Por Natalia Prieto
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Violencia, política, manipulación, corrupción y mentiras dan forma a los siete capítulos de “El Martirio. La historia secreta de la guerra entre Alberto Fernández y Fabiola Yañez“, escrito por el periodista Franco Lindner.
A través de 315 páginas, editadas por Planeta, se desgrana un fragmento de la historia contemporánea, en un suceso de hechos que actualmente se transformaron en una causa judicial que llevó hasta el procesamiento al expresidente de la Nación Alberto Ángel Fernández.

Si bien el libro fue presentado en diciembre pasado, hoy gana más relevancia aún debido a los resultados judiciales que podrían llevar al político peronista a la cárcel.

Éste es un fragmento del diálogo que el autor mantuvo con LA CAPITAL:

-¿Cómo fue el proceso creativo de “El Martirio”, por qué surgió?

-Surgió desde que empezó el caso, en agosto pasado, cuando noté las contradicciones de sus relatos y dije acá hay una novela espectacular que combina violencia, política, intrigas, todo. Fijate la defensa que hace Alberto Fernández en la Justicia en el caso de los hematomas del ojo y del brazo. Son explicaciones, al mismo tiempo, verosímiles y contradictorias entre sí. Él da varias explicaciones, coartadas, sobre lo mismo: habla del alcoholismo de ella y que se golpeaba y caía sola, con tanta puntería que justo se daba en el ojo. Con lo del brazo dice que se ponía violenta estando alcoholizada y él la sujetaba por los brazos para defenderse. Según la versión el golpeado es él mismo. Una locura. En cuanto a lo del ojo dijo que pudo ser un tratamiento estético. ¿En qué quedamos, fue un tratamiento o una caída? También dijo que la golpeó mientras dormía, como un acto reflejo. Movían a risa las explicaciones de Alberto Fernández.

-Quien lee el libro, sin haber vivido bajo la presidencia de Alberto Fernández, se debe preguntar ¿este tipo es mentiroso o se cree inimputable?

-Sí, inimputable. Esa es la palabra. Lo que digo en el libro es que en esta historia no hay inocentes. A priori aparecen un victimario como Alberto y una víctima, para la justicia, Fabiola, que también hace un uso -consciente o no- de ese papel. Hay chats en la Justicia entre ambos que ella le reclama cuestiones económicas, que le consiga un trabajo en España. Él prometía que sí y ella le daba un ultimátum: si para mañana no está solucionado, acordate que esas fotos siguen existiendo. Estamos hablando de las fotos de los golpes, que las estaba usando como chantaje. Y sino se le parece bastante.

Intercambios

-Hay un entrecruzamiento entre víctima y victimario, como que van cambiando ambos de papel.

-Sí. Y también hay una guerra de carpetazos cruzados entre los dos en la Justicia, con pruebas en las que ella aparece en fotos con botellas de champagne en la Quinta de Olivos. Estaría bueno que aclaren quién las sacó, porque eso es gravísimo, es espionaje interno, es usar el espionaje del Estado en contra de una Primera Dama. Es gravísimo. O los audios de él con la mamá de ella en los que hablaba de los problemas de alcoholismo. La madre decía ‘vamos a ver cómo lo manejamos, hoy está mejor’. Al tercer o cuarto mensaje, la mamá dejó de contestar porque se dio cuenta que Alberto grababa todo eso, juntándolo para tener una coartada el día de mañana. También están los audios de él sacado, gritando, puteando. Son carpetazos de uno y otro lado con el único fin de posicionarse de la mejor manera ante una causa judicial que ya se sabía que venía. Incluso Alberto, en el momento de la denuncia de ella, dice que tiene testigos declarando ante escribanos. ¿Cómo sabía de la denuncia? Los dos sabían que si no había un arreglo económico, como no hubo, esto terminaba en la Justicia.

-¿Eran una pareja tóxica o dos mentirosos? Es evidente, por lo que contás en el libro, que estaban por conveniencia. Incluso escribís que ella declaró que a lo largo de los cuatro años de mandato habían tenido sexo una vez.

-Una sola sola vez tuvieron sexo en los 4 años de mandato, eso dijo ella a la abogada. Cuando Cristina Fernández de Kirchner le dice a Alberto que será el candidato presidencial, con Fabiola no tenían una relación estable. Se veían cada dos semanas como amantes. En ese momento él la llama y le dice ‘quiero que seas mi Primera Dama y tu vida va a cambiar’. Esa relación empieza, era más de imagen y de política, porque el candidato tenía que tener una Primera Dama. Él en ese momento tenía otras relaciones, informales, como una exparticipante de Gran Hermano, que cuando se entera de su candidatura lo llama para felicitarlo y Alberto nunca más le contesta un mensaje.

Manipulación al palo

-Tanto por lo que contás en el libro a nivel personal, como lo que mostró como Presidente de la Nación, ¿el tipo es un cachivache?

-Lo definiría como un gran manipulador.

-¿Alberto Ángel Fernández es un violentado, por cómo lo sometía Cristina Fernández de Kirchner (CFK) como vicepresidente, que se convertía en violento?

-Sí, tal cual. No hubo violencia física, según la denuncia de Fabiola, antes de que llegara a la Presidencia de la Nación. Sí psicológica. En la presidencia compartida, CFK le estaba pegando codazos y diciendo ‘che, acá se hace lo que yo digo’. Y esa violencia que vivió creo que la trasladó a la Quinta de Olivos, a su hogar.

–¿El ahora procesado expresidente era un galán o un adicto al sexo?

-Se dice que el poder erotiza. En el caso de Alberto creo que dijo ‘ésta es la mía, llegué a Presidente. Si no es ahora, no es nunca’.

-¿Por qué hay que leer ‘El Martirio’?

-Si te interesa la causa, y es pública y lo sigue siendo, en el libro tenés todos los detalles, la trastienda y la verdad debajo de las apariencias de cómo fue toda la historia de un victimario y una víctima que hacía uso de ese rol de víctima. No había inocentes.