Envejecimiento: un balance entre predisposición genética y estilo de vida
Por Gabriel Ércoli (*)
Desde hace varias décadas, se han efectuado investigaciones para retrasar los procesos del envejecimiento y prevenir la aparición de enfermedades crónicas del adulto. Pero ¿por qué algunas personas parecen envejecer más lentamente que otras?.
Por otra parte, ¿es verdad que las predisposiciones genéticas a enfermedades se suelen manifestar más frecuentemente en la vejez?
Cada uno hereda un conjunto único de genes de sus padres y éstos pueden influir en cómo se envejece. Ciertas variantes en algunos genes pueden acelerar el envejecimiento, mientras que otras, retardarlo. Asimismo, algunos genes podrían predisponer a padecer patologías y otros otorgarían cierta protección.
Este balance entre predisposición y protección genética a enfermedades se ve afectado por el estilo de vida y por el envejecimiento, principalmente, por los siguientes factores:
Acumulación de daño genético: a lo largo de la vida, las células acumulan daño en su material genético debido a factores como la radiación, las sustancias químicas y el estrés oxidativo. Con el tiempo, este deterioro puede aumentar la probabilidad de que los genes se alteren y dejen de funcionar, lo que puede desencadenar o agravar condiciones de salud preexistentes.
Envejecimiento celular y declive de los sistemas de reparación: con la edad, los sistemas de reparación celular y de mantenimiento genético tienden a perder eficiencia. Los genes, células y órganos van alterando su estructura y función, aumentando el riesgo de tumores, insuficiencia cardíaca, renal o de otros órganos, disminución de la masa muscular (sarcopenia) y ósea, entre otros.
Interacción de los genes con el ambiente: a menudo, las predisposiciones genéticas a enfermedades interactúan con factores ambientales y de estilo de vida a lo largo del tiempo. A medida que se envejece, es más probable estar expuesto a ciertos factores ambientales (acumulación de toxinas, por ejemplo) o al estrés crónico, que pueden activar o exacerbar la predisposición genética a diversas patologías.
Algunas enfermedades pueden manifestarse desde una edad temprana, mientras que otras pueden no presentarse en absoluto a lo largo de la vida debido a factores protectores o a la falta de desencadenantes ambientales específicos.
El impacto del estilo de vida de una persona se notará a mediano y largo plazo debido al daño acumulado durante su vida. En este sentido, el sedentarismo, el tabaquismo, el sobrepeso y el consumo elevado de grasas saturadas son factores de riesgo para el desarrollo de diabetes tipo II, hipertensión arterial, demencia, deterioro cognitivo y otras afecciones crónicas, incluyendo ciertos tipos de cáncer.
El consumo excesivo de carne y de grasas saturadas puede incrementar la inflamación corporal y cerebral, la aterosclerosis y otros eventos cardiovasculares, con el riesgo de padecer ciertas enfermedades.
En síntesis, aunque la genética juega un papel importante, no hay que olvidar que el estilo de vida también es crucial para un envejecimiento saludable. Una nutrición equilibrada como dieta la mediterránea, el ejercicio físico regular, la gestión del estrés, consumir menos calorías y con menor frecuencia, evitar el tabaco y el exceso de alcohol pueden tener un impacto significativo en la longevidad y calidad de vida, incluso, si hay predisposiciones genéticas desfavorables.
(*) Médico genetista, director médico de Gempre Genómica.
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