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Cultura 13 de noviembre de 2024

Entretextos: poemas de Analía Pinto

Una selección de textos de la autora de "Peaches en Regalia" (2008), "Pequeño manual de anatomía masculina" (2017) y "Orozquianas" (2018).

Analía Pinto.

LA NOCHE RABIOSA de los amantes, de los que se odian y se aman con rayos y centellas que iluminan todos los rincones del mundo.
La noche silenciosa de los distraídos, de los olvidados, de los que nunca se acurrucaron en el pecho de su misterio.
La noche dulce, tibia, suave de los plácidos niños queridos.
La noche agria de los solos, de los moribundos, de los que no saben si llegarán las luces tenues del alba.
La noche de las esperas, la peor de las noches.
La noche ardiente, sibilina, incandescente que abrasa con sus tentáculos todo lo que toca.
La noche y su fuego, la noche y su alma, la noche y su música.
La noche que nos trajo al mundo y la que nos llevará.
La noche que al fin me dirá si me amaste.
La noche deliciosa, líquida, gloriosa en que los cuerpos se penetran en deliquio pero aún más las almas. Aún más las almas.
La noche de Dios, la noche suprema, la que nunca se repetirá, la que aún no ha llegado. La noche que redime.

TODOS TENEMOS UN tigre en la espalda
Sus rayas se entreveran con nuestras costillas
en lo profundo de las arterias se escucha su rugido
por los densos bosques de los pulmones
respira su rabia y acecha su dolor

Todos tenemos un tigre hambriento en la espalda
a veces estira sus zarpas
malogra las caricias
y desata su vendaval de gritos dorados
pero de sus ojos oscuros brota un fulgor
que casi siempre se parece
a la más hosca ternura

SI YO SUPIERA cómo
si me hubieran enseñado
si me hubieran dicho
era por acá
no vayas ahí
en esa puerta no
del laberinto sólo te sacará tu propia Ariadna
Si yo pudiera
ya lo habría hecho
ya lo habría arrojado como lastre
como una piedra que quema junto al lago
como un ojo que nunca deje de ver el infinito
Si yo supiera cómo se hace
es claro que ya lo hubiera hecho
no hubiera dudado ni un instante
habría aplicado
—aplicadamente—
la receta el conjuro la magia
Si yo supiera cómo diablos se hace
qué puerta hay que golpear
qué sendero hay que tomar
qué brebaje hay que empujar
hasta el fondo mismo de la garganta
qué cicuta qué licor del infierno
qué terrible gualicho conjurar
está más que claro que ya lo hubiera hecho
Si yo supiera
si yo pudiera
si me dijeran cómo
si me lo mostraran
yo lo haría
pero nadie me lo muestra
nadie me dice
y yo aquí sigo
sin saber cómo arrancarme del pecho
esta lanza del desamor amado

BIG SWIFTY

ese hombre era una horda
en su derredor se erigían los fanales
las albas carnes que se le ofrecían en sacrificio

ese hombre era una horda divina
que encandilaba con la insignia de los aquelarres en su mano
ese hombre reventaba los caballos de su corazón
quemaba todos los puentes que dejaba detrás de mi cuerpo
se solazaba con el veneno donde tantos otros sucumbían

ese hombre era una horda desconsolada
rabiosa tumultuosa
que estragaba lo que iba quedando
lo que la merma feliz de mi alma le iba dejando
los rastros de unos mendrugos tiernos
las gotas de hierro que impaciente desleía el deseo

los ojos que lo descubrían tras cada derroche violento

morder lo que quedó de él
lo que nunca hubo sido
dentellar por fin la superficie tensa
lo terso lo áspero lo magro y lo espeso
lo que en mis dientes fuera siempre deseo
y nunca carne mordida hasta la estirpe
y sangre bebida hasta néctar griego
y néctar secretado en mi boca
y su boca recogiendo el sándalo
la mirra y el incienso de los sentidos
y todo él roído y asediado por mi lengua
y toda yo manjar opíparo dispuesto en su mesa
y que todo fuera desgarrar tejidos
tendones
aunar cartílago con cartílago
chupar los huesitos

morder hasta arrancar el sino del infinito

de hombre fauno a predador
a bestia que recorre pantanos
husmeando el dolor
el cíngulo de las que pasan tan absortas
en sus pensamientos sin Dios

de hombre fauno a predador
a cazador oculto en el follaje
listo y dispuesto a disparar
sin preguntar nunca antes
quién vive, quién duele
quién se atreve a pisar el plumón
sucio y hambriento de su corazón

quién fue tan tonta
como para querer quedarse
a su derredor

 


Analía Pinto es poeta y editora. Nació en Avellaneda en 1974 y vivió en el conurbano hasta el 2010, momento en que se mudó a la ciudad de las diagonales. Estudió Letras en la UNLP, pero abandonó porque la literatura siempre estaba (y sigue estando) en otra parte. Desde el 2008 trabaja en el repositorio institucional de la UNLP, el Servicio de Difusión de la Creación Intelectual (Sedici), catalogando recursos digitales. Dictó talleres literarios en diversos ámbitos, organizó ciclos de lectura de poesía, cubrió obras de teatro para la agencia de noticias ANSud, participó del staff de reseñistas del sitio web Solo Tempestad y colaboró en revistas y boletines literarios, además de editar uno, “La Granda Milito”, entre 2002 y 2006. Participó activamente en la elaboración del “Diccionario de autores argentinos”. Publicó los libros de poemas “Peaches en Regalia” (2008), “Pequeño manual de anatomía masculina” (2017) y “Orozquianas” (2018), este último disponible online con descarga gratuita, así como el libro de reseñas “Fauna abisal” (2016). En la actualidad, forma parte del equipo docente del Taller de Corte y Corrección, orientado por el escritor Marcelo di Marco, y es secretaria de redacción del periódico literario Fin, de la misma comunidad.