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Interés general 27 de julio de 2021

Encierro, sedentarismo y ansiedad: más consultas por aumento de peso

Ahora la motivación es la salud y no tanto el factor estético. También se ha observado una preocupación por conocer la composición y calidad de los alimentos. El debate de la ley de etiquetado y publicidad es un factor clave.

Como consecuencia de la pandemia, se ha registrado un incremento de consultas por aumento de peso a especialistas en nutrición.

El encierro, el sedentarismo, la ansiedad, el aumento de la ingesta y una pobre selección de alimentos, son los motivos que han provocado esta situación y, en algunas casos, preocupación en las personas por iniciar o volver a un camino de alimentación saludable.

Las nutricionistas Estefanía Ferrarello, Paula Peláez y Florencia Hudecek, coincidieron en que recibieron un mayor número de consultas vinculadas al aumento de peso y desorden alimentario durante la pandemia.

“Es evidente que el cambio en el estilo de vida producto del aislamiento, cambios de horarios, alteración del sueño, el impacto en la economía y la falta de motivación para el desarrollo de la actividad física desde la virtualidad, sumado a la incertidumbre, que desencadena la búsqueda de placer y consuelo en la comida, han detonado en un incremento de las tasas de sobrepeso y obesidad de la población que angustiosamente vienen aumentando de forma creciente pre pandemia”, sostuvo Ferrarello.

Sin embargo, apuntó que “gracias a la comunicación asertiva acerca del impacto del estado nutricional en el sistema de defensa y riesgo de complicaciones por infección de Covid-19 que se fueron difundiendo, una parte de la población ha decidido implementar cambios bajo supervisión profesional para contrarrestar el impacto de la pandemia en su estado de salud”.

Envasados y ultraprocesados

Peláez aportó que “muchos disminuyeron las compras de alimentos frescos para volcarse a los envasados y ultraprocesados, por el hecho de no salir tan seguido del hogar. Además, la ansiedad que generan la incertidumbre y el miedo han llevado a aumentar la ingesta de alimentos, muchos de ellos poco o nada saludables, sobre todo fuera del horario de las comidas principales y por la disminución de la actividad física, sea por miedo a salir y contagiarse o por el cierre de gimnasios y natatorios”.

También alertó que “vemos muchos pacientes con enfermedades crónicas que han descuidado sus controles de salud y llegan al consultorio descompensados o con resultados de pruebas de laboratorio muy alterados”.

En ese sentido recordó que “la obesidad y el sobrepeso son factores de riesgo también para el desarrollo de insulinoresistencia, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, aumento de colesterol en sangre y algunos tipos de cáncer”.

Para Peláez, mejorar esta situación viene de la mano de “hacer una mejor selección de alimentos, respetar el orden de las comidas (haciendo las 4 comidas principales a horario), mejor la calidad en la compra de alimentos (ir a hacer las compras con una lista de alimentos saludables) y aumentar la actividad física, aunque sea haciendo ejercicios en casa”.

Hudecek, en tanto, señaló que no solo hubo mayor cantidad de consultas por aumento de peso, sino “por la necesidad marcada de cambiar hábitos y poner a la salud en otro lugar”.

“Cambió la motivación por la consulta que antes venía más vinculada al descenso de peso por una cuestión estética, a una más relacionada con la salud y los cambios de hábitos”, sostuvo.

Y explicó que “hay mucha más apertura a estas posibilidades de no consumir tanta carne, tantos lácteos, y conocer más la influencia que tiene el cambio de la alimentación en el sistema inmune”.

El hábito

Cocinar más, comprar alimentos “reales” y no tantos “paquetes”, pensar qué estamos comiendo y con qué objetivo” contribuyen a ir generando un cambio de hábito.

Teniendo en cuenta que la comida, culturalmente, está ligada a lo social, el disfrute y lo emocional, más que a la cuestión fisiológica, sostuvo que “no es lo mismo una eventualidad que un hábito. Es en el hábito, donde comienzan a aparecer las respuestas que tienen que ver con la salud, entonces si desde la alacena de casa tenemos alimentos reales, pensados según los nutrientes que nos tienen que aportar, es un paso. La cuestión no es quitar, sino incorporar lo que está faltando, darle oportunidad a lo verdadero”.

Ferrarello sostuvo que “el sobrepeso y la obesidad están asociados a mecanismos proinflamatorios que afectan el sistema de defensas, y promueven complicaciones a corto y largo plazo. Es importante no desestimar el exceso de peso y realizar una consulta con un profesional nutricionista matriculado“, y aclaró que “estrategias alimentarias poco o nada saludables, sin aval científico o mal argumentadas no solo afectan el estado de salud de la persona sino también que generan un desgaste emocional asociado a enojo y frustración por sobreexigencias y objetivos imposibles no sostenibles en el tiempo”.

“Si tomamos conciencia del impacto que generó la pandemia en nuestro estado nutricional y de salud y generamos estrategias para afrontarlo, mejorarlo o regularizarlo, entonces existe una mirada optimista de adquisición de hábitos y estilo de vida flexible, adaptativo y saludable que nos permitirá transitar esta pandemia y las que puedan llegar a venir de una forma menos agresiva”, concluyó.

Información clara

Desde la pandemia, un 41% de los argentinos ha reconocido prestar más atención al origen de los productos con los que se alimenta. En ese marco, la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos que cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados de la Nación y ahora se encuentra en debate en Senadores, será una herramienta fundamental para profundizar y extender dicha ocupación.

Esta legislación que se motoriza tanto desde sectores vinculados a la gastronomía, salud y consumidores, propone un sistema de octógonos para que los alimentos empaquetados informen claramente en sus frentes, la cantidad de azúcares, edulcorantes, grasas saturadas y sodio que contienen.

“Son los elementos que favorecen las enfermedades crónicas no transmisibles, como obesidad, hipertensión, colesterol elevado, diabetes tipo 2, responsables del 73% de las muertes en nuestro país”, sostuvo Peláez. Y agregó que la ley no prohibirá la comercialización de alimentos y bebidas procesados o ultraprocesados, sino que “brinda herramientas para poder elegir mejor, con información nutricional. Cuanto más informados estemos, mejor será nuestra capacidad de elección”.