Ethan Lindenberger: “Quienes no vacunan lo hacen para proteger a sus hijos”
Ethan Lindenberger, durante un encuentro en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Foto: EFE.
por Alvaro Celorio
NUEVA YORK, Estados Unidos.- Con solo 18 años, Ethan Lindenberger es el nuevo objetivo de los antivacunas tras desvelar que, nada más cumplir la mayoría de edad, se inoculó contra los deseos de su madre: “Quienes no vacunan lo hacen por la misma razón por la que quienes lo hacen, proteger a sus hijos”, afirma.
“Cuando era pequeño, me decían que las vacunas no eran seguras ni efectivas”, explica el joven en una entrevista con la agencia EFE, quien desde que se conociera su historia el pasado noviembre se ha convertido en uno de los más destacados activistas en defensa de las vacunas de Estados Unidos, donde los escépticos son cada día más numerosos.
“Durante la adolescencia empecé a ver pruebas contradictorias y discusiones en internet, algunas de las mayores organizaciones sanitarias como los Centros de Control y Prevención de Enfermedades no estaban de acuerdo con algunas de las creencias en las que crecí: que las vacunas causan autismo o daños cerebrales”, detalla.
Su familia, protestante con fuertes creencias religiosas, y en concreto su madre, se mostraron radicalmente opuestos a las inoculaciones pero la curiosidad de Lindenberger, nacido en 2001, hizo que en noviembre acudiera a foros de internet para preguntar cómo vacunarse.
En diciembre, se inmunizó contra el tétanos, la polio o el sarampión. Y en marzo, testificó frente al Congreso de Estados Unidos para contar por qué se había rebelado contra su familia.
En este país, el movimiento antivacunas ha arraigado con fuerza en un momento en el que el sarampión, enfermedad considerada hasta este año erradicada, se ha extendido a lo largo y ancho de la nación: 1.077 casos hasta ahora en 28 estados diferentes.
Es por eso que Unicef ha puesto en el foco a la desinformación, los engaños disfrazados de información veraz, y ha reclutado a Lindenberger para participar en un acto este viernes en Naciones Unidas con expertos mundiales en el asunto y hablar sobre los peligros de las noticias falsas sobre medicina para la población.
Para Ethan, esto es un orgullo ya que Unicef trabaja directamente con niños y su labor la hace por ellos: “Tengo hermanos que tienen tres y cinco años y si estuvieran en contacto con estas enfermedades podrían perder sus vidas”.
“Parece muy simple: vas al doctor, te dicen que las vacunas son efectivas y que salvan a gente, haces algo de investigación y te das cuenta de que tiene sentido. Pero para otra mucha gente, la confianza que tienen en la industria médica y en los doctores es casi nula”, abunda Lindenberger.
La relación con su madre es buena, dice, aunque ella declaró tras saber que su hijo se había vacunado que era como si le hubieran “escupido en la cara”.
Con todo, él también entiende a quienes no vacunan a sus hijos porque “buscan protegerlos de un riesgo del cual han sido convencidos”.
“Creo que su reacción de tener miedo y estar triste tiene sentido. Mucha gente que está tan comprometida con este asunto dice que la gente que no vacuna es maliciosa. No. Solo están mal informados y no vacunan por las mismas razones por las que los padres vacunan: quieren proteger a sus hijos y que estén sanos y salvos”, dice desde la sede de Unicef.
Su madre fue víctima de esta desinformación y el origen fue Facebook: “Creo que prohibir este contenido no es una solución. He oído a gente muy entusiasmada, pero yo estoy a favor de la libertad de expresión y lo entiendo. Hay otras soluciones, como identificar con una etiqueta si la información ha sido catalogada de falsa”.
En medio año desde que saltó a la fama, Lindenberger se ha tenido que enfrentar al acoso constante de los grupos antivacunas, que se dirigen a él a través de redes sociales con mensajes amenazantes y que, incluso, publicaron en internet la ruta de su vuelo a Washington para acudir al Congreso. Por seguridad, tuvo que cambiarlo.
“Intento no ponerme a su nivel. Hubo un artículo sobre mi propio padre diciendo que era un cobarde y un peón pagado por el Gobierno para orquestar mi historia”, explica dolido, ya que su padre es una “persona genial” que lo ha apoyado a pesar de no ser provacunas.
Si bien todo parece indicar que Ethan quiere dedicar su vida a la medicina, la ciencia o el activismo, el muchacho explica que su evangelio será otro: “Mi vocación está en el clero y en trabajar dentro de la Iglesia y la cristiandad”.
Su defensa de la ciencia y las vacunas, eso sí, se extenderá a grupos escépticos como el de los cristianos protestantes y asegura que “aunque no me dedique a la medicina, seguiré defendiendo las vacunas durante el resto de mi vida”.
EFE
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