1.

Quizá siempre fui tímido.

El deseo por escribir una selva me es equivalente a querer verla, no logro eludir árboles.

Quizá siempre fuiste tímido
y pensaste que la puerta era giratoria y no, era corrediza.

No logro eludir árboles, una vez me acosté sobre la copa de uno.

Quizá en la timidez dije algo que tenía la presión de ser fantástico.

¿Nuestra tierra será nuestro cuerpo y nuestras ideas los brotes?

Quizá nunca quise
porque querer un quizá
es no quererse quizá.

2.

Encarecidamente te pido que reacciones.
Que la quietud sea una elección a sabiendas y no una vianda ansiada de comer.

Una planificación curativa
resultó ser
libertad contracturada
que tenía que, y convenía,
poner a prueba,
degustar.

Un incómodo salivar
hasta naturalizar
su sabor.

No es un castigo, es otra forma.

3.

Por el módico precio de preguntar,
me inmolo,
y si no hay moros en la costa
mejor, porque seguro,
seguro me enamoro
a costa de la respuesta.
Corriste.
Pensé en aplicar una medida cautelar
con la medida suficiente
para cautivar tu cautela,
eureka.
Pisaste, pisé, pisamos,
pausa, es ahí.
¿Quién es el capricho de quién?
Prefiero ser incertidumbre
y echarle la culpa al erotismo.

4.

No comprender el arte, tampoco la paz.

Estoy demasiado vivo
Vine corriendo.
Hoy sentí miedo, entristecí y sentí poder

Las tectónicas maneras me sucumben
entre los cables me desaparezco
no me alcanzan los bidones de agua
o son muchos los que intento llevar
un mal cálculo.
Observar de cerca las imperfecciones
entrenar entre tanto temblar terrenal
el ápice de dolor cerebral.
Estoy demasiado vivo.

Tengo la sensación de derrumbe y
solo sé hacer canciones
moverme mucho
discutir un montón porque pensar me encanta.
Tengo la sensación de derrumbe y.

5.

Antes de cruzar la calle miro para adentro para evitar el impacto de los camiones. Llevan embalado el drama de un extremo del territorio al otro.
Los caminantes impacientes corren a su destino en el último minuto de sueño, antes de que la alarma los traiga de la hecatombe.
Yo no logro despertar porque no me acuerdo cuándo me dormí, por las dudas me desarmo fácil.
Si te preguntan no les digas, por algo no saben.

6.

Estamos.

Es un columpio,
un impío poema
que desarma tu núcleo.
Útero y único
espacio cutáneo,
donde puedo escribir
para descansar
mi cráneo.

Húmedo.

El dedo me señala
y amalgama los húmeros
así los
centímetros
pierden
sus
números.

No es real.

7.

Hay una porción gigante
de tiempo que se me pasa, esperando
que algo suceda.

Su seda era el premio.

Subleva mi ingenio
y no me aprueba,
simplemente me prueba.

Reverbera ese verbo que me vulnera
hasta caer del proscenio.
Me devuelve una seña esporádica
y mi lado ágil frunce el ceño.

Ahora espero.

Mi carta se incendió.
Ahora si enciendo es a la carta.

Suena la alarma,
prendo un incienso.
Huelo el incienso
pongo la alarma.

Federico Bejarano, con 29 años, es un artista multidisciplinario oriundo de la ciudad de Mar del Plata. En su recorrido como estudiante por la EMAD (Escuela de Arte Dramático) y el IPA (Instituto del Profesorado de Arte), caldeó su curiosidad y asentó las bases de su búsqueda, haciendo. En el corriente año publicó su primer compilado de poesía y fotografía en formato fanzine titulado “Aproximación Pre Desenlace”. Es parte de H + (Compañía artística) y Banal (Colectivo de artes escénicas) como performer, actor y bailarín. También se desarrolla en el proyecto musical Hipodérmica como cantante, bajista y compositor. Dirige el Proyecto Gentío, una obra multidisciplinaria de la ciudad. A su vez, es director del proyecto FOMO, un medio de comunicación en formato streaming y conductor del Podcast Multitudes.