¿Golpismo? Que no cunda el pánico
Panorama político nacional de los últimos siete días
Javier Milei.
Por Jorge Raventos
El viernes 11, cuando el Instituto Nacional de Estadística y Censos dio a conocer la cifra de la inflación del mes de junio, Javier Milei ya se encontraba en Idaho, Estados Unidos, en la zona de las Montañas Rocosas, completando su viaje número once al exterior en los primeros seis meses de ejercicio de su cargo. En este semestre Milei se ha convertido en un presidente peregrino.
El campamento de Sun Valley, organizado desde hace más de dos décadas por la firma Allen and Company (finanzas, entretenimiento, tecnología) reúne anualmente a figuras de los negocios que allí encuentran ocasión para convenir operaciones o sociedades y deliberar en secreto (no se admiten cronistas, y los periodistas privilegiados que reciben invitación se comprometen a no difundir detalles de los debates ni los nombres de quienes los protagonicen). Entre los invitados con los que Milei y su hermana Karina podrán socializar en este viaje se cuentan Jeff Bezos, el dueño de Amazon y del Washington Post; Bog Iger, director ejecutivo de Disney; Shari Redstone la presidenta global de Paramount; David Zaslav, CEO de Warner; Bill Gates, el fundador de Microsoft; Tim Cook de Apple y Mark Zuckerberg de Meta, así como el derrocado y luego reinstalado CEO de OpenAI, Sam Altman. Algunos nombres importantes de años pasados no están en la lista. Por ejemplo, dos pesos pesados: el director ejecutivo de Berkshire-Hathaway, Warren Buffett, o el amigo de Milei, Elon Musk, director ejecutivo de X (ex Twitter),Space yTesla.
En términos de repercusión, para el Presidente es mucho más redituable su viaje a Sun Valley que cargar en Buenos Aires con el número que difundió el INDEC o con la cotización alcanzada por el dólar blue (1500 pesos, un nuevo ensanchamiento de la brecha con el dólar oficial) .
La inflación no creció dramáticamente, por cierto: apenas unas décimas en relación a la de mayo. Lo significativo reside en que fue más alta, cortó la pendiente en caída que venía apalancando el orgullo del oficialismo y quizás insinúa un frenazo en la reducción inflacionaria, que descolocaría el optimismo profesional de Luis Caputo, para quien una inflación del 1 por ciento ni es impensable ni está lejana.
Desde lejos, el presidente también se mostró indiferente ante la suba del dólar: “No hay pánico”, afirmó. Lo que no impidió que acusara al mayor banco privado nacional de “golpismo” por ejecutar una opción de venta de bonos al Banco Central, una operación absolutamente legal. El Presidente recibió una respuesta firme de la Asociación de Bancos Argentinos. Con la firma de su titular, Javier Bolzico, ADEBA calificó de “injusta e incorrecta” la denuncia de Milei y subrayó que el banco señalado –el Macro- no había hecho otra cosa que “ejercer” lo que estaba previsto en un contrato. La respuesta destacó asimismo que la acusación presidencial “genera dudas sobre la libertad de comercio” y exhortó a “no banalizar” el concepto de golpe de Estado.
Milei junto a Mark Zuckerberg, fundador y director general de Meta.
Más allá de la inflación
Más allá del agridulce índice de precios de junio lo cierto es que la inflación, aunque no ha dejado de preocupar al público, va cediendo espacio al desempleo en el orden de sus desvelos. Al real y al potencial (el que se entrevé al analizar las caídas de la producción y el consumo). Los últimos números oficiales miden el primer trimestre de 2024, período del inicio de la presidencia Milei: en ese período la desocupación llegó al 7,7 por ciento, casi un punto porcentual más alto que la del mismo período del año anterior.
El desempleo mide las cantidad de personas que buscan activamente trabajo y no lo encuentran. En términos absolutos, se trata (para el período analizado) de un millón cien mil personas.
La tasa de empleo, en cambio, mide la cantidad de personas ocupadas en relación con la población total. En ese caso, el porcentaje descendió del 45 por ciento en el primer trimestre de 2023 al 44,3 por ciento en el mismo período de 2024.
La tendencia es preocupante si se toma en cuenta que el INDEC calculó que la caída del Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina en el primer trimestre de 2024 fue del 5.1% interanual. Este descenso se atribuye a un notable derrumbe en la inversión, que registró una caída del 23.4% interanual. Los sectores más afectados fueron la construcción, con una disminución del 19.7% y la industria manufacturera con un 13.7%. Es comprensible que, con ese paisaje de fondo, la inquietud por el desempleo crezca.
Cambio de etapa
El gobierno, que en la madrugada del 9 de Julio coronó su primera etapa con la simbólica foto en la Casa de Tucumán, rodeado por buen número de gobernadores y dos expresidentes, tiene ahora que poner manos a la obra. Ya consiguió la Ley Bases y los demorados Pactos de Mayo. Ya no puede alegar que le falta instrumental o que se le ha quitado repaldo para la gobernabilidad.
Esta circunstancia, que es muy clara para la política (tanto la más intransigente como la más afable) y también para los mercados, empieza a permear en la opinión pública. Las encuestas que miden esos aspectos señalan que el disgusto provocado por los sacrificios del momento (aumentos de bienes y servicios, estancamiento de los ingresos, restablecimiento de impuestos sobre los salarios), que hasta hace dos meses tenía generalizadamente como blanco al gobierno anterior ahora empieza paulatinamente a recaer sobre el gobierno actual. El respaldo a Milei apenas cede un poco, pero la crítica se canaliza más rotundamente a la gestión del poder libertario.
En esas condiciones, hasta un repunte leve de la inflación como el de junio se vuelve una piedra en el zapato.
Quizás porque es muy conciente de la necesidad de mejorar de modo notorio la gestión el gobierno finalmente incorporó un nuevo ministro. Federico Sturzenegger. No fue el único retoque del gabinete: también despidió a un secretario de Estado. El desplazamiento es uno más en una extensa lista que roza el número de 50, pero tiene mayor importancia que otros, porque Fernando Vilella, el apartado, estaba a cargo de una cartera estratégica que él mismo se encargó de bautizar cuando llamó Secretaría de Bioeconomía a la antigua Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca. Definía a la bioeconomía como “el conjunto de sectores de la economía que utilizan recursos y/o procesos biológicos para la producción sustentable de bienes y servicios. Se apunta hacia el máximo aprovechamiento de la biomasa actual y la diversidad biológica. Nuestra propuesta implica acelerar y potenciar las fortalezas y beneficios de lo que se hace, no reemplazarlo”, explicaba didácticamente. Al enterarse de que lo habían removido, declaró: “La agenda del actual Gobierno la escribí yo y ahora me pidieron que me vaya” Se había enterado del despido mientras volvía a Buenos Aires después de cerrar importantes acuerdos en Beijing.
La gestión de Vilella, exdecano de la Facultad de Agronomía (UBA), venía siendo jaqueada desde el Ministerio de Economia, comandado por Luis Caputo. La secretaría cuestionaba –discretamente- el desaliento que las políticas fiscal y cambiaria (la combinación de retenciones y dólar atrasado) generaban en el sector. También propugnaba apalancar las exportaciones en una gran ventaja competitiva de carácter ambiental: la producción agraria argentina es la más eficiente del mundo y la que supone la menor huella de carbono. Este costado fue golpeado por los grupos ideológicos antiambientalistas del oficialismo. “Ahora decidieron ir para atrás”, señaló Vilella tras enterarse que la Secretaría recuperaría su nombre tradicional.
Habrá que ver si ese rebautizo y las nuevas autoridades digitadas por Caputo pueden resolverse al ministro su principal preocupación actual: la menguada liquidación de exportaciones que es uno de los motivos que explican el retroceso en materia de reservas del Banco Central en las últimas semanas.
Fernando Vilella.
Tareas para el hogar
Cuando Milei regrese de Sun Valley y antes de partir a una nueva misión extramuros, es probable que tenga que sentarse con Francos para analizar cómo sigue la acción política con los gobernadores y con los aliados independientes que ayudaron en el Congreso. Los pactos de mayo, para no ser sólo una foto de circunstancias y alcanzar sentido profundo, deben construirse como instrumentos de diálogo e iniciativas compartidas.
Milei prometió convocar a gobernadores, legisladores, sindicalistas y empresarios a constituir un Consejo de Mayo para convertir el decálogo genérico firmado en Tucumán en un programa de leyes e institutos con ánimo de crecimiento federal y, naturalmente, para filtrar con realismo y sentido práctico las ocurrencias ideológicas de Sturzenegger. La gestión necesita soportes.
Ese proceso ya ha comenzado con la citación a la CGT para formar parte del Consejo. Gremialistas y gobierno se verán las caras el martes próximo en la Secretaría de Trabajo.
Quedan hilvanes por completar: en el campo político se han abierto algunos problemas entre el oficialismo y aliados legislativos. El macrismo toma distancia, alegando que Mauricio Macri no fue tratado con suficiente esmero en la cita de Tucumán. El interbloque federal que pivotea alrededor de Miguel Pichetto, por su parte, se queja de haber sido marginado en la composición de la comisión de Diputados que supervisa a los servicios de inteligencia.
Si no presta atención a esas relaciones, el gobierno puede tropezar con problemas delicados en un Congreso donde no cuenta con fuerzas propias en cantidad suficiente. Si se suman chispazos en la economía y en la política las cosas se complican.
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