Goles, escándalos, actos políticos y romances: las visitas de Diego a Mar del Plata
La historia del vínculo entre "El Diez" y "La Feliz", nacido con sus dos primeros goles aquel 14 de noviembre de 1976, continuará este fin de semana. En este informe, LA CAPITAL repasa las anécdotas más jugosas de las visitas del DT de Gimnasia a la ciudad, con detalles inéditos incluídos.
Imagen inédita de Diego Armando Maradona durante su última visita a Mar del Plata.
Por Bruno Verdenelli
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“Rosebud”. En “El ciudadano”, la obra maestra de Orson Welles, el millonario señor Kane agoniza. Es rico, famoso y ostenta un poder casi ilimitado. Pero lo cambiaría todo por volver a su infancia. “Rosebud”, repite, y luego muere. El final de la película revela al público el verdadero significado de “Rosebud”: es el nombre con el que de niño bautizó a su trineo, objeto que simboliza en su recuerdo la suma de aquellos años en los que realmente fue feliz.
Si existiera la posibilidad de bucear al menos un minuto en la memoria de Diego Armando Maradona, no sería una locura aventurar que su propio “Rosebud” pueda representársele allí como un ejemplar de este periódico: el del lunes 15 de noviembre de 1976 (ver aparte). En ese diario LA CAPITAL aparece por primera vez su nombre en letras bien grandes. Tiene 16 años recién cumplidos, acaba de mudarse de Villa Fiorito a un barrio de la capital con su familia y no imagina nada de lo que le ocurrirá en las cuatro décadas siguientes. Llegará a ser venerado como un santo pero al final de todo sólo querrá volver a vivir ese momento en Mar del Plata, cuando una actuación estelar con dos goles incluidos en el viejo estadio San Martín lo dejó posicionado como la mayor promesa del fútbol argentino.
De aquellos primeros tantos de “El Diez” en Primera División no queda nada por contar. Pero del vínculo entre Maradona y Mar del Plata sí. Porque poco se ha recopilado de sus decenas de andanzas en este sitio de la costa atlántica.
Ver también: La última vez de Maradona con LA CAPITAL y el proyecto de placa en su homenaje
Hay quienes dicen que el domingo 14 de noviembre de 1976, día en que conoció la ciudad y debutó en la red, al revoltoso enganche de Argentinos Juniors le gritaban “caniche”, por su larga y enrulada cabellera negra. Ese apodo se esfumó apenas terminó el partido y los testigos que estaban en la tribuna comprobaron que en realidad, al lado suyo, los perros eran los otros veintipico de futbolistas.
Desde entonces, Maradona volvió a jugar en Mar del Plata en numerosas oportunidades. Partidos oficiales, amistosos de verano y hasta “picados” con actores y músicos en los gimnasios de Kimberley y Peñarol. Incluso tuvo una especie de revival de aquel “Rosebud” en febrero de 1993, cuando viajó desde Sevilla y, a pura sonrisa en el estadio José María Minella, disputó y ganó la Copa Artemio Franchi, su último trofeo logrado con la Selección Argentina al derrotar a la Dinamarca campeona de Europa.
Pero como se explicó antes, la relación del astro con esta ciudad excede los límites del campo de juego. He aquí un pequeño resumen de sus visitas a “La Feliz” y de las relaciones que supo trabar con algunos de sus personajes.
Aquellos años maravillosos
Cubrir un Mundial de Fútbol afuera del país era difícil para un periodista. Pero si encima se trataba de un campeonato juvenil era más bien impensado. Sin embargo, Vicente Luis Ciano y Juan Carlos Morales pudieron hacerlo al viajar a Japón en 1979. En ese país forjaron una relación con Diego Maradona, quien a los 19 años ya era ídolo de los más pequeños. Ariel, el hijo de “El Cholo”, todavía se acuerda de cómo se largó a llorar el día en que Argentina se consagró y su padre lo puso al teléfono a hablar con “El Diez”.
Tiempo después, el joven Diego ya era una figura y todos querían una foto con él. Hasta las vedettes del momento: Moria Casán y Susana Giménez, quien en enero de 1981 invitó al futbolista a su cumpleaños en el Torreón del Monje. En esos días, también en Mar del Plata, se definiría su pase a Boca Juniors, equipo con el que coronaría el torneo metropolitano.
Más tarde, Maradona sería comprado por Barcelona y más tarde recalaría en Napoli. En el medio, jugó el Mundial de España 1982, fue campeón del mundo en México como capitán de la Selección Argentina y ganó el calcio dos veces, convirtiéndose para los fanáticos en una especie de semidios que apenas podía salir a la calle. Aquello hizo que sus visitas a Mar del Plata se interrumpieran un largo tiempo.
Los escandalosos ‘90
En la década siguiente, con su retorno a Argentina tras el Mundial de Italia, “El Diez” volvió a viajar a la ciudad muchas veces.
La anécdota más recordada tal vez sea la de esa noche de enero de 1994 en la que fue a ver un partido de básquetbol entre Atenas y Peñarol, equipo local que llevaba 17 victorias al hilo y que luego sería campeón de Liga Nacional por primera vez. Cuenta la leyenda urbana que en aquella oportunidad Diego se fue de la concentración de Newell’s para asistir al Súper Domo pero al finalizar el encuentro decidió no volver al hotel. Y pasaron tres días sin que se supiera su paradero, hasta que un grupo de periodistas lo descubrió en su quinta de Moreno. La reacción de Maradona ante el asedio de la prensa fue la peor: pidió que todos abandonaran el lugar y, como nadie le hizo caso, salió a dispararles con un rifle de aire comprimido. Al año siguiente, volvería a la ciudad como entrenador de Racing.
El verano de 1996 tuvo a quien había sido considerado el mejor futbolista del mundo como abanderado de la campaña “Sol sin drogas”, que llevaba adelante el gobierno del presidente Carlos Saúl Menem. Para entonces todos sabían de la adicción a la cocaína que padecía Maradona, quien de vuelta en Boca aseguraba que su intención era la de transmitir su experiencia para que los niños, como sus hijas Dalma y Giannina, no cayeran en la trampa. Y por eso, acompañado de su representante Guillermo Coppola, apareció en Mar del Plata y paseó por los balnearios de La Perla haciendo jueguitos en medio de un megaoperativo policial.
Un año después, alejado de las canchas, Diego concurrió a una marcha en apoyo a los reporteros gráficos que reclamaban justicia por el aberrante crimen de José Luis Cabezas. A pesar de que numerosas veces se había enfrentado a muchos de ellos porque lo perseguían y le tomaban fotografías en su intimidad, Maradona estuvo ahí, en La Rambla, para apoyar y visibilizar su protesta.
“Punta del Este es mufa, y guarda con Mar del Plata”. En 2000, y después de estar al borde de la muerte en la costa uruguaya, “El Diez” fue consultado por la prensa acerca de cómo transcurren las tragedias de los ídolos de la Argentina. Automáticamente, recordó los casos de Monzón y Olmedo y arremetió contra “La Feliz”. La frase, con el sello característico maradoniano, quedó para la posteridad.
“Gomías” marplatenses
A comienzos del nuevo siglo, Maradona comenzó a mostrarse muy cercano a dos empresarios marplatenses, entonces ligados a la nocturnidad porteña. Se trata de Omar Suárez, dueño del boliche Cocodrilo, y de Leo Sucar, propietario de diversas discotecas de la costanera. Los bautizó “gomías”, como a varios otros personajes que componían su entorno, y hasta los convocó a Cuba durante sus internaciones para dejar atrás el flagelo de la droga.
“Una vez me llamó desde Alemania, si no recuerdo mal, a mi casa de Buenos Aires y yo estaba junto con mis hijos en Mar del Plata, viendo un partido de Boca contra Independiente en el Mundialista. Como no me encontraba en el celular por la mala señal, y le habían dicho que yo había ido a la cancha, se comunicó directamente a un teléfono del estadio y me hizo llamar por la voz del estadio para que fuera a la cabina. Era sólo para preguntarme cómo andaba y qué tal era el partido”, recordaría tiempo después Sucar, entre risas.
En noviembre de 2005 un renovado Maradona viajó desde Constitución a Mar del Plata en el Tren del Alba, para participar junto al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y otros líderes de izquierda de la “Cumbre de los Pueblos”.
En febrero de 2006, “El Diez” apareció en la ciudad de sorpresa. Después de comer en una reconocida parrilla propiedad de Hernán Tillous -hoy funcionario del intendente Carlos Arroyo- aceptó la invitación a la tradicional Fiesta de Gente, que se desarrollaba en el mismo hotel de Playa Grande donde se alojará este fin de semana. Al otro día, algún mal llamado periodista de espectáculos le inventó un romance con una joven hasta entonces absolutamente desconocida pero que, de allí en más, acabaría por ser famosa a nivel mundial: Wanda Nara.
Es sabido que en la actualidad, la relación entre Diego Maradona y su ex mujer, Claudia Villafañe, está rota por la disputa de diversas propiedades en el exterior. Sin embargo, lo que pocos conocen es que el matrimonio también supo tener una casa en Mar del Plata. Estaba ubicada a metros de la avenida Constitución y no ha trascendido a quién pertenece hoy. Ambos también compartieron una sociedad para realizar eventos y precisamente algunos de ellos tuvieron lugar en esta ciudad.
Por ejemplo, en 2007, “El Diez” y Sergio Goycochea condujeron World Football Idol, producido en el polideportivo “Islas Malvinas” por el jamaiquino Max Higgins, quien tiempo después se fundiría y terminaría mendigando en las calles de Buenos Aires.
En diciembre del año siguiente, ya convertido en director técnico de la Selección Argentina, Maradona asistió en Mar del Plata al debut de su hija Dalma en la obra teatral Taxi II, que protagonizaban Carlín Calvo y Fabián Gianola.
En febrero de 2010, durante la previa del Mundial de Sudáfrica, un combinado nacional compuesto de jugadores que militaban en el fútbol argentino jugó ante su par de Jamaica en el Minella. Fue victoria para los de Maradona 2 a 1 con los goles salvadores de Martín Palermo e Ignacio Canuto, que evitaron lo que minutos antes era derrota y papelón.
La última vez: Fort, Scioli y
un Rolex de oro para Rocío
La última vez que Maradona estuvo en Mar del Plata fue en el verano de 2011, antes de que fuera contratado como entrenador en los Emiratos Arabes, travesía que lo tuvo alejado de Argentina prácticamente hasta 2018. En esa oportunidad, disputó un partido de Showbol en el Polideportivo, fue al teatro de Tío Curzio a ver la obra de Ricardo Fort, con quien luego se pelearía fuertemente por televisión, y compartió un asado con el entonces gobernador bonaerense, Daniel Scioli, al que acompañó durante el acto de inauguración de un centro de salud en Chapadmalal.
Pero lo más relevante de aquel viaje ocurrió en el Hermitage Hotel. Una joven que tenía el dato de que Diego se alojaba allí se presentó junto a una amiga en el lobby y esperó a que apareciera para conocerlo. Era Rocío Oliva, quien a pesar de las idas y vueltas, se convirtió en su pareja y todavía hoy continúa a su lado.
Cuentan quienes acompañaron a Maradona aquella vez que no salían del asombro cuando, otra vez en la parrilla de Tillous y en plena medianoche de un sábado de enero, mandó a buscar de urgencia a un joyero para comprarle un Rolex de oro a su flamante pretendiente.
El nuevo secretario y un chef prometedor
Los últimos vínculos de Diego con Mar del Plata son casi desconocidos. El más sorprendente lo une a la ciudad a través de su nuevo secretario privado, el reemplazante de los históricos asistentes Gabriel Buono y Sergio Garmendia. Se trata de un hombre calvo que habitualmente le cuida la espalda y que ha aparecido en innumerables fotos y videos durante los últimos dos años, y que nació en “La Feliz”. Su nombre es Maximiliano Pomargo y es el marido de Vanesa, la hermana de Matías Morla, el abogado de “El Diez”.
Si bien es cierto que Pomargo fue dado a luz en la ciudad casi por casualidad y que residió casi toda su vida en Buenos Aires, él mismo se reconoce como marplatense.
“Los argentinos somos así, tenemos una Mar del Plata que parece Cannes pero el agua es muy fría”. La última frase maradoniana en la que cita a la ciudad fue pronunciada a mediados de este año, y obedeció a una crítica de “El Diez” a sus compatriotas, a quienes quiso describir como insatisfechos. La dijo durante un reportaje que le concedió a Martín Arévalo, periodista que a su vez fue el que le presentó al prometedor chef local, Francisco Rosat, quien tuvo la oportunidad de viajar al country donde vive el ex capitán de la Selección Argentina para cocinarle su especialidad: mariscos. Porque ese es otro detalle que aún no se contó. Cada vez que viene a la ciudad, el actual entrenador de Gimnasia Esgrima La Plata aprovecha para degustar las versiones vernáculas de ese plato, su preferido.
La película de Diego Armando Maradona en Mar del Plata comenzó en noviembre de 1976, hace exactamente 43 años. Este fin de semana rodará una escena más y a pesar de que nadie sabe qué le depara a “El Diez” en esta nueva visita, algo es seguro: deseará ser tan feliz como lo fue en la primera de todas.
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