted tiene muchos amigos dentro de Tribunales, tanto de un lado del mostrador como del otro. ¿Decir este tipo de cosas no le trae ningún tipo de complicación en esas relaciones o en los juicios?

-No, porque son hechos absolutamente objetivos y comprobables. O sea, si por ahí pecaría de ser injusto si metiera a todos en la misma bolsa. Yo creo que tenemos señores jueces que han mantenido su integridad, sus convicciones y que la siguen volcando a diario en sus resoluciones. No es la generalidad. Hoy por hoy no es la generalidad. Y complicación no me trae ningún tipo porque tenemos relaciones personales que trascienden lo que es nuestra profesión en sí.

-Pero hay ciertos códigos implícitos de movilización dentro de ese ambiente…

-Como se dice hoy, me importa nada.

-Bien. Por último, otro caso emblemático que me viene a la cabeza en el que tiene título y tiene participación es el caso Melman. ¿Qué reflexión le merece usted dentro de lo que ha sido su carrera?

-El caso Melmann como defensor fue, desde el punto de vista personal, el caso mejor llevado, mejor trabajado y la sentencia mejor lograda en toda en toda mi carrera, donde también aprendí ahí a ver la influencia de los medios de comunicación en las causas penales. Eso se verificó a la perfección. En ese caso fue muchísimo de estrategia, muchísimo de estrategia. Y bueno, finalmente, desde el punto de vista personal y profesional, para mí este terminó siendo un caso muy, pero muy exitoso.

-¿Usted elige a los clientes de alguna manera o vienen y si pagan, los defiende?

-No, en principio, uno hace un primer análisis porque hay determinadas determinadas imputaciones, a determinadas causas que yo no las agarraría, no por un tema de moral, ni de ética, ni de cosa que se le parezca, sencillamente porque por ahí no tengo el estómago tan laxo como para, por ejemplo, interrogar a una víctima de abuso sexual en un juicio penal. ¿Por qué? Porque no me sale, porque me parece nocivo hacia mi persona. Entonces de ahí que todo ese tipo de causas, siempre tiene que pasar muchísimos filtros para que después finalmente termine diciendo que sí.

-¿Siempre es así?

-En la actualidad, muchas veces se da y se da muchísimo, si no, no habría la evolución en los índices de imputación en todos los delitos contra la integridad sexual, que claramente uno está convencido que la persona es inocente y que no ha tenido participación. No tanto por lo que le dice, sino también por el reflejo que hay en las pruebas. Bueno, en ese caso uno da un salto y termina aceptando la defensa. Pero esto que te quiero comentar es la evolución de la sociedad. Hacia dónde vamos… ¿Cómo puede ser que entonces, hoy por hoy, la sociedad marplatense se ha transformado en mayoritariamente en una junta degenerados que anda cometiendo este tipo de delitos? ¿Y estas situaciones antes no pasaban y ahora sí? ¿Hubo realmente un cambio de paradigma o siempre fue igual o ahora estamos siendo muy finos en las imputaciones y con los solos dichos de la víctima ya arrancamos e inclusive podemos llegar a una condena? Estas son las cosas que preocupan, que preocupan como persona vinculada a este mundo del derecho y como ciudadano que que vive en esta sociedad.

-¿Y lo económico que que rol tiene a la hora de decidir ser penalista? Porque los que tienen éxitos generalmente tienen un buen pasar…

-No vas a tener una vida llena de lujos, pero si sos serio, si sos responsable, siempre mandan los resultados. Es muy bilardista el derecho penal. No aplaude tanto el juego bonito como aplaude los resultados. Y bueno, eso es en definitiva lo que va generando el boca en boca para que el día de mañana una persona venga a tocarte el timbre. Hoy se elige, por ejemplo, muchísimo el precio, el valor del honorario, porque bueno, por la situación económica está realmente difícil y por ahí hay familiares que quieren que la persona que está detenida o que está imputada tenga un defensor particular. Y bueno, lamentablemente por una cuestión presupuestaria, termina escogiendo por ahí alternativas que son más económicas que por ahí las que podemos ofrecer a aquellos que ya tenemos una trayectoria en esto.

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Fotos y realización audiovisual: Diego Egidio Romero.



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