por Víctor Molinero

En Alvarado a todos les costó digerir la noticia. Porque como jugador fue clave en el equipo que obtuvo el histórico ascenso a la Primera Nacional y como persona se ganó el corazón de todos.

Tomás Mantia se ganó en cuatro años el respeto y la admiración tanto del hincha de Alvarado como de dirigentes, compañeros y empleados del club.

Por eso a todos sorprendió que, con 28 años, Mantia decidiera hacer un cambio rotundo en su vida y, al menos momentáneamente, dejar el fútbol.

El propio Tomás hizo pública su decisión en las redes sociales, donde agradeció el cariño recibido por todos en su paso por Alvarado.

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En diálogo con LA CAPITAL, Mantia dejó en claro que la decisión no fue de un día para otro, y que tiene en claro hacia donde quiere dirigir su nueva vida.

“No imaginaba la repercusión que tuvo todo esto. Hay veces que en el día a día uno no se da cuenta el valor que tiene como persona… Cuando pasan estas cosas y recibís tantas cosas lindas… No sabés lo bien que me hizo”, reconoce reconfortado por el trato recibido una vez que comunicó su determinación de dejar de ser jugador de Alvarado.

“No estoy feliz por dejar el fútbol pero estoy tranquilo porque es una decisión de vida”, confiesa.
“No la estaba pasando tan bien. Lo venía analizando desde hace tiempo. Y no es por el lugar en el que estaba eh. Probablemente en el Real Madrid me hubiese pasado lo mismo. Es algo interno”, aclara.

“Es mucho tiempo estando lejos de mi familia, mis afectos. Y uno ve que no hay un progreso sostenido. Ni en la carrera ni en lo económico. Entonces surge el temor de pensar en el día de mañana. En qué pasa después del fútbol. Nosotros, más en la Primera Nacional, somos trabajadores del día a día como cualquier otro. Son contados los que se van a salvar con el fútbol a este nivel. Somos del mismo palo que el laburante”, razona Mantia dando por tierra con aquel imaginario popular que cree que todo jugador de fútbol está salvado económicamente de por vida.

“Creo que tomé la decisión correcta. Voy por otro desafío. Uno cuando juega al fútbol se siente un poco inútil para la vida. No le tengo miedo a lo que viene aunque lógicamente existe un poco de temor porque nunca hice otra cosas más que jugar al fútbol”, confiesa.

Mantia se sacará las ganas de estudiar kinesiología, una carrera que siempre figuró en sus planes pero que no pudo encarar por la cuestión “nómade” que generalmente viene aparejada con el fútbol profesional.

“Voy a arrancar kinesiología y también tengo un proyecto para armar unas canchas de fútbol. Y para eso me vuelvo a Rosario, para estar con mi familia y mis amigos. Ahora estoy desarmando el departamento en Mar del Plata para viajar”, cuenta.

Sobre los afectos que quedarán acá Mantia confiesa que la pandemia afectó la posibilidad de sumar nuevos vínculos.

“La verdad que en el último tiempo me costó generar lazos. La pandemia influyó. Si bien tuve una buena relación con todos en el club por ahí hice amigos fuera del fútbol”, asegura.

Consultado sobre la posibilidad de dar un paso atrás y en algún momento volver a jugar profesionalmente dado que recién tiene 28 años, Mantia aclaró que hoy por hoy lo que quiere es jugar con su barra de amigos.

“No voy a dejar de jugar al fútbol. Hoy en día me muero de ganas de jugar con mis amigos. Seguro que llego a Rosario y empiezo a organizar torneos con la barra que somos amigos desde el jardín de infantes. A algunos los tendré que poner a dieta seguramente antes”, avisa entre risas.

En el cierre de la nota, Mantia asegura que seguirá las noticias de Alvarado a través de LA CAPITAL.

Acaba de tomar una decisión de vida importante y poco frecuente en el mundo del fútbol. Pero se lo ve seguro del paso que da. Con objetivos claros y con la posibilidad cercana de recuperar la felicidad al lado de sus afectos.