Por Vito Amalfitano
“Del segundo no se acuerda nadie”, dijo Diego Simeone tras la derrota en la final e la Liga de Campeones, en la definición con tiros desde el punto del penal, de su equipo, Atlético de Madrid, otra vez ante Real Madrid, ahora en Milan, para postergar una vez más el sueño de ser monarca del fútbol europeo.
“Perder dos finales es un fracaso”, agregó el técnico argentino de Atlético de Madrid.
Otra vez a Simeone lo condenan más sus palabras que su propio trabajo. Si él mismo se pone ese límite, si insiste con que haber llegado una final entre todos los equipos europeos no sirve para nada porque “del segundo no se acuerda nadie”, tira por la borda todo lo bueno que su equipo hizo al menos en la reacción del segundo tiempo reglamentario de la final ante Real Madrid, después de haber sido claramente dominado en el primero. Si “perder dos finales es un fracaso” Simeone mismo se contradice con el elogio al esfuerzo de sus propios dirigidos y le resta valor a su muy buen trabajo. A un supuesto “fracasado” no se lo puede elogiar. Todo lo contrario a lo que debe ser el espíritu del fútbol y del deporte en general.
Ariel Holan, el DT de Defensa y Justicia, reflexionó días pasados, en el programa Estudio Fútbol, de TyC Sports, sobre lo conseguido por Simeone en Atlético de Madrid en general y el triunfo ante Bayern Munich en particular (en los penales). “Se puede ganar de todas las maneras, cada estilo es respetable, ahora hay que ser claros y decir que en ese partido las estadísticas fueron más contundentes que nunca. Bayern Munich llegó 37 veces y Atlético de Madrid 5. Con esos números en fútbol no queda más que encomendarse al Gauchito Gil y San Expedito, no me digan que eso es producto del trabajo o que el triunfo fue el derivado de una determinada manera de jugar”, propuso Holan para el debate.
Así de simple. Atlético de Madrid cuenta con jugadores de gran relieve internacional. Y un técnico muy inteligente, y motivador. No llegó a dónde llegó de casualidad. Pero el propio Simeone insiste con que la tenencia de la pelota no es lo fundamental o prioritario en el fútbol. Y, en general, se nota en los grandes partidos de Atlético de Madrid. Así, cuando se enfrenta a equipos de igual o mejor caudal individual o colectivo, sin la pelota solo queda encomendarse al Gauchito Gil o San Expedito nomás (con el mayor respeto a quienes creen y creemos dentro de nuestra fe cristiana, aunque a eso apelamos para cosas más importantes que el fútbol).
Algunas veces le salió bien a Simeone, como ante Bayern Munich. Ayer los rezos no alcanzaron. El “destino” saltó para otro lado. Paradójicamente, Atlético llegó al empate en Milan cuando por fin se soltó a jugar a la pelota. Y se quedó sin nada en la parte de “perinola” que tienen los penales. Pero cuando vos vivís en la cornisa y tu riesgo es darle la pelota al rival y depender solo del esfuerzo, la mística y el rezo a todos los santos, no hay derecho al pataleo.