Fito Páez a 30 años de “La La La”: “Es y será un álbum incorrecto por donde lo mires”
El rosarino recordó los entretelones que rodearon la unión artística y humana con Luis Alberto Spinetta, y el impacto que tuvo en su historia musical.
por Hernani Natale
A 30 años del lanzamiento de “La la la“, su único disco compartido con Luis Alberto Spinetta, el músico rosarino Fito Páez recuerda ese trabajo como una obra “de una libertad absoluta y una desfachatez inédita”, al tiempo que lo calificó como “un álbum incorrecto por donde lo mires”.
“Fue, es y será un álbum incorrecto por donde lo mires. En general, creo que ese desconcierto perdura en el tiempo respecto a este álbum y posiblemente hacia todo el imaginario de gran parte del rock argentino. Siempre hay algo saliéndose de órbita y eso es lo que termina volviéndose su sello distintivo”, expresó Páez a Télam, en medio de un alto en la gira que lleva a cabo por varios puntos de los Estados Unidos.
Lanzado en diciembre de 1986 y presentado en el Estadio Obras Sanitarias, en una serie de fechas realizadas ese mismo mes, “La la la” significó el encuentro entre Spinetta, quien ya era una figura legendaria en ese entonces por su labor en Almendra, Pescado Rabioso, Invisible y Spinetta Jade; y Páez, una de las nuevas figuras del rock, que aparecía como el continuador natural de la tradición musical iniciada por Charly García y el propio “Flaco”.
Mientras Spinetta venía de publicar “Privé”, un disco solista en donde experimentaba con máquinas tras la disolución de Jade y la cancelación de un proyecto de disco conjunto con Charly; Páez, quien se había dado a conocer como músico, compositor y arreglador de Juan Carlos Baglietto, y había sido parte de la banda de García en “Piano Bar”, contaba con dos discos de estudio, “Del 63” y el aclamado “Giros”, y un maxi simple en el que colaboró Caetano Veloso.
El resultado fue un soberbio álbum doble, con 20 composiciones, diez de Spinetta, siete de Páez, un tema firmado por ambos (“Hay otra canción”), una versión del tango “Grisel” de Mariano Mores y Pascual Contursi, y una pieza instrumental de Carlos Franzetti (“Retrato de bambis”).
El disco cuenta con clásicos de ambos autores, como el caso de “Instant-táneas”, “Parte del aire”, “Dejaste ver tu corazón” y “Folis Verghet”, por el lado de Fito; y “Todos estos años de gente”, “Asilo en tu corazón”, “Cuando el arte ataque” y “Un niño nace”, por el de Spinetta.
Del álbum participaron los bateristas Daniel Wirtz y Lucio Mazaira; los bajistas Machi Rufino y Fabián Llonch; el contrabajista Gustavo Giles y la cantante Fabiana Cantilo, entre otras figuras.
Esa época también es recordada porque entre la grabación del disco y la presentación oficial se produjo el asesinato de dos familiares de Fito, en medio de un robo en su casa en Rosario, en un resonado hecho policial que marcó a fuego al músico.
En diálogo con Télam, Páez recordó los entretelones que rodearon esa unión artística y humana, y el impacto que tuvo en su historia musical.
– ¿Cuál es el primer recuerdo que aparece cuando piensa en ese disco?
– Los primeros recuerdos que afloran son los encuentros en nuestras casas comiendo pizzas entre sus niños y los de (el fotógrafo Eduardo Martí) Dylan, nuestro gran amigo en común, que crecían a toda velocidad entre las interpretaciones Spinettianas de (Michel) Foucault y (Jean) Baudrillard, las largas películas de (Werner) Herzog, de quien los dos éramos fans y las canciones que nos íbamos mostrando en esos encuentros que terminaron siendo las canciones de “La la la”. La sonrisa de Patri, la madre de sus hijos y las humoradas permanentes con “El Chofi” (Horacio Faruolo) y el doctor Tangalanga.
– ¿Era una relación de alumno-discípulo o había un trato como pares?
– Luis me trataba como un par y estimulaba mucho mis decisiones. La verdad es que para mí fue una experiencia de discípulo absoluta. Aprecié y aprecio al día de hoy esta inmensa distinción que Luis me concedió pero, mas allá de las subjetividades y puntos de vista, esta fue claramente una situación de maestro-discípulo. Sin olvidarnos que, en la cosmogonía spinetteana o en la de muchos alrededor del mundo, el maestro no cesa de aprender y el discípulo es un territorio fértil para que eso suceda. De todas maneras, lo más importante de entre los hombres no son sus obras sino sus vínculos. Y este fue y es uno de los más importantes en mi vida.
– ¿Se puede comparar ese vínculo con el que usted tuvo con Charly?
– Fue muy similar el vínculo con uno y otro. Todo era exceso de lujo y alegría. Pasión y rigor. Risas y oscuridades. La vida misma. Me siento muy afortunado porque esos dos hombres me abrieran su corazón y me permitieran conocer los detalles de sus obras majestuosas. Y con pocas personas he vuelto a reírme tanto.
– ¿Influenció en la realización de este disco el proyecto trunco entre Spinetta y García?
– No. Fueron proyectos totalmente diferentes. De hecho, llegué a escuchar los primeros demos de aquel “Games of Thrones”. Eso sí que fue un encuentro de titanes. Las ideas de Charly interviniendo “Todos estos años de gente” o “La pelícana y el androide” fueron de alto impacto cuando las escuché por primera vez. Luis era muy generoso. Dejó que yo le implantara a “Todos estos años de gente” toda la parte instrumental del Do menor en el medio y en el final de la canción a la manera de un descanso. Sin embargo, a Charly no le gustaban el Sol y Fa sexta, séptima mayor, de Luis Alberto en la bajada oldie de esa misma canción que, por otro lado, era de Luis. Posiblemente, el encastre de los espíritus no sea una materia tan sencilla de desentrañar.
– Spinetta comentó en varias ocasiones que la unión no fue muy respaldada por la compañía discográfica. ¿Recuerda presiones o limitaciones en este sentido?
– Posiblemente la franja de los asustadizos y conservadores se haya acrecentado con el paso de los años. Pero no hubo presiones de ninguna índole. En todo caso, siempre fuimos temerarios.
– ¿Analizó en ese momento el impacto que podía tener ese disco en su carrera?
– Siempre hice lo que quise. Nunca hago planes. No está en mi naturaleza. Puedo intentar balbucear un futuro próximo en una entrevista para salir del paso pero sé que ese plan, inexorablemente, no se cumplirá. La vida es más grande que uno.
– ¿Quedó algún tipo de deuda pendiente por el hecho de no haber compuesto más canciones juntos?
– Definitivamente no. No importaba quién firmara. “La la la” fue esa fotografía de Eduardo Martí. Los dos rostros fusionados en uno. Los dos cantando al unísono varios tramos de las canciones, componiendo una sola voz. Luis comandando las mezclas de mis canciones y yo las de él. Fue una experiencia de hermandad profunda y absoluta. Mientras tanto, nos divertíamos creando un nuevo Frankenstein de muchos sexos e infinitas modulaciones, que hablaba en muchos idiomas y viajaba en su propia máquina del tiempo.
– ¿Por qué no hubo más shows juntos?
– Luis no quiso hacer más presentaciones porque no le interesaba el negocio que le proponían. Yo no estaba en este mundo en aquel momento así que nuestras cuestiones paganas las resolvió él. Con pasión y cuidando a la familia. Protegiendo nuestra obra.
– ¿Qué impacto tuvo en esta obra la tragedia familiar que le tocó vivir?
– El asesinato de la calle Balcarce fue posterior a la grabación del álbum. Fabi Cantilo logró sacarme de la cama y quitarme el whisky, después de varias semanas de encierro, y me llevó a la rastra hasta la sala de la calle La Mar, en el barrio de Caballito. ¡Gracias Fabi!
– ¿Cuál fue la principal enseñanza que extrae de esa época?
– No hay nada principal. Es todo principal. Luis fue una persona inolvidable. Mi vida hubiera sido otra sin él. En aquella época, en las anteriores y en todas las que vinieron.
– ¿Qué lugar ocupa en su discografía La La La?
– “La la la” son mis tres pulmones auxiliares. Cuando me cuesta respirar, los prendo y vuelvo a vivir.
Télam.