“Es la alegría que me faltaba en la vida”
Pocos días después de tener un hijo, Mariscal se dio el gusto de festejar un título como entrenador en el fútbol marplatense. Condujo a Banfield a la cima del Torneo Apertura.
Por Juan Miguel Alvarez
David Mariscal disfruta los días más felices en sus 49 años. En poco tiempo vivió dos momentos que lo marcarán para siempre. El más importante fue el nacimiento de Theo, su primer hijo. Desde entonces ya se sintió completo. Pero apenas 17 días más tarde tuvo otro motivo muy importante para celebrar: logró un título como DT. “El Negro”, como es conocido, condujo a Banfield a la cima del torneo Apertura del fútbol marplatense, tras imponerse el sábado en la definición 3-2 sobre San Isidro.
Cuando Manuel Sosa miró fijo la pelota para ejecutar el penal que derivó en el tercer gol, Mariscal se puso de espalda a la cancha y cerró los ojos. Por su cabeza solo pasó una cosa: la sonrisa de Theo. Respiró hondo y se abstrajo por un instante. Hasta que el grito de gol lo devolvió a la cancha de San Lorenzo, donde se sintió la persona más afortunada del mundo. “Es la alegría que me faltaba en la vida”, deslizó en la redacción de LA CAPITAL, a la que llegó acompañado por su mujer Carina Barrile y por el pequeño Theo, de quien solo se despega -físicamente- cuando tiene que dirigir.
– Después de los nervios del partido, el desahogo por la victoria, los festejos en el club. ¿Qué se siente el día después?
– Sigo muy emocionado por cómo se dio todo. Me levanté en un domingo muy diferente. Ya es distinto desde el día que nació Theo. Pero ahora también feliz por el presente del club Banfield. Después de haber llegado a la tercera semifinal consecutiva y después a la final, salir campeón es algo muy lindo.
– ¿Cómo se dio todo?
– Con un esfuerzo enorme de los jugadores. El grupo salió de muchas adversidades. Se fue haciendo de menor a mayor. Teníamos jugadores importantes como Sebastián Robles, Alejandro Espinoza, Facundo Márquez, quienes se fueron. Pero yo sabía que había juveniles con mucho potencial, que estaban esperando su momento y que estuvieron a la altura en las instancias decisivas.
– En 2015 llegaron las dos veces a semifinales. Pero este no parecía ser el torneo para Banfield, con un plantel diezmado y sin el juego de otrora.
– Era un poquito impensado por cómo fue todo el desarrollo del campeonato. No arrancamos bien, tuvimos problemas de lesiones, jugadores que se fueron. Pero en la intimidad sabíamos que íbamos a pelear hasta el final. Lo notamos en el día a día con los jugadores. Se fueron futbolistas importantes, pero quedó Briones, Monges, Riveira, Guiñazú, Rando. Se sumó Esquivel, Asención. Ellos le dieron su lugar y la confianza a los juveniles. Les abrieron la puerta. Los referentes son excelentes futbolistas, pero también buenas personas. En la convivencia ellos supieron manejar a los juveniles.
– Estás involucrado en las divisiones inferiores (ndr: Mariscal también es DT de la categoría 2000 de Banfield) y sos conocedor del fútbol menor. ¿Eso resultó clave para encontrar a los jóvenes que terminaron marcando la diferencia?
– Yo cuando hablé con el club pedí la categoría 2000 porque sabía que había buenos jugadores e incluso la semana que viene voy por subir a dos o tres chicos a Primera División. Seguro que me sirvió mucho conocer sobre el fútbol infantil de Mar del Plata para saber con quiénes podía llegar a contar en el armado del plantel. Los que se sumaron al club fueron revelación.
– ¿Les costó encontrar una línea de juego este año?
– Sí. Colegas o gente allegada cuestionó el por qué de la línea de cuatro o de tres atrás. Nosotros los partidos importantes los jugamos con tres y los ganamos y otros con cuatro defensores los padecimos. Para jugar con línea de cuatro tenés que contar con jugadores con buena proyección. Este año Banfield tiene futbolistas más estructurados físicamente y cuando formé línea de cuatro tuvimos problemas. A Kimberley las dos veces le ganamos con línea de tres. Si vos a Kimberley lo dejás manejar la pelota te va a generar y llegar fácil. Yo quería agarrar la pelota en el medio. El que nos complicó fue Alvarado, que leyó bien el partido, tiene mucha intensidad. Ese partido quizá no merecimos empatarlo.
– Jugaste con línea de tres con Kimberley, pero también la final frente a San Isidro, un equipo muy distinto. ¿Mirás más lo propio para elegir una táctica o depende del rival?
– Yo primero me fijo en lo mío, lo que dispongo. Después veo al rival. Los jugadores tienen que estar predispuestos para lo que se presente en el partido. Sabíamos que San Isidro trabajaba bien las pelotas paradas, sin embargo tuvimos problemas. Porque también hay virtud de ellos. Teníamos que manejar la pelota, porque si íbamos al ritmo de San Isidro, que tiene jugadores experimentados, nos podía ir mal. Por eso arriesgamos con un medio con buen pie para tener la pelota y crear juego.
– ¿Se dio la final que esperabas?
– Sí. Porque a San Isidro creía que le teníamos que hacer daño a partir de la movilidad nuestra. Y así fue. Con Mackencie, Cepeda, Damián (Riveira), Andrade. Franco Montes y Briones creando juego. Además estuvimos muy concentrados.
– ¿Arriesgaste al poner a Leandro Montes, quien estaba con lo justo físicamente? En cuartos y semifinales lo tuviste que sacar en el primer tiempo…
– Cuando yo era jugador, me gustaba que el técnico me hable. “Merengue” García me miraba a la cara y me decía lo que quería o me preguntaba qué me parecía tal cosa u otra. (Sergio) Elio Fortunato en Kimberley lo mismo. Esas cosas de entrenadores referentes te quedan grabadas. Yo quiero saber qué piensa el futbolista y después decido. Confié en la palabra de Lea (Monges).
– Más allá del convencimiento interno, ¿se dan cuenta que pueden ser campeones después de cuartos, cuando bajan a un candidato como Kimberley y se cae otro como Atlético?
– Cuando nosotros dejamos afuera a Kimberley se nos abrió el panorama. Daniel (Agostini), mi ayudante, en ese momento me dijo “somos campeones”. Yo le decía que faltaba, teníamos a Alvarado en semifinales. Siempre soy muy cauto. Pero sí estaba convencido de que íbamos a ser protagonistas. ¿Por qué? Porque jugamos en la primera fase con un Círculo completo y con Alvarado en el predio nuestro y ganamos; con Quilmes y El Cañón de visitante, ganamos también. Con Once Unidos en octavos. Los partidos importantes este grupo los sacó adelante. Por eso sabía que estaba para pelear arriba. Eso lo recalcamos en la última charla previa a la final con San Isidro.
Diferencias con el 2001 y 2004 y la posibilidad del Federal
Banfield ya se había consagrado en 2001 y 2004 (las dos veces también obtuvo la final anual). Pero para David Mariscal este título es muy diferente a aquellos. “Esos dos planteles eran pagos. Esto fue sacrificio cien por ciento”, expresó.
– ¿Como reaccionó la gente de Banfield?
– No podía creer cómo me abrazaba y lloraba la gente en la cancha. A muchos no los conozco. A otros los recordé porque en el ’87 gané el ascenso en Banfield. Gente joven que en ese momento era hinchada y ahora, más grande, también. Me agarró nostalgia.
– Hay un proyecto de jugar el Federal C. ¿Es el momento indicado para el club?
– Yo creo que sí. La gente está entusiasmada. Andrés Di Costanzo ya lo dijo en una cena con los jugadores. Si se lo proponen, está al alcance. El club lo tiene que apoyar. Se tendrán que arrimar dos o tres para darle una mano, seguro. – ¿Te entusiasma la idea?
– Sí. Uno ya prepara el trabajo de una manera especial. Nosotros igual apuntamos a lo más profesional posible. Pero si entramos al Federal, tendremos la misma idea y mejor estructura.
“Lo que menos pensaba era que iba a ser entrenador”
Mariscal se retiró como jugador en River de esta ciudad a los 36 años y enseguida comenzó el curso de técnico. Pero por aquel entonces no imaginó esta actualidad. “Lo que menos pensaba era que iba a ser entrenador de fútbol”, confió. Aunque me quedó grabada en la mente una frase de Walter Hebbia: “El día de mañana vas a ser un excelente entrenador”, me dijo cuando cursaba el primer año.
“El Negro” empezó como ayudante de Horacio De Pedro en Quilmes. Después fue con Daniel Cajal a Atlético Mar del Plata. “El me abrió un poco la cabeza y me dio herramientas para ser DT. Fue un referente en el despegue mío”, contó.
Después de un año como coordinador de River, Juan Carlos Eito lo llevó a Kimberley. Fueron tres años y el grato recuerdo de salir campeón con la ’93. “Carpeta” también lo llevó a Peñarol.
El 2012 dirigió por primera vez en Primera, justamente en Banfield. “Era un equipo juvenil. Hicimos un excelente campeonato y perdimos en octavos con el Independiente de Di Fonso que fue campeón”, recordó.
Alejandro Giuntini lo llevó para dirigir la Quinta de Aldosivi en AFA. “Fue una experiencia bárbara, a mí me sirvió mucho”. Pero cuando el ex Boca dejó el cargo de coordinador del club portuense, él también decidió alejarse. Justo Leonardo Serfaty, entonces DT de Banfield, fue llamado por Gustavo Noto para ser ayudante en Unión. Y se le abrió otra vez la puerta en Banfield, ahora para llegar a ser campeón.
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