‘Foodies’ en Cuba: recomendando restaurantes en redes a pesar del desabastecimiento
Los influencers cubanos generan contenido gastronómico con una sensibilidad distinta a la de otros "foodies" de países occidentales.
La influencer Flavia Blanco habla en una entrevista con EFE, en el bar Melodrama en La Habana. Foto: EFE | Yander Zamora.
Por Juan Carlos Espinosa
LA HABANA, Cuba.- Cuando le mostraron hace apenas un año videos de influencers españoles hablando sobre comidas y restaurantes, Eduardo (Edu Habana), un habanero de 31 años, tuvo una iluminación. Si ellos podían, él también.
Su trayectoria desde entonces ha sido meteórica: en febrero de 2023 subió su primer video a Youtube y en junio se pasó a Instagram, porque TikTok está bloqueado en Cuba. Ese mismo mes colgó ‘Tres restaurantes que no puedes dejar de visitar en La Habana‘ y la reseña ‘El mejor bufé de Cuba‘.
En cuestión de horas pasó de ser un desconocido a uno de los ‘fodies’ -los influencers especializados en comida- de referencia en la isla. Ahora Edu Habana cuenta con más de 30.000 seguidores, explica en una entrevista a EFE.
No es el único. Una media docena de jóvenes cubanos están cosechando éxitos en este ámbito, como Flavia Blanco, de 25 años y conocida en Instagram como Super Fla Cuba, que suma ya más de 84.000 seguidores.
Novedad y polémicas
Este nuevo mundo era impensable hace apenas unos años. En 2018 empezó el internet móvil en la isla y en 2021 se volvieron a permitir las empresas privadas, lo que posibilitó la apertura de centenares de paladares y restaurantes.
Su actividad no está exenta de polémica. Cuba, en la grave crisis que arrastra desde 2020, sufre desabastecimiento de básicos, entre ellos los alimentos, y los precios de los restaurantes particulares se han disparado tanto que sólo están al alcance de unos pocos bolsillos.
Mientras en estos establecimientos privados un plato principal puede superar el salario medio estatal (4.648 pesos, unos 38,7 dólares al cambio oficial), muchos cubanos esperan horas en la cola para adquirir productos subvencionados con la cartilla de racionamiento.
Esta realidad hace que influencers como Eduardo -quien días después de su entrevista con EFE emigró a Estados Unidos- generen contenido gastronómico con una sensibilidad distinta a la de otros “foodies” de países occidentales.
“Yo odio los restaurantes de clase [gama] alta. Lamentablemente yo creo que el 90 o 95 % de los restaurantes de La Habana son de clase media hacia arriba”, asegura Eduardo, quien se costeó sus reseñas en Cuba con el dinero que generó con dos trabajos distintos.
Blanco no es ajena a estas disparidades, que se reflejan en su vida y en los mensajes que le dejan bajo sus videos en redes.
Ella, que trabaja como dentista -con sueldo estatal- además de ser “foodie” y “community manager” de varios negocios- ha sido criticada por los precios de algunos restaurantes que ha visitado.
“La mayoría de mis videos más virales ha sido por ese tema, tanto de personas en el exterior como quienes residen en Cuba”, reconoce a EFE.
Comer fuera de casa
Ambos jóvenes evitan tomarse los comentarios negativos como un asunto personal. Sobre todo porque, como subraya Blanco, ellos no determinan los precios.
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“Los salarios no corresponden con los precios de los lugares, ni estatales ni particulares. De toda la vida el salario cubano no ha alcanzado para casi nada”, sostiene Blanco, quien también acepta que los locales le paguen por visitarlos bajo la condición de que ella pueda opinar libremente en redes.
Consciente de que comer fuera de casa es actualmente un lujo en Cuba, ambos son cuidados con el tema de los precios. Edu Habana comparte rutinariamente la cuenta con sus seguidores y Super Fla Cuba muestra en redes el menú de los sitios que visita.
No son los únicos en la isla. En los últimos años han surgido proyectos digitales como Menú Cuba, con más de 20.000 suscriptores en Telegram, en donde se comparten los menús de los restaurantes.
EFE.