Quince años, tres discos y un festival que realizan todos los años: este es el saldo más que positivo que saca la banda Exiliado, formada por Franco Coco Carobino, Joan Manuel Barceló y Nelson Malawka. Para celebrar todo el camino recorrido, que es mucho para una formación de power trío gestada desde Mar del Plata, se presentarán este sábado en un recital que realizarán en Vorterix Club (Diagonal Pueyrredon y Bolívar). Ya anunciaron que grabarán el show en vivo.

Con giras en las que llevaron su música a encuentros nacionales, internacionales, conciertos y festivales alrededor del país, Exiliado atesora esa experiencia pero no se conforma. “Siempre fuimos una banda que desde el año cero nunca paró de hacer. Hay momentos en que las bandas deben sobrevivir a sí mismas y otras en las que hay que salir a matar. Todos estos años nos enseñaron que siempre volvés arrancar”, dijo Carobino, en una entrevista con LA CAPITAL.

Se infiere que el aprendizaje también es personal, además del que realizan como banda de rock. Es que los músicos empezaron a trabajar como tales siendo muy chicos y desde la zona sur de Mar del Plata. Fue esa lejanía la que imprimió su nombre. “Aprendés todo el tiempo qué te falta, qué sos y qué no sos, la clave está en no bajarse de lo que querés seguir sintiendo, también en saber esquivar las balas que llevan tu nombre·, agregó el vocalista.

-¿Cuál te parece que es el lugar del metal o de la música de power trío como ustedes en medio de otras sonoridades que surgen y que se extienden entre los nuevos públicos?

-A diferencia de otros géneros, este siempre va a ser una línea recta que no cuente con tantas ondulaciones, hasta en sus peores momentos. Independientemente de las modas y del consumo masivo, sigue siendo un movimiento que invita a la reflexión del ser humano desde otro lado. También hay una gran responsabilidad por parte de los artistas del género que han “ablandado la milanesa” para que las personas tiendan a ir a otros rincones musicales. En los términos culturales de hoy, sabemos que lo que hacemos no es mainstream. También la pandemia acompañó el cambio de paradigma a la hora de consumir la música.

-“Egolución” se llama el último disco que sacaron. ¿El concepto supone una crítica al mundo del rock?

-Se trató de ejemplificar la idea de la involución del ego más como sociedad que como un palo para el rock. Creemos fielmente que cada vez estamos sumergidos en un mundo individualista alimentado por nuestra modernidad, con lo instantáneo y la ansiedad social que generan los aparatos que nos acompañan. Esto también cruza a la música, a su manera de vivirla. Un ejemplo claro es cómo cambió la manera de conectar con la música. Siempre un recital fue el ejemplo vivo de la comunión entre el artista y su público. Y hoy la libido del músico se encuentra en las redes (sociales) más que en la gente que acompaña su movimiento en la realidad.