Fresán cierra la trilogía y una etapa con su última novela, “La parte recordada”
Rodrigo Fresan.
por Jose Oliva
BARCELONA.- La última novela del argentino Rodrigo Fresán, “La parte recordada”, cierra una etapa que inició en 1991, según el autor, y pone término a la trilogía “La Parte contada”, sobre los mecanismos y engranajes que hacen funcionar la mente de un escritor.
En una entrevista concedida a EFE, el autor afincado en la ciudad española de Barcelona explica que en esta novela (recién publicada por Literatura Random House), el lector va a encontrar “el final de la odisea sobre el protagonista”, que no es él, sino “un escritor que no escribe”.
Es el final de la trilogía centrada en este escritor, si bien, advierte Fresán, “no es una trilogía lineal del tipo de “El señor de los anillos”, sino que se trata más de un tríptico que, depende cómo se plieguen las caras, configuran un dibujo diferente”.
En relación con las otras novelas precedentes, “La parte inventada” y “La parte soñada”, continúa la misma historia, “la búsqueda de este personaje, que intenta recapturar su don perdido, esta vez a través del idioma del recuerdo”.
Aunque los tres libros están escritos en español, “cada uno funciona con su propio idioma, la invención, el sueño y el recuerdo”, que, según autor bonaerense, son “los tres motores que juegan a la hora de que uno decide contar algo”.
Considera Fresán que “en el mismo acto de escribir está implícita la memoria, ya hay un ejercicio de recuerdo y, como decía Tennessee Williams, la obra es memoria”. Insiste Fresán en desligarse de su protagonista, con quien comparte “más filias que fobias”.
En “La parte recordada”, como en las anteriores, juegan una cantidad de “fetiches culturales”, como el álbum blanco de los Beatles, Nabokov, “2001, una odisea del espacio”, unas “filias” que adjudica a su personaje por puro placer porque Fresán es “un defensor de hablar de las cosas que nos gustan, que es sano e higiénico”.
Fresán se autocita en la novela cuando habla de sus propias obras anteriores, una transmutación que convierte su “Historia argentina” en “Industria nacional” o “La parte inventada” en “La historia imposible”.
También aparece la exvicepresidenta del gobierno español Soraya Sáenz de Santamaría: “Regaló mi libro ‘La parte inventada’ en la fiesta de Sant Jordi al entonces vicepresidente catalán Oriol Junqueras; y necesitaba un disparador para que ocurriera algo drástico. La realidad se puso al servicio de la ficción y Soraya me dio la clave”.
Habla Fresán de que esta última novela no sólo cierra la trilogía, sino toda una etapa “con todos los libros” que ha escrito desde 1991.
Siendo sus novelas muy autorreferenciales, Fresán opina que, “en una época de bombardeo audiovisual, no se tiene que renunciar a la literatura del yo”.
Y confiesa que “esa literatura puramente testimonial y ombliguista que abunda en los últimos tiempos, como una especie de compulsión patológica por retratar la realidad”, no le interesa.
En este punto, recuerda a Nabokov, que decía que “la realidad está sobrevalorada”, y a Proust, que también sale en su novela y también nos dejó una lección: “La autobiografía no ha de ser ficción, sino que la ficción se debe convertir en autobiografía, que es un mayor desafío”.
Después de diez años metido en este proyecto de trilogía, Fresán afronta su futuro próximo con “un libro que será un tratamiento de desintoxicación”.
“Se trata de un libro -explica- que había prometido al editor Claudio López Lamadrid, supuestamente más breve y ligero. Cuando murió pensé que estaba liberado de la promesa, aunque ahora estoy más obligado, como una especie de homenaje”.
Y añade: “No solo fue el editor de mis libros, sino que me animó a escribir libros que yo no habría escrito”.
Esta nueva obra, precisa, será un libro de “miscelánea” de anécdotas. “Probablemente, lo más parecido a la autoficción que yo haya escrito nunca”, apostilla.
EFE