Hablemos de adicciones: nuestros hijos en peligro
Imagen ilustrativa. Foto: Financial Tribune.
Por Alejandro Schujman*
Antes que nada, es preciso dar dos afirmaciones claves para entender los tiempos que corren en relación a los hijos: Los tiempos cambiaron, pero la esencia sigue siendo la misma y los hijos siempre dan señales, absolutamente siempre. Frente a estos dos axiomas, la clave está en la capacidad de los padres de decodificar y escuchar lo que los hijos de una u otra forma expresan.
Antes de iniciar un proceso adictivo, depresivo o un trastorno alimenticio dan alertas. Mucho antes de desarrollar el derrotero patológico de las adicciones nos hacen saber que algo se está yendo de cauce. Saber escuchar es la clave para la detección de trastornos de la primera infancia, pubertad y adolescencia.
Dicho esto, podemos empezar a hablar de adicciones. Esta patología tiene inicio cuando una sustancia o actividad generan una experiencia con un clímax de placer que empieza a hacerse necesaria más allá de la voluntad de quien la experimenta. Lo placentero de la experiencia lleva a la repetición a pesar de ya no ser motivo de disfrute.
El adicto no elige serlo. Es preso del circuito de satisfacción y recompensa que se activa desde los neurotransmisores cuando el objeto adictivo se hace presente y necesario en la vida de esa persona. La dopamina genera una de las sensaciones más intensas que puede experimentar un ser humano. Liberamos dopamina cuando entramos a redes sociales, cuando experimentamos con una sustancia psicoactiva o cuando apostamos en juegos de azar.
Quisiera detenerme en este último caso porque hace años que los menores han sumado un nuevo riesgo al menú de los ya existentes. En todos los dispositivos móviles, la ilegalidad está presente. Cuevas de WhatsApp y sitios de apuestas clandestinas, ofrecen la posibilidad de las apuestas online a un click de distancia, promoviendo una fantasía de éxito y una ilusoria posibilidad de ser millonario en un segundo, con el riesgo que esto implica para la cabecita de un adolescente.
Hay una explicación científica y biológica por la cual los sitios de apuestas legales existen barreras para que los menores de edad no puedan apostar y es el hecho de que no tienen desarrollado el área frontal de su cerebro por motivos evolutivos y los vuelve mucho más vulnerables en el riesgo del camino de la ludopatía, hecha la ley hecha la trampa aquí la aparición de las cuevas clandestinas. Algo parecido sucede con la prohibición de venta de alcohol a menores de edad.
Los recursos de afrontamiento son menores en un adolescente (dolor, rabia conflictos en general) y a las apuestas ilegales online se suman al consumo de alcohol, sustancias psicoactivas y la adicción a la tecnología como anestesias frente a los avatares del vivir. Escuchamos a los adolescentes decir “yo lo manejo” lo que el alcohol hace en mi cuerpo, la marihuana que fumo, las apuestas online que hago, las píldoras que tomo en las fiestas electrónicas.
Sin embargo, nadie puede manejar lo que la droga o los shots de dopamina en un adolescente provocan en el circuito cerebral. Las comunidades terapéuticas están repletas de pacientes que alguna vez dijeron “yo lo manejo” y lo cierto es que la adicción es la que manda.
Señales a las que debemos estar atentos
Los chicos a medida que crecen cambian, mueven cosas dentro y fuera de ellos. Sin embargo, los cambios genuinos y saludables son graduales, parte de procesos y no de un día para otro. Hay que prestar atención a modificaciones intempestivas en nuestros hijos, tales como:
– Cambio repentino de grupo de amigos. Deja de ver a su entorno completo, son todas caras nuevas , y esto pasa “de repente”.
– Modificación abrupta de su aspecto personal.
– Mucho tiempo en el baño después de las comidas.
– Se encierra en su habitación más de lo habitual.
– Se realiza tatuajes, piercings u otras marcas en el cuerpo de manera impetuosa e inconsulta.
– Baja su rendimiento y calificaciones en el colegio de manera repentina.
– Cambia hábitos de higiene abruptamente.
– Se muestra agresivo de manera constante, contesta de mal modo o cualquier otro cambio pronunciado en su carácter.
En este punto es importante diferenciar los cambios naturales de humor de los adolescentes con modificaciones sustanciales en los ánimos de nuestros hijos que puedan ser indicio de algún trastorno que no pueda ser verbalizado. Recordemos que estas manifestaciones conductuales son a menudo la forma en la que los hijos piden la ayuda que no están en condiciones de pedir de manera saludable.
Lo que no se verbaliza se actúa de distintas formas y a eso debemos de estar atentos. Somos padres y la confianza es un elemento esencial en la relación con ellos, construyamos este puente desde el diálogo y el disfrute compartido en lo cotidiano. Por eso, repito una vez más, afortunadamente, los hijos siempre nos dan señales y nos precisan, créanme que nos precisan.
Si vos, un familiar o un amigo sufren problemas de adicciones, estas líneas de asistencia van a ser de utilidad:
- Programa de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo de la Provincia de Buenos Aires: 0800-444-4000
- Jugadores Anónimos, Grupo de Autoayuda: 114328-0019
- Línea de Vida de Jugadores Anónimos: +549-114412-6745
- Alcohólicos anónimos: (011) 4382-9229
- Línea de consumos problemáticos: 141
- Sedronar: (011) 4320-1200
*Psicólogo (MN. 13486)