Grandes libros, pequeños lectores
Tortas fritas de polenta, de Adolfo Bayúgar y Ariel Martinelli, Hotel de las ideas.
La tapa del libro.
por Ayelén Bayerque
Esta novela gráfica de Hotel de las ideas tiene varias particularidades. En primer lugar, a través del género historieta recupera el conflicto bélico de 1982 que enfrentó a la Argentina con Gran Bretaña. Por otra parte, y tal como se cuenta en los paratextos del libro, Ariel Martinelli era un conscripto recientemente dado de baja cuando comenzó la guerra, por lo que fue convocado y se convirtió en lo que hoy llamamos “ex combatiente de Malvinas”. Adolfo Bayúgar lo entrevistó durante un largo tiempo y así, utilizando las palabras de Martinelli como insumo, creó Tortas fritas de polenta.
El texto comienza con una introducción a cargo de Javier Enzo Costa, que resume en dos páginas los acontecimientos que condujeron a la guerra, el conflicto en sí mismo y la posguerra. Esta contextualización enmarca el relato, así como lo hace el epílogo, en el que el lector encontrará una carta enviada por Martinelli a un amigo, así como también unas fotos suyas con su familia y compañeros de conscripción.
Mención aparte merece la tapa de la novela gráfica. En ella un soldado grita con sus manos en alto con un fondo rojo de explosión y horror. Esa imagen conjura la guerra de algún modo y, a través del estallido de la voz, proyecta los añicos de una vida que veremos desgranarse, la de Martinelli personaje. En la historieta, Bayúgar no sólo transforma en imagen y texto aquello que el ex combatiente le contó, sino que ficcionaliza al Martinelli actual, como un recuadro más, narrando lo que sucede, contando sus recuerdos. De esta forma, el relato cobra verosimilitud y se pone en evidencia que lo que sucede en las páginas forma parte de una experiencia individual y nos permite acceder a algo tan complejo como una guerra.
El prólogo comienza con un Ariel joven, en la escuela técnica y contando cómo los militares entraban a la institución a buscar “bibliografía marxista” y llega hasta el momento en el que vuelve de la guerra. En el medio sucede la “colimba”, como se le decía al servicio militar obligatorio, la baja, Galtieri anunciando que se habían tomado las islas, la convocatoria a presentarse en La Tablada, la salida del cuartel sin saber a dónde iban, el desconcierto de la familia y, finalmente (o para comenzar), el arribo a las islas, donde al comienzo el escenario no es tan terrible, pero luego todo empeora. A partir de allí, el frío y el hambre lo toman todo, se vuelven una constante que retorna una y otra vez como lo ominoso. En este escenario, cuando la humedad y el horror lo permiten, también hay lugar para la complicidad con los compañeros.
Tortas fritas de polenta aporta una mirada nueva sobre la guerra debido al género que soporta el relato. Imagen y texto invitan a percibir los hechos de un modo alternativo a la prosa, en un punto, hasta más potente.
(*): Integrante de la ong Jitanjáfora
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