*Nicolás González
¿Qué sucede en una empresa que ante los malos números económicos se aferra a estrategias financieras para contar con los fondos que le permiten estirar las verdaderas soluciones que se requieren para hacerla sustentable?
La lógica del endeudamiento tiene diversas perspectivas, desde esquemas de apalancamiento financiero para potenciar el rendimiento de los propietarios hasta sostener pérdidas y desequilibrios. ¿Cuánto tiempo podemos aplicar estos esquemas? La respuesta no es sencilla pero sí sabemos que no es para siempre. Y que las consecuencias de no abordar las causas y tomar las acciones correctivas necesarias, se pagan. Procastinar, dilatar y “enamorarse” de sólo sostener de manera artificial una organización, no será beneficioso.
Las finanzas de empresas, estados y hogares tienen puntos de contacto, pero cuidado, no son equiparables. En particular en cuanto a eso de gastar por sobre los ingresos, de endeudarse en condiciones desventajosas, de no revisar y eventualmente recortar gastos ante la imposibilidad de llegar al equilibrio.
Los ciudadanos, los hogares cualquiera sea su composición, no podemos:
⦁ Crear impuestos, o sea, imponer cargas a terceros
⦁ Emitir dinero, o tener un ingreso sin contrapartida de un esfuerzo o derecho (dejo afuera herencias o legados)
⦁ Tomar deudas que serán abonadas por otros (u otras generaciones)
⦁ Diferir compromisos artificialmente ni desconocer que el presente y futuro de nuestro proyecto de vida es nuestra plena responsabilidad.
La educación financiera es la herramienta que nos permite conocer tanto la macro como la micro de cada día. Sea ya para la gestión de nuestro dinero, como para generar el diseño financiero de un futuro emprendimiento. Que si crece podrá convertirse en una empresa sólida y sostenible.
Pero el desorden, la imprevisión y el “copiar y pegar” conductas financieras de terceros nos puede conducir a un estado donde nuestra energía se disipa fundamentalmente en ir resolviendo urgencias, tomando deudas para cubrir otras deudas, postergando decisiones valiosas y que nos brindarán mayor seguridad financiera.
En Argentina desde hace décadas nos enamoramos de moratorias, defaults, inflación (con la siempre consecuente licuación de ahorros, ingresos y sueños) y aplicamos la creatividad y esfuerzo a buscar atajos y puertas de emergencia que terminan devolviéndonos a un punto de partida, pero en condiciones de mayor vulnerabilidad, tanto en lo económico y como en lo social.
Hemos quitado ceros a nuestra moneda, emitido pesos en los que poco y nada confiamos, generado deuda de todo tipo, plazo y siglas que pocos pueden comprender. ¿será finalmente una forma de autoengaño?
Llegamos a ese punto donde Argentina se presenta como un artificio financiero, donde los damnificados serán empresas y hogares, donde deberemos finalmente asumir el estado real de las cosas.
La factura llegó y habrá que pagarla, con grados de equidad y solidaridad seguramente discutibles.
Que la educación financiera sea LA herramienta para sanar los errores y comprender el daño que produce enfocarse o si suena mejor, enamorarse de estrategias financieras que solo postergan un final doloroso.
*Contador Público
Docente Titular de Análisis Económico y Financiero / Finanzas de Corto Plazo Universidad Nacional de Mar del Plata
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