Insuficiente

Dicen que venimos solos
y nos vamos solos
¿cuánto tiempo dura
una coincidencia?

Es el cumpleaños de mamá
y como siempre,
recupero fotos viejas
que nos muestran juntas
abrazadas.
Yo, cada vez más alta,
ella cada vez más chica,
es eso de la columna
que se va aplastando
vértebra
contra
vértebra.
Ahora puedo entender
cómo los años
fueron cambiando el abrazo,
invirtiendo el lugar
de quien protege.

Divorcio

La ropa sigue
colgada en la soga
hace ya tres días.

Me dan ganas de llorar
los pájaros esos que no sé el nombre
que esperan nuestras sobras
sobre las tejas
creo que le dicen carroñeros
el zorro
que compite por comida con ellos
en un hábitat que no es suyo
por un pedazo de hueso de pollo
que fue cocinado por humanos
en una cacerola.

Me da ganas de llorar
la golondrina que grita en el nido
porque se cayó uno
los perros flacos buscando
en la basura
las costillas tatuadas en el lomo
la energía con la que corren
hacia mí.

Me da ganas de llorar
la rutina del sol
cayendo siempre en el mismo lugar
las voces de los niños de fondo
sorprendidos
el recuerdo de la infancia
la inocencia
lo impredecible
y la certeza del cuidado.

Para reír se utilizan 12 músculos

Elevador del ángulo de la boca. Elevador del labio superior. Orbicular de los ojos. El risorio y los cigomáticos, entre ellos. Pero los niños usan muchos más. Se ríen con los brazos y piernas, elevan las cejas, contraen el abdomen y se aprietan con las manos para intentar contener el espasmo. Dicen los estudios científicos que uno de cada mil adultos aún conserva la capacidad de reclutar todos esos músculos en una risa, y yo te los conté.

Postal

El pasto de la costanera estaba verde,
demasiado verde y el mar de fondo.
Habíamos visto un lobo marino justo
sacar la cabeza y me entristecí.
Por un instante tuve ganas de llorar por él,
por los peligros que podía estar enfrentando;
su batalla de supervivencia.

No sé si se acercaba
intentando comunicarse,
pero tuve un deseo incontrolable
de saber su idioma, entender el lenguaje
de todas las cosas vivas;
comunicarme, establecer un vínculo.
Pensé un rato largo
en las estrategias para acortar
la distancia
hasta que no lo vi más.

Volví la vista
al pasto en frente mío
como quien vuelve de un sueño
y la última imagen que me acuerdo
son nuestras sombras.

Biografía

Natalia Bonino tiene 33 años, nació en Vicente López, Gran Buenos Aires, el 5 de enero de 1990. Hace ocho meses, vive en la ciudad de Miramar. De profesión es médica generalista y de familia y escribe desde los 11 años. Participó en talleres de escritura con Gabriela Bejerman e incursionó en la poesía de la mano del taller de Gustavo Yuste, espacio que comparte desde hace cuatro años. Publicó su primer libro “Aunque no tenga diagnóstico” en el año 2022, con Editorial Tren Instantáneo y, al momento, trabaja en su segundo poemario.