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Opinión 23 de junio de 2024

Hay que prepararse para una nueva etapa

Por Jorge Raventos

Probablemente la semana próxima, cuando la Cámara de Diputados cierre el proceso de revisión que ya pasó por el Senado, el gobierno verá concretada la sanción de la ley Bases y del paquete fiscal. Todavía se negocian últimos detalles, pero la jefatura de gabinete considera segura la reposición del impuesto a las ganancias, que había sido rechazada por el Senado, así como del impuesto a los Bienes Personales, en las versiones que originalmente había votado la Cámara Baja. El Gobierno se resignaría a que las privatizaciones de Aerolíneas Argentinas, el Correo y el sistema Radio Televisión Argentina deban tratarse más adelante, vía proyectos específicos.

Según el cronograma en el que confía el oficialismo, las normas estarían publicadas antes del 9 de julio, fecha en la que finalmente se celebrarían los Pactos de Mayo y también se institucionalizaría el Consejo de Mayo, si es que para entonces el Gobierno ha consultado y definido con quiénes compondrá ese cuerpo en representación de empresarios, sindicalistas y gobernadores. El único integrante seguro es el coordinador, que actuará en nombre del Poder Ejecutivo: será el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, principal nexo entre el Presidente y la política, particularmente, entre el gobierno central y los gobernadores: ya va consiguiendo tejer una red que tiene puntos fuertes en el NOA y se consolida en la región Centro.

Los Pactos y el Fondo

Javier Milei se propone otorgarle a la ceremonia de los pactos un cartel significativo, que incluye la convocatoria a dirigentes políticos, empresarios, gremiales, jerarquías religiosas y hasta expresidentes. Es cierto que el Presidente ya había hecho una convocatoria amplia en marzo al abrir las sesiones ordinarias del Congreso y eso no le impidió denostar agresivamente a muchos de los invitados tan pronto se encontró con obstáculos a sus proyectos, lo que puede rodear de legítima desconfianza a esta iniciativa. Pero quienes rechacen el envite serán blanco del “principio de revelación”, se autoexcluirían de una propuesta de trabajo cooperativo sin dar tiempo a que su viabilidad o inviabilidad quede suficientemente probada por la experiencia.

En todo caso, este llamado de Milei coincide con un consejo reiterado del Fondo Monetario Internacional, que acaba de insistir a través del informe que la última semana dio a conocer su staff técnico: “Deben continuar los esfuerzos para generar consenso para la reforma, dado el frágil panorama social y político”.

La frase induce, quizás, a creer que el Fondo tiene una actitud de censura a la política económica del Gobierno. Eso sería una interpretación exagerada: el paper de la entidad reconoce logros importantes del Gobierno: señala que la inflación en Argentina ha descendido “a un ritmo más rápido que el esperado” y y elogia los esfuerzos realizados para eliminar el déficit fiscal, que “deben complementarse con una continua racionalización” de los subsidios a la energía, sustituyendo el actual esquema de segmentación tarifaria, con uno que apoye únicamente la canasta básica de consumo de energía de los hogares vulnerables durante el segundo trimestre de 2024”.

El informe también indica que la recesión se nota (el pbi caerá 3,5 por ciento, pronostica) y “podría extenderse más y el proceso de desinflación podría resultar más persistente, provocando penurias prolongadas e intensificación de las tensiones sociales, incluso con el refuerzo del gasto social”.

El documento del Fondo determine algunas reacciones del gobierno, menos fundadas en esas descripciones que en la agenda que estipuló para las decisiones económicas, pintada como un menú de compromisos adquiridos por el Ministerio de Economía, entre las cuales estarían la eliminación del cepo cambiario, la eliminación a finales de este mes del esquema preferencial de exportación (el llamado dólar blend 80) y la eliminación antes de fin de año del impuesto País.

El informe fue leído por los mercados como la perspectiva cierta de una devaluación, lo que obligó al ministro de Economía a reiterar que no habrá devaluación ni cambios en el dólar de exportación. El campo no termina de creer estas palabras y retiene producción, esperando un dólar más rentable para vender. La devaluación de 2 por ciento mensual en la que está empacada la cartera económica es bastante más chica que la depreciación que calculan los mercados. La tendencia a deshacerse de dólares que había permitido al Banco Central incrementar sus reservas se ha invertido en los últimos días, y el Central ha sido más vendedor que comprador.

En cuanto a la inflación, el Presidente ya se adelantó a advertir que la de junio no seguirá la trayectoria bajista de los meses anteriores, algo que suena lógico considerando que se harán notar los incrementos de las tarifas de servicios públicos. En julio, por otra parte las prepagas de salud vuelven a gozar de libertad para fijar precios que les otorgó el DNU 70/2023, lo que seguramente se traducirá en aumentos que incidirán sobre la inflación.

Es plausible estimar que la conducta del índice de precios deje de ser descendente y, con suerte, se amesete en torno al 5 o 6 por ciento, como prevén muchos analistas.

Moderación y gestión

El renombrado semanario británico The Economist opina esta semana que “la parte más complicada para Milei aún está por llegar. La inflación mensual puede aumentar en junio a medida que se incrementan los precios de las tarifas energéticas. Eso exacerbará los temores sobre el peso argentino, que una vez más parece estar sobrevaluado. Milei niega airadamente que la moneda sea demasiado fuerte [atraso cambiario]. Pero cuanto más lo ignore, mayor será el riesgo de una devaluación más dañina e inflacionaria en el futuro (…) Milei hasta ahora ha ofrecido anarquía monetaria en lugar de un nuevo orden. Toda esta incertidumbre tiene costos. Los inversores no quieren destinar dinero a un país donde el sistema monetario y la moneda están en juego.

La gestión de Milei ingresa ahora, quizás, en una nueva etapa donde la épica del conflicto necesita dar paso a la tarea más gris de la administración, la gestión y la negociación. El paisaje aconseja, efectivamente, la moderación y la búsqueda de amplificar la base de sustentación de la gobernabilidad, como el Fondo aconseja y el gobierno, al parecer, procura.

Al fin de cuentas, ya pasó la etapa de la confrontación electoral y de aquí en adelante, hasta llegar a la próxima (e intentar un nuevo éxito) el Presidente deberá conseguir y mantener los resultados que su electorado espera.

Sus tareas como predicador planetario del anarcocapitalismo, por otra parte, empiezan a encontrarse con públicos más exigentes o remisos. Y se enturbian cuando, junto con la prédica teórica, el Presidente incurre, en casa ajena, en expresiones osadas o agraviantes sobre personalidades locales.

En su actual gira europea no cosechó solo aclamaciones favorables; las tuvo en España, aunque menos resonantes que las que había conseguido al asistir un mes atrás a la asamblea de Vox, pero también fue acogido con manifestaciones adversas. En Alemania, la Cancillería argentina debió solicitar la cancelación del encuentro privado de Milei con el jefe de gobierno, Olaf Scholz, para evitar un mal momento. Esas reuniones culminan con una conferencia de prensa conjunta y lucía inevitable que Scholz fuera interrogado allí sobre las declaraciones del presidente argentino contra uno de sus colegas de la Unión Europea el español Pedro Sánchez y respondiera algo parecido a lo que ya había declarado su vocero, Steffen Hebestreit: “Sus palabras hablan por sí mismas. De muy mal gusto”. Por cierto, el jefe del gobierno alemán es socialdemócrata. No es público que aprecie el discurso de Milei. Y en Alemania la derecha extrema no es Vox, sino Alternativa para Alemania, que salió segunda en las recientes elecciones al parlamento europeo y habitualmente es considerada como una organización filonazi. El mundo es ancho y ajeno.