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La Ciudad 11 de febrero de 2023

Entre emergencias, temporales y un mono que provocó un apagón: el trabajo de los que devuelven la luz

Los operarios de EDEA cumplen desde siempre un rol fundamental. Los cambios en la tarea a través de los años, el peligro, el avance de la tecnología y anécdotas de los que prestan un servicio imprescindible.

Condiciones en que trabajaban los operarios en la década del 40. Foto tomada frente a un chalet, hoy inexistente, de Lamadrid y el Bulevar Marítimo. Aporte: Luciano Grassi a Fotos de Familia.

Por Hernán Kloosterman

De los llamados por teléfono fijo y las anotaciones en papel, a los pedidos por Whatsapp. De las viejas y pesadas escaleras a los hidroelevadores. De la presencia de varios operarios en un lugar para detectar una falla, a una pantalla de computadora que muestra un panorama detallado. Pero siempre en momentos inoportunos, entre tormentas y temporales de lluvia y viento.

El rol de los trabajadores de la guardia de la Empresa Distribuidora de Energía Atlántica (EDEA) nunca pierde vigencia. Son los que, ante cualquier eventualidad, se suben a una camioneta y salen reparar el desperfecto para que vuelva el servicio de energía eléctrica. Son, en definitiva, los que nos devuelven la luz.

La historia de vida de Juan Manzo no puede contarse sin hablar de su paso por la empresa que proveyó de energía eléctrica a Mar del Plata en las últimas cinco décadas.

No sólo porque allí se desempeñó 32 años sino porque lo hizo en uno de los lugares más sensibles: la guardia.
Allí llegan, aún hoy, los reclamos por algún corte del servicio y desde allí parten las cuadrillas a cumplir la misión de devolverle a los vecinos la luz que se cortó.

Nacido en Italia, Manzo llegó al país en 1955, cuando tenía cinco años. Hizo sus estudios en una escuela industrial y como sus hermanos habían empezado a trabajar en la empresa, su ingreso para iniciarse en el oficio no resultó extraño.

En 1972 y con los conocimientos adquiridos en el industrial, empezó en el oficio. Eran otros tiempos: el tendido eléctrico era mucho más vulnerable, los medios para trabajar distaban de los actuales, no se utilizaban hidroelevadores y no había computadoras. Encima, había más cortes que ahora.

“Cuando ingresé, el centro de distribución estaba en 3 de Febrero entre Misiones y Chaco. Luego pasé a la guardia como ayudante, después fui oficial y en 1982, pasé a ser jefe de guardia”, resume Manzo con precisión.

Tras contar que los primeros trabajos consistían en ir con los camiones a reparar la red eléctrica a la calle, Manzo empieza a recordar cómo se trabajaba en ese entonces.

“Utilizábamos escaleras de madera pesadísimas y no había los elementos que hay hoy. Se fue mejorando mucho y ahora todos los camiones tienen elevadores, es mucho más sencillo”, compara.

En el mismo sentido, recordó que en los centros de distribución de Colón y Jara, e Yrigoyen y Belgrano, “había tableristas”. “Cuando empezó a avanzar la tecnología, no hicieron más falta: estaba todo en una pantalla”, completa.

Juan Manzo pasó gran parte de su vida como trabajador de EDEA.

Juan Manzo pasó gran parte de su vida como trabajador de EDEA.

Al continuar con el recuerdo y la comparación, Manzo no duda en afirmar que antes había más cortes que ahora.
“Se fueron mejorando las líneas. Antes eran ‘desnudas’ y ahora está el preensamblado que es un cable entretejido en el que van las tres fases, y queda todo aislado. Eso ha mejorado muchísimo. Antes, cualquier vientito hacía tocar una línea con la otra y se ocasionaban los mayores reclamos”, analiza.

Inundación y temporal

A lo largo de su trayectoria, Juan Manzo participó en múltiples tareas reconexión. Desde lluvias, tormentas y temporales, hasta apagones generales que dejaban sin luz a toda Mar del Plata. Entre muchos de sus recuerdos sobresale la inundación del estadio José María Minella, en febrero de 1992.

“Fue increíble. Las cámaras subterráneas, a pesar de que tienen una tapa que cierra, pasa el agua. Así que hubo que ir con bombas extractoras de agua, desagotarlas, hacer la limpieza para luego poder normalizar”, rememora. “Fue un trabajo arduo, nos llevó mucho tiempo pero por suerte pudimos solucionarlo”, añade.

El temporal de abril de 1993 fue otro momento que no puede olvidar. Un tornado dañó edificios, techos, clubes, centros educativos y dejó el saldo de dos menores muertos, 60 heridos y 800 evacuados.

El derrumbe de parte de la sede del club Independiente y la voladura de la estructura de la estación de servicio de Luro y Jujuy son algunas de las imágenes que quedaron en la memoria de los marplatenses.

“Fue uno de los trabajos más intensos. Ese día quedó más de media ciudad sin luz por los destrozos. Fueron semanas para poder normalizar y hubo gente diez días sin servicio”, resume Juan.

edea 4

Las inundaciones en las cámaras eran frecuentes hasta que se logró cubrirlas con una “torreta” para evitar la entrada de tanta agua. “Lo más complicado para trabajar es el viento”, considera el jubilado.
Más allá de los temporales, en el trabajo de la guardia surgen cortes e inconvenientes con el servicio en cualquier momento.

“Me han tocado interrupciones totales en toda la ciudad”, recuerda Manzo y revela una de las claves para resolver tamaño problema: “Había que tener la mente fría”. Y agrega: “Se distribuía a la gente en los centros y en la medida que se iba normalizando, le dábamos carga. En esos casos, la prioridad siempre eran los lugares donde hay hospitales y clínicas”.

Tragedia

A Juan le tocó sufrir la muerte de un hermano mientras trabajaba en la empresa. “Fue en 1983, en Santa Clara. Habían terminado un trabajo y al bajar de la escalera mi hermano (Nicolás) vio que los puentes habían quedado torcidos y como era muy prolijo, subió a enderezarlos antes de que energizaran la línea. Pero alimentaron la línea de un lugar más cercano por lo que llegó más rápido y al tocar la línea de media tensión, cayó fulminado”, recuerda.

También en varias ocasiones tuvo que ir a lugares donde gente había perdido la vida por una descarga eléctrica.
“En ese momento nos llamaban a nosotros. El primero que me tocó fue en un hotel en el centro donde en el sótano, un hombre se había quedado pegado al intentar arreglar un portalámpara”, cuenta. Y añade el recuerdo de un camionero que “al levantar la pluma para descargar, tocó la línea de baja tensión y se quedó pegado”

Seguridad

A lo largo de los años, el avance en materia de seguridad ha sido notorio lo que permitió reducir mucho el riesgo de accidentes.
“EDEA mejoró mucho la seguridad y tecnificó todo. Los medios de hoy son mucho mejores”, consideró Manzo.
Asimismo, remarcó que también “se ha adquirido más conocimiento. Ahora son todos ingenieros: yo no era ni técnico”.
No obstante, con toda su experiencia, resaltó el valor de trabajar siempre “con sumo cuidado”. “La seguridad es lo más importante: antes de meter mano, tenés que saber lo que vas a hacer”, apuntó.
En el mismo sentido advirtió que “también es malo el exceso de confianza y te puede llevar a hacer macanas”.

Un orgullo

Su misión en la empresa ya terminó. Fueron muchos años de estar “en guardia” a la espera de tener que salir para devolverle a luz a los marplatenses.
“Para mí es un orgullo haber estado tantos años en ese lugar. El trabajo te tiene que gustar. Si a uno le gusta lo que estás haciendo, todo es más fácil. Y a mí me encantaba ese trabajo… “, cuenta con el pecho inflado.
Tras jubilarse y poder dedicarle más tiempo a su familia, Juan Manzo admite que extrañó “un montón” la tarea.
“Es increíble, pero todavía sigo soñando con compañeros y con el trabajo”, cierra.

La actualidad

Tras la privatización del servicio eléctrico, EDEA dio inicio a un proceso de innovación tecnológica que permitió agilizar la gestión de reclamos, originalmente registrados a mano por personal de guardia y distribuidos posteriormente en un papel a los operarios de calle.
Actualmente los usuarios pueden realizar sus reclamos a través de Whatsapp enviando un mensaje al 223 6 343332 y también mediante la aplicación EdeaMóvil.
Estas vías de comunicación registran los reclamos y los agrupa de forma automática de acuerdo a los puntos de conexión a la red de los usuarios. De esta manera tras un breve diagnóstico, se puede establecer el origen de la falla y despachar a través del centro operativo la correspondiente orden de trabajo para que el personal de calle solucione el inconveniente prontamente.
También este sistema de gestión de datos monitorea el funcionamiento de la red de media tensión, de forma que al producirse una avería en la red envía una señal al sistema central que da cuenta de la línea afectada, haciendo que todos los reclamos que ingresan de parte de los usuarios se agrupen y unifiquen en una sola orden de trabajo.

 

El mono que dejó sin energía
eléctrica a Mar del Plata

Desde la llegada de la energía eléctrica a Mar del Plata, una innumerable cantidad de relatos hacen referencia a curiosas situaciones que devinieron en gigantescos apagones, muchos de ellos originados por la intervención en el sistema de ratas, gatos o aves. Pero, sin lugar a dudas, la más evocada por los memoriosos es la historia del mono que dejó sin luz a Mar del Plata.

El hecho ocurrió en el año 1975, cuando una mañana el personal de guardia de Agua y Energía fue alertado sobre el accionar de un mono que se había trepado a las líneas de media tensión en la zona del Puerto.

El mono era la atracción de una verdulería ubicada en Posadas y Magallanes. Pacífico y simpático, el animal sorprendió a clientes y vecinos cuando esa mañana decidió hacer acrobacias en la líneas eléctricas.
Alertados de la insólita situación, personal de la Guardia llegó hasta el lugar para poner fin a las cabriolas del animal. Pero el mono permaneció allí hasta que en una de sus espectaculares piruetas tocó dos de las fases que conforman la líneas, provocando un cortocircuito que, milagrosamente, no lo mató pero dejó a toda Mar del Plata sin energía.

Mientras el mono, ya en tierra firme se recuperaba de tamaño shock eléctrico, los empleados dieron inicio a las maniobras de normalización del suministro que, prontamente, pudo ser restablecido. Huelga decir que, luego de la traumática experiencia, el primate jamás volvió a acercarse a la red eléctrica, limitando sus andanzas al seguro mundo de la verdulería. (*)

La técnica del candado

Un tema prioritario para todos los que han trabajado y trabajan en la operación de las redes eléctricas ha sido siempre la seguridad. Hoy muchas de las maniobras se realizan a través de sistemas informáticos de telecontrol al tiempo que la telefonía celular permite el contacto permanente entre las distintas personas que intervienen en una operación.
Antiguamente, la imposibilidad de comunicarse por vía telefónica hacía necesario la aplicación de un sistema de seguridad que minimizara las probabilidades de un accidente. Así entonces, cada capataz responsable de las cuadrillas que intervenía en las tareas colocaba un candado en el interruptor.
De este modo, la reposición del servicio recién podía efectuarse una vez que el último de los candados era retirado, tarea que iba realizando cada capataz luego de terminado su trabajo y una vez recontado todo el personal a su cargo, garantizándose así que nadie quedara trabajando en la línea o instalación al momento de la normalización del servicio. (*)

Esperando la máxima

Uno de los momentos cruciales que antaño atravesaba el sistema eléctrico, era la hora en que se registraba la máxima demanda. En ese instante, todas las instalaciones eléctricas se encontraban en su mayor disponibilidad y dar inmediata solución al problema que pudiera surgir era tema de especial atención por parte de los responsables.
Esto motivó que los jefes de servicio dispusieran todos los días del año, sin excepción, un operativo especial a la hora en que la penumbra obligaba a encender las primeras luces de la ciudad.

Por espacio de aproximadamente dos horas, en instalaciones de la vieja Guardia de Agua y Energía, en diagonal Pueyrredon y Belgrano, los responsables se reunían a la espera del momento de máxima carga del sistema. Una vez que ello ocurría y si todo estaba bien, cada uno retornaba a su casa con la tranquilidad del deber cumplido.
A medida que fueron mejorando los sistemas de comunicación, la presencia física de los jefes en el lugar se hizo innecesaria, pues de mediar algún imprevisto la convocatoria podía realizarse por vía telefónica. (*)
(*) Datos extraídos del libro “Hechos de luz. Una historia de la distribución eléctrica desde la usina del Bristol hasta nuestros días”. La publicación se editó al cumplirse diez años de la llegada de EDEA.



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