A “Umbral de paz”, un inquietante instituto para internas e indigentes que gestiona el Estado, llega una inesperada visita. Una docente de comedia musical intenta hacer un espectáculo, pero oculta otras intenciones. Con este argumento, arranca la obra de teatro “Hambre de piel”, que tras una larga temporada en Mar del Plata regresará este sábado al escenario de La Maga (Jujuy 1771), a partir de las 21,30, en la única función mensual del mes de abril.

Escrita y dirigida por Mario Carneglia, la pieza se estrenó el año pasado y luego realizó temporada en esta misma sala, con un elenco que integran Lorena Parisi, Daniela Rodriguez, Julieta Lencioni, Nico Maggi, Mali Ardiles,
Claudia París y Marcelo Rigl.

Se trata de un elenco con actores y actrices que se formó por casting, a diferencia de otras obras de Carneglia que nacieron tras la experiencia formativa de sus talleres, comentó Rigl ayer a LA CAPITAL.

“Es una obra que Mario escribió en el 2001, pero que había quedado ahí, y con esta situación social tuvo ganas de volver a hacerla”, agregó. Y en ese sentido, indicó que la historia juega con el tema del hambre, aunque de manera metafórica y siempre dentro de una historia que le propone al espectador pasar por varios estados emocionales.

“Es una obra que transita todos los estadíos”, disparó Rigl. “El público se sorprende, se asusta, no puede creer lo que está viendo, se divierte, se ríe, aparece una sucesión de sensaciones a partir de las cosas que pasan”, en un texto que también tiene condimentos absurdos.

“Ese es el sello de Carneglia”, agregó este actor, que durante el verano pasado fue parte de otros dos proyectos teatrales: “El ornitorrinco”, con dirección de Atahualpa Pintos, y “Fedra: una mujer ardiendo”, con dirección de Mariano Moro y ésta última premiada con un Estrella de Mar. Tres obras disímiles, que extrajeron de Rigl diversas materialidades actorales.

“La verdad es que yo sigo buscando”, dijo el actor, que pasó por varios grupos de teatro marplatenses, desde los de Liberart a los de María Carreras, entre otros.

Cómodo en todos los géneros, aseguró que cada obra realizada significó un aprendizaje positivo. “Me gusta todo, he hecho teatro infantil porque te proporciona una llegada a los chicos que es un público muy difícil y te da gratificaciones, el drama te permite transitar diversas cuestiones profundas de los personajes, te enriquecen tu trabajo y la comedia genera una cercanía con el público, vas viendo las respuestas y te vas potenciando, con la comedia podés hacer que te diviertas y que te sientas bien”.

Ahora, en “Hambre de piel” experimenta la posibilidad de contar una historia del presente que mataforiza con el contexto socioeconómico de 2019. “Lamentablemente es muy actual, se muestra el manejo de lo público, de la administración estatal y desnuda cierta esencia humana que es la que surge en los peores momentos, en los de crisis”, apuntó.