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Cultura 12 de febrero de 2016

Horacio Rivara cuenta cómo armó “Ataque a Casa Rosada”

Una historia apasionante sobre cómo se gestó el bombardeo a la Plaza de Mayo y a la Casa Rosada en 1955, hecho del que se cumplieron sesenta años en junio último.

por Paola Galano

“Lo primero que me dije fue ‘hay que encontrar a los pilotos y preguntarles a ellos'”. Así empezó, en el terreno de la curiosidad personal, el libro de Horacio Rivara “Ataque a Casa Rosada” (Sudamericana). En algo más de trescientas páginas, el autor relata, a través de entrevistas, cómo se gestó el bombardeo del 16 de junio de 1955 a la Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno, un hecho confuso que marcó el principio del final del gobierno de Juan Domingo Perón. En la extensa investigación que le llevó cerca de siete meses, el autor descubrió que el ataque armado que buscó matar a Perón fue, en realidad, un ensayo de ideas que volverían a cobrar fuerza en el futuro, al tiempo que también fue una plataforma en la que actuaron personajes que saldrían a escena con más virulencia unos veinte años después, en los años `70.
“Todos los personajes que aparecieron acá, todos, en los setenta tuvieron altos cargos”, dijo el autor. Entre ellos, mencionó al Almirante Emilio Massera, quien era, en 1955, ayudante del ministro de Marina, el Almirante Olivieri. Y hasta aparece José López Rega, que entonces era un policía asentado en la garita ubicada en la esquina de la residencia presidencial, entre otros.
Rivara, un abogado que vive en Mar del Plata y da clases en la Universidad de Buenos Aires y en otras instituciones educativas de esta ciudad, sabía que “la gran mayoría” de los pilotos que bombardearon el centro político del país “estaban vivos”. También vivían los del otro bando: los encargados de custodiar al general Perón.
“Entre que las personas que entrevisté y la publicación del libro -cuenta- muchos se fueron muriendo, incluso algunos estaban en el límite de sus vidas, es por eso que quisieron contar, sobre todo porque yo les dije que lo que quería era investigar qué pasó, yo no venía a juzgar”.
A partir de esos testimonios comprobó que del bombardeo a la Plaza poco se escribió, poco se indagó, a pesar de que es uno de los hechos de la historia reciente que más anecdotario arrojó en el seno de las historias familiares. “Es un tema del que se habla, mucha gente habla de eso, algunos decían ‘un tío mío murió ahí’. Además, cuando vas por Plaza de Mayo ves los restos de las bombas, no obstante yo no tenía la historia completa, no sabía cómo se planeó (el hecho), por qué y quiénes participaron exactamente”, comentó a LA CAPITAL.
Como antecedente de esta investigación, el autor y docente publicó en 2008 el libro “La Luftwaffe en Argentina”, en el que profundizó sobre la llegada al país de los pilotos y los científicos de la Fuerza Aérea de Hitler. “Un libro me llevó a otro”, comentó y adelantó que su próxima publicación estará dedicada a la relación de la Marina con los Montoneros. “El tema es encontrar testigos, porque eso es lo que le da dinamismo a la historia”, entendió.

Como Pearl Harbor

El ataque a la Casa de Gobierno arrancó con la sublevación de dos armas de la Marina: Infantería de Marina y Aviación de Marina, “que son accesorias, aunque poderosas”, calificó. Sin embargo, el plan desestabilizante había nacido unos dos años antes, en la cabeza de Jorge Bassi, “un piloto naval obsesionado con el ataque a Pearl Harbor”.”Leía del bombardeo japonés a la base norteamericana y empezó a fantasear con ‘qué bueno sería hacer lo mismo’, decía, pero en vez de bombardear Pearl Harbor bombardear la Casa de Gobierno cuando estuvieran Perón y todo el gabinete. Sí, una locura”.
Rivara sigue: “Había calculado que los miércoles estaba todo el gabinete reunido con los jefes militares. Quería matar a todos. Con esta fantasía empieza a contarles su idea a varios pilotos y consigue apoyo de alguna gente muy joven. Cuando lo habla con los almirantes y los generales le dicen ‘Usted está loco'”.
– Era una idea cinematográfica…
– Era decir ‘Lo vamos a matar de una manera tan espectacular que ante ese ataque el enemigo, que en este caso eran los generales del Ejército leales a Perón y la CGT, quede tan conmovido que no va a poder reaccionar’. Con esa cosa que tenemos los argentinos de copiar los fracasos, porque en realidad Pearl Harbor fue un fracaso para los japoneses: los servicios de inteligencia norteamericanos ya sabían que los iban a atacar y habían sacado los portaviones. Lo mismo pasa acá: dos días antes Perón ya sabía que venía el bombardeo y se refugia en el edificio Libertador. Luego, entre el Ejército y la CGT lo que se genera es más ganas de luchar, de combatir. Nadie dijo ‘uy, nos bombardearon y nos quedamos quietos'”.

La moral de las jóvenes

Otro hecho avivó la disconformidad latente entre los rebeldes, dijo Rivara. Un Perón viudo -Evita había muerto en 1952- inició una relación con una chica muy joven, Nelly Rivas, casi una adolescente. “Había un problema legal que era que le faltaba unos meses para cumplir los 15 años, con menos de 15 era un delito. Esta chica lo conoce, se enamora y termina viviendo en la Casa de Gobierno. Al Festival de Cine de Mar del Plata, en 1954, vino con ella”.
La relación sentimental de la joven y el general despertó, rápidamente, las críticas de la Iglesia.
“Los curas no lo nombraban, pero en esa época corría mucho el rumor, en parte porque Perón tenía un control muy fuerte sobre los diarios. Muchos curas empezaron a hablar de la moral, de las jóvenes argentinas, todo el mundo sabía de lo que se hablaba pero sin nombrarlo. Y Perón empezó a enojarse con la Iglesia y a atacar de frente. Sus asesores empezaron a decirle que no era la forma de hacerlo, que no entrara en conflicto con la Iglesia porque era uno de sus apoyos para frenar el comunismo. No obstante, el conflicto con la Iglesia empezó a escalar sin ningún sentido”.
La manifestación de Corpus Christi, que se realizó el sábado anterior al feroz bombardeo a la Plaza de Mayo, terminó siendo “una manifestación opositora”. “Junto con los católicos, marcharon los socialistas, los comunistas, los anarquistas, una mezcla de gente que se oponía a Perón, esa marcha terminó muy mal, se quemó una bandera, esto llevó a que el conflicto con la Iglesia se saliera de control. Perón expulsó a dos obispos, la Iglesia le contestó con la ex comunión. Fue entonces que dos vicealmirantes, Gargiulo y Calderón, decidieron adelantar todo” el ataque, historió el autor. Justamente, el adelantamiento causó caos. “Fue desastroso en cuanto a la falta de planificación”, agregó.

Cuatro oleadas de bombas

El blanco de las bombas era Perón. Y el presidente lo sabía: “Por medio de los servicios secretos de inteligencia, Perón recibió la noticia de que iban a bombardear la Casa Rosada a la mañana. Por eso se retiró al edificio Libertador, que es la sede del Ejército”.
Y siguió el relato: “Cuando los aviones despegan había niebla y tormenta, están dos horas dando vueltas por el Rio de la Plata sin saber si atacar o no. El primer bombardeo es a las 12.40 de la mañana, se bombardea la Casa de la Gobierno, caen muchas víctimas civiles sobre Paseo Colón, en el primer bombardeo actuó la Marina nada más. Hubo una bomba que cayó adentro de un trolebús que mató a todos los pasajeros. A lo largo del día hay cuatro oleadas de bombardeos para matar a Perón, después se unen los Gloster que eran de la Fuerza Aérea”.
– ¿Cuántas personas murieron?
– Es un tema muy discutible el de los muertos, yo tomé solamente los datos que se pueden probar, con mentalidad de abogado, que era lo que informó la morgue. A lo largo de los días siguieron muriendo. Fueron 203 muertos, de esa cantidad habló Perón en sus libros y en sus escritos. Hoy en día se habla de más muertos. El bombardeo fue un jueves, era un día de lluvia, había poca gente en la Plaza de Mayo. Igual, doscientos muertos es una cantidad enorme. Además, junto con el ataque aéreo hubo un ataque terrestre de la Infantería de Marina, que eran los soldados de a pie. Ese ataque fue rechazado y los infantes se fueron al edificio de Guardacostas y empezó una batalla con tanques entre los granaderos y los Infantes de Marina.
– ¿Cómo actuó la CGT?
– El jefe de la CGT, Di Pietro llamó a los obreros a que vayan a defender a Perón, sin autorización de Perón. Llegaron cincuenta mil personas a la plaza. Los tanques avanzaban, mientras los obreros estaban con palos. En la tercera oleada de ataques murieron bastantes personas. Hacia la noche, cuando Perón va a dar un discurso, se da el último ataque y todos los aviones vuelan a Uruguay. Al caer la noche Perón había tenido un éxito militar, porque había derrotado a los insurrectos, el resto de la Marina y de la Fuerza Aérea se mantuvieron leales. Luego hubo grupos que salieron a quemar iglesias, se quemaron dieciséis templos. Y lo que hasta ese momento era una victoria de Perón se convirtió en una tremenda derrota porque en ese momento los generales que estaban a su lado le dicen “Esto no puede ser”. Perón les dice que no los había enviado a quemar nada, no obstante había un clima anticlerical. Un cartel de una manifestación decía: “Haga patria mate a un cura”. Los amigos de Perón, que eran los generales que lo acompañaban, le dijeron que hasta ahí lo acompañaban. Perón termina el día muy deprimido, sobre todo lo deprimió ver a la Fuerza Aérea atacándolo. El decía que a la Fuerza Aerea les había dado todo.
– ¿Qué les había dado?
– Les había dado los mejores aviones del mundo. Contrató a científicos alemanes para hacer el Pulki 2, pero los pilotos estaban muy enojados porque los obligaban a dar un día de su sueldo para la Fundación Eva Perón. Parecía una pavada, pero ellos lo veían como una humillación personal tener que donar su sueldo para la Fundación. Después de los ataques, Perón quedó golpeado y el gobierno desgastado. Esto no fue un golpe como los demás golpes, se pensaba en una guerra civil.



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