En plena temporada, la limpieza de la ciudad deja mucho que desear
El servicio de higiene urbana no está mostrando los mejores resultados. Calzadas llenas de restos de hojas secas y basura de todo tipo, se cuelan en las bellas postales de la ciudad. En las playas, sobre todo en zonas de desagües, el panorama es desalentador.
Mar del Plata es una ciudad hermosa pero lamentablemente, al inicio de esta temporada de verano, la imagen se ve ensombrecida por la falta de limpieza en numerosos sectores públicos, no solo turísticos, sino también de los distintos barrios.
Los cordones de las veredas acumulan desperdicios de todo tipo y son los mismos que, cuando llueve, caen por las bocas de tormenta y son arrastrados hasta los desagües en distintos sectores de las playas, mostrando también una fea imagen del principal atractivo turístico de la ciudad.
En varias zonas, la recolección de residuos no se cumple según los cronogramas establecidos por ordenanza. El servicio de “barrido”, es prácticamente invisible en gran parte de la ciudad, aunque en la Tasa de Servicios Urbanos se pague por él.
La empresa 9 de Julio tiene, por contrato, la responsabilidad de la prestación de los servicios de recolección domiciliaria de residuos, barrido de calles, recolección de residuos voluminosos y montículos y la limpieza de playas. Se trata de servicios concesionados más caros para la ciudad (540 millones de pesos por año) que permanentemente es objetivo de críticas, pero sobre el que los controles son escasos y los resultados están a la vista: la higiene de la ciudad deja mucho que desear. Si bien la problemática es de los 365 días del año, no se puede dejar de reconocer que en verano, la situación se torna peor. Por un lado, porque la población se incrementa -y consecuentemente también la generación de basura- y, por otro, porque las deficiencias del servicio de higiene quedan a la vista de residentes y visitantes.
Las quejas de los vecinos y vecinalistas -sobre todo de las zonas más alejadas del centro- son permanentes, pero faltan controles y -sobre todo- sanciones para evitar que los incumplimientos prosigan. En numerosos barrios aseguran que no se cumple el recorrido de la recolección, eso implica bolsas que quedan en las veredas y, con el paso de las horas se convierten en bolsas rotas -por perros, gatos, aves- y basura desparramada por cualquier lado. A la vez, eso contribuye con la proliferación de vectores -insectos, roedores-, descomposición de los residuos y mal olor. Todas situaciones que no ayudan a dar una buena imagen de la ciudad, aunque no se vean en los sectores más transitados por los turistas.
Durante los feriados por las fiestas de Navidad y Año Nuevo, el municipio había difundido el cambio en los horarios del cronograma de recolección -en aquellos lugares de frecuencia nocturna, por ejemplo, se adelantaba a la tarde-, pero la realidad es que, en muchos lugares, dicho esquema no se cumplió.
Ayer, en una recorrida de uno de los reporteros gráficos de este diario, antes de las 6 de la tarde, muchos de residuos -domiciliarios y públicos- estaban desbordados. Los accesos a varias playas públicas también estaban sucios y la situación empeoraba en aquellas playas en las que desembocan pluviales, en las que se forman arroyos artificiales que no solo llevan agua de lluvia al mar, sino que arrastran consigo gran cantidad y variedad de basura que termina desparramada en las playas.
El servicio del barrido, que se presta sobre todo en las zonas más comerciales, turísticas y céntricas, también es cuestionado. Al menos, en las calles, no se observan sus resultados.
Desde hace meses algunos concejales están reclamando control para la empresa y señalando que el problema ya trasciende las fronteras de la “imagen” para convertirse en un verdadero problema ambiental y para la salud.
Es real que que la limpieza de una ciudad es, en parte, responsabilidad de todos y que la premisa fundamental es primero, no ensuciar o no tirar residuos en los lugares que no corresponde y que el Emsur no puede parar un minuto de limpiar microbasurales que surgen por toda la ciudad permanentemente. De todas formas, ello no quita responsabilidad a quienes tienen el deber de mantener la higiene urbana.
En el caso de los paseos costeros y de las playas, aunque se cumpla, resulta totalmente insuficiente. Los cestos de residuos, donde se los encuentra, quedan desbordados. Muchos no tienen mantenimiento, otros tantos son antiguos, inestables e insuficientes para cumplir con su función.
Plazas, parques y plazoletas también son víctimas de la falta de limpieza. En varias de ellas los desperdicios se acumulan por días y semanas, sin que nadie se los lleve.
Es una lástima. Podría prevenirse y evitarse, pero en la actualidad, la imagen de la ciudad, dista de ser impecable en términos de higiene.
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