Hablar de los jóvenes
Ariel Martínez Bordaisco, presidente del Concejo.
Por Ariel Martínez Bordaisco
Las veces en las que se pone en debate el rol de los jóvenes en el mundo de hoy se hace a partir de un acontecimiento, generalmente, traumático. Cuando sucede algún episodio de violencia, cuando se evidencian excesos en la noche, cuando hay una toma en un colegio. En esos casos volvemos a hablar de los jóvenes, volvemos a preocuparnos por cómo están, por hacia dónde van, por lo que quieren o han dejado de querer.
Pero yo creo que hay que seguir hablando de los jóvenes, porque todavía no hemos dicho lo suficiente. Escuchamos muy frecuentemente que la juventud tiene algunos rasgos de desorientación, que son influenciables, que están encerrados en la tecnología que sale de sus teléfonos. Puede ser que algo de eso sea cierto, pero no es menos verdadero que la desorientación del mundo “adulto” es similar y equivalente.
No sabemos qué quieren o buscan los jóvenes. Sabemos poco de lo que piensan. “Si ahora gritamos y cantamos en modo de protesta, es porque preguntamos bien y nadie nos dio una respuesta”, les dice WOS a multitudes de chicos que lo reproducen al infinito con los auriculares puestos. Podríamos preguntarnos si realmente les han dado esas respuestas que esperan.
Hablar de los jóvenes es pensar qué podemos cambiar para atraer su atención, para sumar la prepotencia de la juventud que se cree superior a todo, como decía Ortega y Gasset. Y, en ese camino de crear condiciones nuevas, la política es una excelente opción. Lejos de la antipolítica de los 90, muchos jóvenes hoy quieren participar, sólo que lo hacen de manera distinta, muchas veces desordenada, espontánea, solamente por lo que creen, y no por lo que otros le dicen. Entonces, como no cuadra en las formas tradicionales pareciera que nos les interesa nada.
Pero que cambie la forma no quiere decir que desaparezca la participación. El arte callejero, los movimientos culturales, la apatía frente a instituciones clásicas, el desinterés: todo eso son formas de canalizar la participación en lo público, son maneras distintas de militar por lo que realmente los compromete y de decir lo que quieren decir.
En lugar de no comprenderlo, tenemos que involucrarnos. ¿Por qué no ampliar en lugar de reducir espacios de participación? ¿Podría un chico de 18 años llegar a un Concejo Deliberante? En muchas provincias del país sí, en la Provincia de Buenos Aires, recién a los 25. Afortunadamente hay proyectos que están buscando cambiar esto y tenemos que apoyarlos con todas nuestras fuerzas.
¿Podemos generar modos de acceso para que los más jóvenes puedan presentar sus ideas y preocupaciones para que la autoridades puedan trabajarlas y resolverlas? Tenemos que generar ese mecanismo de cercanía, y los vamos a hacer.
Porque no tengo dudas de que si les preguntamos a los chicos y chicas que creemos aislados en las redes sociales si tienen ideas para mejorar alguno de los temas que la política tradicional no pudo solucionar desde hace años en Mar del Plata seguramente nos vamos a sorprender. Por eso, hablemos de los jóvenes. Hablemos cada vez más, porque lo que se ha dicho hasta ahora no alcanza.
El autor es presidente del Concejo Deliberante y del comité local de la UCR.