Goteras y problemas de medición en un domingo traumático para la organización
Dos groseras fallas organizativas alteraron el normal desarrollo de los Juegos Panamericanos en Chile.
por Marcelo Solari
VIÑA DEL MAR.- Si bien en Santiago la lluvia pronosticada no cayó en las proporciones anunciadas, el pronóstico climático desfavorable sí se cumplió para la región costera de Chile. Por esa razón, ya se había modificado el programa para las competencias de surf, en Pichilemu, acortándose la cantidad de días y recargando mayor actividad en las jornadas confirmadas para no arriesgarse durante el fin de semana. También se suspendieron todas las regatas de todas las clases programadas del yachting para este domingo.
Entonces, el arribo a Viña del Mar para la final del handball resultó bastante enredado. A las dificultades del tránsito vehicular que siempre provoca la lluvia, se sumó el feriado del viernes aquí en Chile (fin de semana largo ideal para que los santiaguinos se escaparan hacia la ciudad turística costera por excelencia) y la coincidencia con el partido de fútbol masculino que jugaba Chile ante República Dominicana, por el grupo A.
El ingreso del bus de la organización para la prensa resultó caótico, con avance a paso de hombre durante los últimos kilómetros, en medio de una marea humana vestida de rojo que ingresaba lentamente al estadio Sausalito, ubicado justo enfrente del Polideportivo de Viña del Mar, donde también había presentación chilena, en el partido por el bronce del handball femenino, ante Paraguay.
Lo cierto es que la organización debió modificar más de una vez la agenda del día del handball a raíz de continuas goteras que caían desde el techo del estadio hacia la cancha, provocando no pocas y grotescas caídas de las jugadoras, con el consiguiente peligro de lesiones.
En su comunicado oficial, la Corporación Santiago 2023 informó que “durante la noche del sábado y la mañana del domingo se habían realizado reparaciones sobre la techumbre (sic) para evitar filtraciones”, y deslindó responsabilidades sobre la “mala calidad y las deficiencias que presenta el recinto”, ya que según el contrato correspondiente, era obligación de la Municipalidad de Viña del Mar hacerse cargo de las reparaciones necesarias.
Ese no fue el único contratiempo que afrontó la organización en la jornada del domingo. Bien temprano por la mañana se corrieron los 20 kilómetros de marcha femenina. El problema fue que en realidad sólo se completaron 17 kilómetros. La Corporación Santiago 2023 responsabilizó directamente a la Asociación Panamericana de Atletismo, responsable de contratar al experto, Marcelo Ithurralde, quien no estuvo preciso en las mediciones.
En consecuencia, se respetó el podio y se asignaron las medallas en el orden de llegada: la peruana Gabriela García (oro), la ecuatoriana Glenda Morejón (plata) y la peruana Evelyn Inga (bronce), pero se anularon las marcas obtenidas. Con tres kilómetros menos de recorrido, claramente hubieran establecido un nuevo récord del mundo.
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