“Fue un empecinado, creo que Piazzolla se sentía un tano laburante”
Julián Vat, director del Quinteto Piazzolla, busca dar a conocer un repertorio menos famoso de Piazzolla, igual de bello y de profundo que sus obras más celebradas. Este sábado se presenta en el Teatro Auditorium.
Lidera el Quinteto Piazzolla, agrupación que nació al calor de la Fundación que lleva al mismo nombre y que busca mantener encendido el legado musical del gran Astor, músico que nació en Mar del Plata y de quien se acaba de celebrar el centenario de su natalicio. Apasionado por la figura del artista que revolucionó para siempre el tango y la música contemporánea argentina, Julián Vat entendió que aún nos queda mucha música de Piazzolla por conocer y por disfrutar. Se trata de un repertorio desconocido, muy bello como el otro que integran obras tan famosas como “Adiós Nonino”, “Libertango”, “María de Buenos Aires” o “Balada para un loco”.
El Quinteto llegará este sábado a Mar del Plata para proponer un repaso por el último disco de la agrupación, llamado “Triunfal”. Se lo podrá ver de manera presencial mañana sábado en la sala Piazzolla -justamente- del Teatro Auditorium, a partir de las 21, dentro del ciclo “Piazzolla 100, identidad marplatense, identidad bonaerense”.
Con un premio Grammy en su larga lista de éxitos internacionales, el Quinteto está formado por los músicos Pablo Mainetti (bandoneón), Abel Rogantini (piano), Serdar Geldymuradov (violín), Armando de La Vega (guitarra), Daniel Falasca (contrabajo) y el mencionado Vat en la dirección musical.
“Tratamos de ir por las zonas menos exploradas e invisibilizadas de la obra de Piazzolla“, contó Vat, y señaló que el concierto de mañana será idéntico al realizado en el Teatro Colón de Buenos Aires, en marzo último, cuando participaron de los festejos por el centenario del nacimiento de Astor.
Tras mucha investigación musical, Vat entendió que Piazzolla hizo aquello del genio de Bela Bartok: “Pintar su aldea”. “Cuando Nadia Boulanger (su maestra) le dice ‘éste es usted’ al escuchar su tema Triunfal, finalmente Piazzolla entiende que ese es su destino, hablar y contar su propia mirada de la música a partir de su propia experiencia. Y casi termina creando un género”, dijo.
Además, el director del Quinteto sigue sorprendiéndose por la capacidad de trabajo de Piazzolla. “Es un tipo que escribió alrededor de 3.000 obras, era una máquina de trabajar. Lo conocí y recuerdo que contaba que, no importaba la hora en que se acostaba, a las 8 estaba arriba en el piano sentado escribiendo, tenía como una pulsión de vida. Y eso hay que reflejarlo, hay que mostrar lo que ha hecho este hombre”.
-¿En cuánto se pareció a un tano inmigrante que trabajaba y trabajaba?
-No creo que él se sienta muy distinto. Fue un empecinado, creo que Piazzolla se sentía un tano laburante. Había un mandato interno que no sé cuánto controlaba, esa pulsión por escribir indiscriminadamente. Es que había tanto para decir, tanto para contar desde su genialidad que necesitaba ponerlo todo. Y la verdad es que se nos fue rápido. Si vos escuchás las últimas composiciones, la serie de las Camorras, tienen una belleza y una hondura y van para otro lado, se venía un nuevo Piazzolla en los ’70, con otra madurez. En el camino quedó una cantidad de música de tanta belleza y tan compartible que la manera de honrarla es visibilizándola.
-¿Considerás que aún nos queda por conocer a ese otro Piazzolla, el de las obras más desconocidas?
-Absolutamente. Hay como una especie de standard de Piazzolla, que son hermosos y que uno no se cansará de tocar, pero hay obras de una belleza única y que hablan de distintos Piazzolla, de sus etapas, de su cercanía o alejamiento del tango y de sus distintas formaciones. Nosotros tratamos que toda esa paleta de Piazzolla esté en el concierto, nosotros investigamos, grabamos y buscamos su música. Incluso la música hecha para el octeto o noneto tratamos de llevarla al quinteto, pero sin tocar el lápiz de Piazzolla. Nosotros cuidamos ese lápiz. No hay una reescritura de la obra de Piazzolla porque no corresponde y no se puede igualar. Es muy difícil ser Piazzolla: aparece uno cada cien años. Y lo que hay que hacer es visibilizar toda la obra, que no es menos bella que la conocida.