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Interés general 13 de septiembre de 2020

Fidel Voglino, el hombre que juntó más de doscientas camisetas por amor a una sola

La notable colección de un hincha del San Lorenzo marplatense. Desde 2003 reunió 212 de 53 países distintos. Sólo "rojinegras" y a rayas verticales. La pasión y la historia que hay detrás del inusual "hobby".

Fidel Voglino y la mesa llena de camisetas rojinegras. Historia de una colección poco común.

por Sebastián Arana

 
La esquina de Avellaneda y Mitre fue su hogar cuando, desde su Bahía Blanca natal, llegó a Mar del Plata. Corría el año 1956. Pudo haber elegido Kimberley, el otro club del barrio. Los pasos de Fidel Voglino, sin embargo, se dirigieron unas pocas cuadras más allá. Ahí se encontró con San Lorenzo, una de las pasiones que alimentaron su vida. “No me arrepiento en absoluto de esa elección”, sostiene hoy con orgullo.

Unos años después comenzó a seguir las campañas de San Lorenzo. “Creo que mi pasión comenzó con los Nacionales. San Lorenzo debuta en ese torneo en 1967 empatándole al Racing campeón de América y del mundo con gol de Modesto Benítez. Tengo su camiseta de aquel día”, apunta, y manda la imagen que lo demuestra.

Una foto notable que le sacó en su momento el diario El Atlántico en 1984, gritando colgado del alambrado un gol con Roberto Vázquez, Marcos Leiva y el japonés Kawakami, retrata su amor por San Lorenzo. “Ese día mi madre estaba internada muy grave en una clínica local. A los pocos días falleció. Pero la pasión superaba mi dolor”, apunta con tristeza.

Fidel festeja colgado del alambrado con Roberto Vázquez, Marcos Leiva (10) y Yasushi Kawakami un gol a Mitre en 1984. Pura pasión por San Lorenzo.

Fidel festeja colgado del alambrado con Roberto Vázquez, Marcos Leiva (10) y Yasushi Kawakami un gol a Mitre en 1984. Pura pasión por San Lorenzo.

Una vez jubilado de Obras Sanitarias, esa pasión le proporcionó a Fidel un gran antídoto contra el aburrimiento. “Buscaba hacer algo relacionado con mis dos pasiones: el fútbol y mi San Lorenzo. Entonces encontré una salida a la que me volqué casi exclusivamente: coleccionar camisetas. Como no me gusta ser como la mayoría, lo hice con los colores de San Lorenzo, pero de otros equipos”, contó.

“Camisetas ‘rojinegras’, pero sólo a rayas verticales. Me ofrecieron de Colón o Ñuls, pero no califican. Tengo prácticamente de toda América y te diría del 70% de los países europeos, incluso de Asia. Te diría que me convertí en un erudito en saber en qué países hay clubes con camisetas rojinegras a franjas verticales”, amplió.

La colección llega hoy a 212 camisetas de 53 países distintos. “He comprado, canjeado, pero la mayoría fueron regalos. Les escribía a los clubes, pero por lo general responden que por razones económicas no pueden regalarlas. Un día escribí a Atlético Paranaense, uno de los equipos con camiseta igual a la nuestra. Me contesta un señor muy amablemente y me dice que se siente muy honrado de que su club tuviera hinchas en Argentina, yo no le había explicado bien el motivo y tampoco se lo aclaré. Al tiempo recibo una camiseta espectacular, la misma que usaban en la Copa Libertadores. Cuando le agradecí, me confesó que había visto mi correo electrónico por casualidad. Me aclaró que esa no era su tarea porque…¡era el presidente del club! Algo increíble”, apuntó.

“Otra forma de ampliar la colección fue escribirle a ex futbolistas de los clubes que me interesaban. Así conseguí cerca de veinte. Las últimas, antes del aislamiento, me las trajo el ‘Tute’ Corbalán, un jugador de nuestro club. Recibí camisetas hasta de Brunei, un sultanato del sudeste asiático, rodeado por Malasia: ¡me la mandó el piloto del avión privado del Sultán!”, relata, entre orgulloso y asombrado.

Hay camisetas de su colección que le llegan hasta el fondo del alma. La primera tiene una historia singular. “Vi muchas veces salir campeón a San Lorenzo. Pero por timidez nunca se me ocurrió saltar el alambrado a sacársela a un jugador. Un día, antes de una final con Deportivo Norte, tomé coraje y le pedí la camiseta a uno de los muchachos que almorzaban en el club. Su respuesta me dejó triste. ‘Lo siento en el alma, hoy es mi último partido en el club, el miércoles me voy a radicar a España y se la prometí a mi mamá’, me dijo. Ese día ganamos 1-0 y ese chico, Marcos Junis, hizo el gol. Al día siguiente vino al club con una bolsita bajo el brazo y me dijo: ‘Esto es para vos. Mi madre entendió que la merecías más que ella’. Es la primera y la camiseta que más quiero”, apuntó.

Voglino tiene otras historias de camisetas que le llegaron mucho. “En cierta oportunidad vino a casa un matrimonio. Un ex jugador, con otra bolsita bajo el brazo, y su esposa. Me dio la bolsa y me dijo: ‘Con esta camiseta debuté en el club, la tenía destinada para mi primer hijo. Pero no lo pudimos tener. Ahora queda en buenas manos’. Yo no lo podía creer. Ese jugador era Jorge Rapetti“, apuntó con emoción.

Una reliquia. La camiseta con la que Modesto Benítez le marcó a Racing el primer gol de San Lorenzo y de un equipo marplatense en los viejos Nacionales.

Una reliquia. La camiseta con la que Modesto Benítez le marcó a Racing el primer gol de San Lorenzo y de un equipo marplatense en los viejos Nacionales.

Los grandes símbolos “patanegras” no podían estar afuera de las anécdotas de Fidel. “Una vez me dijeron que para ver a un ídolo del club tenía que ir a Alberti al 600. Como no tengo auto, fui en colectivo hasta la vieja Terminal y subí, a pie y lloviznando, la loma de Alberti. Llevé una camiseta para que me la firme y en un kiosco, acurrucado por el frío, encontré a Cacho Eresuma. Me firmó la camiseta ahí nomás y todavía guardo ese tesoro. Aunque mi ídolo fue ese vago, simpático, manguero y gran jugador que fue ‘Mingo’ Loyola, cuando falleció Eresuma, me sentí obligado a ir al velorio a agradecerle por todos los goles que me había hecho gritar”, confesó.

“Guardo todas esas camisetas en cajas. No pienso armar una muestra o algo por el estilo. Ni me lo permite mi salud, ni dispongo de un sitio muy amplio. Necesitaría igual cantidad de perchas. Enmarcarlas sería un gasto enorme. Mi hijo me va a ‘matar'”, comenta con humor.

Voglino, además de hincha, llegó a ser secretario de su San Lorenzo. “Pero no tenía capacidad para ello. No servía, la timidez me acobardaba hasta para hablar en un balance de fin de año ante diez personas a los cuales conocía”, confesó.

“Siempre iba a la Peña del club de los jueves. Éramos como cuarenta y terminamos siendo ocho. Pero tuve problemas de salud. Pasé un mes internado en terapia con respirador en la Clínica Colón y luego un mes más en una habitación común. De allí en mas nunca pude recuperarme. Pese a que vivo a dos cuadras, ya no puedo ir a club”, continuó.

Pese a todo, y pese a la cuarentena, Fidel sigue enfocado en aumentar su colección. “Me falta una camiseta blanca de San Lorenzo que tenía la publicidad de Crush. Pero te voy a repetir algo que les dije a los muchachos del club cuando me consultaron por un diseño nuevo de casaca. A mí me gustan que los clubes jueguen con los colores con los que nacieron. Como jugaban los hermanos Bortolotto en la década del ’20, cuyas camisetas también tengo”, finalizó el hombre que juntó más de doscientas camisetas y va por más. Y sólo por amor a una sóla.



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