Escenas de una convivencia interplanetaria en un libro escrito con humor y guiños a las series de TV
“El marciano que duerme en el altillo”, escrito por Jorge Pittaluga e ilustrado por Dana Mucci, narra las aventuras de un extraterrestre que viaja de Marte a la Tierra gracias a un programa de intercambio cultural. Sarcasmo, ternura y homenaje a las sitcoms de los 80 y 90 son algunos de los ejes de este texto creado por una dupla marplatense y destinado tanto a chicos como a adultos.
Jorge Pittaluga y Dana Mucci, autor e ilustradora de "El marciano que vive en el altillo".
Por Rocío Ibarlucía
Niña Pez Ediciones acaba de publicar “El marciano que duerme en el altillo”, un libro escrito por Jorge Pittaluga e ilustrado por Dana Mucci que propone una historia absurda y entrañable: una familia recibe en su hogar a un marciano de tres ojos, cinco brazos y dos piernas, llegado a la Tierra desde Marte en el marco de un peculiar programa de Work and Travel interplanetario.
“Con mucho de viaje y poco de trabajo”, como aclara el autor, músico y docente marplatense Jorge Pittaluga en diálogo con este medio, el marciano se sumerge en la cultura terrestre con entusiasmo y curiosidad, mientras su nueva familia humana también debe adaptarse a sus costumbres marcianas. La obra alterna escenas hilarantes con momentos de genuina emotividad, logrando un equilibrio que atrapa tanto a niños como a adultos.
De hecho, “El marciano que duerme en el altillo” está pensado para niños y niñas de entre 8 y 12 años, es decir, idealmente para quienes estén transitando los últimos años de la escuela primaria o los primeros de la secundaria. Sin embargo, los comentarios irónicos del narrador, que es el padre de la familia, y las notas al pie con comentarios sarcásticos, también invitan a que sea disfrutado por los más grandes.
Cada capítulo, de una o dos páginas cada uno, narra una escena, absurda y cómica, de la convivencia entre los integrantes de la familia y el marciano. Porque el protagonista, a quien llaman Mars porque tiene un nombre impronunciable para los terrestres, desea experimentar con todo lo que hacen los humanos: cocinar, cantar, tocar el piano, pintar cuadros, meterse al mar, jugar al tenis, ir al colegio, ser youtuber o manejar un auto. Estas exploraciones del protagonista desbaratan la rutina familiar, pero también generan vínculos afectivos que trascienden las diferencias geográficas, culturales y biológicas.
El autor y la ilustradora conversan con LA CAPITAL sobre el proceso de creación de este libro. Una obra que se destaca por su tono sarcástico, sin abandonar nunca la ternura, y que rinde homenaje –tanto a través de su historia como de su estética visual– a las sitcoms que han tenido como protagonistas a extraterrestres.
Jorge Pittaluga y Dana Mucci muestran los bocetos de su libro, en la redacción de LA CAPITAL.
-¿Cómo surgió la historia?
Pittaluga: -Empezó más bien como un juego de escritura, que fui publicando en Facebook, hace ocho años, a modo de capítulos sueltos de una hoja, máximo, que respondían a la pregunta de qué puede querer hacer un extraterrestre que está de visita viviendo con una familia humana.
-¿Hubo algún disparador?
Pittaluga: -Está inspirado en parte en Alf, de hecho el extraterrestre es fan de Alf y ve E.T. por televisión, pero empezó más bien como un juego de escritura al que fui sumando capítulos muy aisladamente en Facebook, o sea, como un blog. Hasta que en un punto desarrollé una historia de fondo y me puse a escribir pensando en un fin, porque si no podía ser eterno. Podríamos compararlo con los capítulos unitarios de una sitcom, en los que el extraterrestre quiere ir a la playa, a la escuela, a un club deportivo, etcétera. Después, la historia de fondo me dio el pie de cómo lo podría cerrar. Cuando ya tenía armado el texto, pensé que sería bueno ilustrarlo.
-¿Ustedes se conocían de antes?
Mucci: -Fui alumna de Jorge (Pittaluga) en el colegio Illia. Nos cruzamos casi todos los años porque fue mi profesor de música y también porque tomé el taller de bandas que él dictaba, todos los años que pude.
-¿Y cómo fue el trabajo para integrar imagen y texto?
Mucci: -El texto se hizo primero, así que a partir de ahí empecé a trabajar. Fue mi primera experiencia ilustrando un texto literario, más allá de los ejercicios que hice en la carrera de la Malharro, y fue todo bastante lúdico y laxo. Empecé trabajando con las primeras ideas alrededor del marciano. La única indicación que tenía del texto era que tenía tres ojos, cinco brazos y dos piernas. Después, seguí con los integrantes de la familia y el espacio, sobre todo el altillo, que aunque no se muestre demasiado en el libro, como ilustradora tenía que crearlo igual para ubicar a los personajes. Así que tuve total libertad para crear. La única referencia que me había dado Jorge era que fuera una familia muy de sitcom, personajes típicos de una familia televisiva.
Bocetos de Dana Mucci.
“Pensar los textos desde la sonoridad”
Jorge Pittaluga, nacido en Mar del Plata en 1973, es además de escritor, músico, profesor superior de Educación Musical, licenciado en Artes y Magíster en Educación Artística. Su trayectoria literaria incluye los libros de relatos “Temporada de huracanes” (Puente Aéreo Ediciones, 2016) y “La guerra del lunes” (Editorial Vinciguerra, 2021).
-Jorge, ¿qué vino primero: la música o la escritura?
Pittaluga: -La música. Yo estudié música desde finales de la primaria y durante toda la secundaria, me recibí a los veintialgo, empecé a dar clases incluso antes de haberme recibido, en jardín de infantes, en la primaria, en secundaria y nivel terciario, ya tengo 28 años de docente. Después, toqué en bandas como Cyrano.
-¿Y cómo nació tu incursión en la escritura?
Pittaluga: -Primero, con poemas, con textos que publiqué en algún blog a los 20, más o menos, y después empecé con la microficción, tengo dos libros de relatos cortos, y tengo cosas escritas más extensas que están por ahí esperando turnos en alguna editorial, pero ya orientándose más hacia la fantasía, la ciencia ficción. Pero trato de no encasillarme.
-¿Y sentís que en algún punto tu formación musical impacta en tu escritura?
Pittaluga: -Sí, soy muy obsesivo en eso del sonido. Si hay algo que me ayudó mucho fueron los talleres de escritura que hice con Evangelina Aguilera. Al principio escribía muy largo, con oraciones de cinco renglones, o sea, era una cosa casi irrespirable. Por otro lado, me resulta mucho pensar los textos desde la sonoridad, o sea, yo escribo y lo leo en voz alta, quiero que suene, entonces tuve que aprender a acortar, achicar las descripciones, a no poner cinco adjetivos a cada oración, tuve que aprender que menos es más. Pasa también en los grupos musicales, o sea, al principio querés tocar todas las teclas y después te das cuenta de que con tres dedos la cosa funciona, depende lo que estés haciendo. Con la escritura pasa lo mismo.
-¿Podrías definir tu estilo? Después de haber publicado tu tercer libro de ficción, ¿reconocés que haya una continuidad, una búsqueda común?
Pittaluga: -Trato de ir hacia lo fantasioso, pero no muy explícito, o la ciencia ficción pero en un nivel más sugerido, no la ciencia ficción dura, sino un poco más introspectiva o historias cotidianas en las que algo extraño irrumpe. Yo empecé leyendo (Isaac) Asimov, después Philip Dick, ya ahora no me interesa tanto la ciencia ficción del tipo con la pistola de rayos láser o con robots. Sí cuando tiene algo más de fondo o más humano o que se relaciona con cuestiones que podés aplicarlas a lo actual. Me interesa cuando lo cotidiano se desencaja y, aunque estés hablando del futuro, podés hacer una interpretación de algo real.
Una de las ilustraciones de Dana Mucci para “El marciano que vive en el altillo” (Niña Pez Ediciones).
“Algunos no dejamos nunca de dibujar”
Dana Mucci nació en 1994, también en Mar del Plata. Es técnica ilustradora formada en la Escuela de Artes Visuales Martín Malharro. Su trabajo como ilustradora freelance y su co-creación de la Feria Dibujito demuestran su compromiso con el arte visual. En “El marciano que duerme en el altillo”, Mucci logra traducir el humor y la ternura del texto en imágenes relacionadas con las series televisivas.
-Dana, ¿cómo empezaste en el mundo de la ilustración?
Mucci: -Como el cuento viejo, todo el mundo dibuja, nada más que algunos no dejamos de hacerlo nunca. A mí siempre me gustó dibujar, desde la infancia. En la secundaria estaba más metida con la música pero nunca dejé de lado el dibujo. Y a la hora de elegir una carrera, yo me había volcado para hacer Diseño Gráfico hasta que hice la formación básica en la Malharro y un profesor me dijo: si te gusta dibujar, ¿por qué no hacés ilustración?
Recién al elegir la carrera, me empecé a volcar más en el mundo de la ilustración. Y fui descubriendo, carrera mediante, trabajos que iba probando, para editoriales o juegos, etcétera. Mientras estudiaba no tenía muy en claro todavía qué es lo que quería hacer porque hay muchísimas ramas de la ilustración.
-¿Y cómo describirías tu estilo o la rama que más te gusta?
Mucci: -Como mucha gente de mi edad, criada entre los 90 y los 2000, lo que me gusta dibujar tiene que ver con el animé y los dibujos animados que miraba. A mí todo lo que es el mundo de Japón me encanta, entonces claramente tengo mucha influencia de ahí. Es difícil describir mi estilo, porque, por ejemplo, la carrera te enseña que tenés que adaptarte al pedido, porque uno no deja de ser un trabajador que tiene que adaptarse a lo que tiene que ilustrar. Pero diría que mi estilo tiene como influencia el animé, lo japonés, lo colorido. Ahora, un poco a partir de este libro y un poco a partir de proyectos propios, estoy explorando más la parte infantil, que cuando yo estaba estudiando la carrera era algo que me interesaba, pero sentía que los libros infantiles eran mucho más objetos de artista plástico que de ilustrador.
-¿Cómo sería eso?
Mucci: -Más experimentales, más pictóricos, con juego de técnicas mixtas, pintura, collage. En cambio, yo exploro más lo digital, sobre todo porque cuando me recibí entré en una empresa de videojuegos. Hoy en día un 90% de lo que hago es digital. Por otro lado, es una pena que lo ilustrado esté relegado al público infantil, pasa lo mismo con las películas animadas. No porque sea animado necesariamente debe ser para público infantil. También se hacen cosas muy buenas animadas que son para público adulto. Por ejemplo, en los premios Oscar está la categoría de mejor película animada y no debería ser una categoría aparte, es una manera de contar historias más, igual de válida que el live action, es decir, con humanos.
-¿Y por qué creés que asociamos el dibujo con lo infantil?
Mucci: -Supongo que porque mucha gente dibujaba de chica y nunca más lo volvió a hacer de grande y quedó anclada a esa memoria.
Pittaluga: -Es cierto, cuando le damos un lápiz a un chico, uno no esperaría otra cosa que no sea dibujar. Ahora, cuando le das un lápiz a un adulto, querés que escriba, no que dibuje.
-¿Y qué esperan que este libro genere en los lectores?
Pittaluga: -Quizá el libro genere, al terminar la lectura, que tanto el público infantil como el adulto pueda dibujar su propio marciano. También podría alentar a que los lectores inventen historias en el medio. Por otro lado, creo que el libro invita a pensar a la inversa, o sea, qué pasaría si vos tuvieras que adaptarte a un contexto distinto, es decir, si vos fueras un marciano en otro territorio.
Un libro sobre las diferencias
Más allá de su humor absurdo, la obra aborda temas universales que podrían vincularse con la inclusión, la empatía y el respeto de lo diferente.
“Evangelina Aguilera, una profesora amiga que nos ayudó a editar el texto, me comentó que el libro podía interpretarse desde la inclusión de las diferencias. Es algo que no había pensado al escribirlo, pero tiene sentido. Al final, el marciano puede leerse como alguien que tiene que encajar en un lugar que no le es propio. El libro, aunque mantiene un tono infantil, se presta a distintas interpretaciones”, reflexiona Jorge Pittaluga.
“El marciano tiene experiencias que acá no son comprendidas y trata de adaptarse –agrega–, que también es una cuestión medio Alf en ese sentido, o sea, choca desde lo gracioso cuando quiere imponer la rutina de afuera acá y no entiende cómo esto de acá se hace acá. Es un libro que muestra el choque de culturas, pero planteado desde lo lúdico”.
Sin embargo, el autor aclara: “No quise forzar esa lectura. Fue un juego de escritura que, con el tiempo, tomó forma y ahora es un libro que tiene vida propia, el lector hará sus propios recorridos”.
***
“Un marciano que vive en el altillo” ya se encuentra a la venta en la librería El Gran Pez (Santiago del Estero 2052).
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