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Cultura 10 de abril de 2016

Grandes libros, pequeños lectores

23 microcuentos, de Eduardo Abel Giménez, Buenos Aires: dábale arroz. Libros artesanales, 2014

Por Rocío Malacarne
Integrante de la ONG Jitanjáfora

El “Todo cabe en un jarrito si se sabe acomodar” de Laura Devetach o el “En una cajita de fósforos/ se pueden guardar muchas cosas” de María Elena Walsh podrían ser el lema de 23 microcuentos, de Eduardo Abel Gimenez, y editados, de la mano de Natalia Méndez, en dábale arroz, una pequeña editorial artesanal que piensa cada libro como un dispositivo único y que significa no sólo desde el texto sino, también, desde sus tapas y contratapas. Es que este libro se sabe frasco, frasco chico para cuentos chicos; pocas palabras contenidas en 23 papeles plegados que, al abrirse, despliegan universos tan infinitos como lo que se puede guardar en jarritos y cajitas.
El origami es el arte del plegado de papel, en él no se puede cortar ni pegar, sino sólo servirse del pliegue para crear y recrear formas. Natalia Méndez toma cada pieza-cuento de Gimenez y la guarda en un frasco del tamaño del de las mermeladas para contener cada una de esas historias. Ellas presentan en pocas líneas relatos, avisos, descripciones sugerentes que parecen quedar sin un final aparente, donde lo no dicho invita al lector a hacer que lo mínimo se convierta en máximo: un gatito, un tren a toda velocidad y su alma; un capitán, su barco y un torpedo; un balcón, macetas y alguien que las acomoda; gases, sólidos y líquidos en una clase de física y otras escenas de lo aparentemente cotidiano piden a lectores entrenados desdoblar cada una y hacer que todo pueda caber.