En nuestras manos está el prevenir la segunda ola
por María de las Mercedes Dabat
El 2020 será un año para recordar. ¿Por qué? Nos sorprendió un temblor de la mano de un virus procedente de Asia, que rápidamente se diseminó. Nos colmó de incertidumbre y temores y vivencias. Empezamos a mirar a aquel que estaba al lado, de otra forma nos aislamos, recluimos. Cambiamos humores, carácter, agresiones. Aumentó la violencia de género y la convivencia estrecha alteró nuestros ritmos.
¿Previsible? Distintas entidades científicas, desde hace unos 10 años, venían anticipando que, algo así, podía ocurrir: basta ver los períodos de tiempo que han mediado entre las distintas pandemias. Este germen se apoderó de nuestra vida diaria, sin respetar fronteras, razas, edades, estados, sociedades y asistimos a ciudades completamente bloqueadas en el afán de evitar su diseminación.
Cruceros a la deriva en busca de algún puerto que los dejase amarrar, hospitales colapsados, personal de salud exhausto, que, pese a las medidas de cuidado (las cuales al principio no comprendíamos muchos), caían también enfermos. Aprendimos, día a día, cómo enfrentar esta enfermedad, cómo evitar lo inevitable.
Así llegó el famoso pico de casos, la ansiada meseta y vuelta a la nueva normalidad. Europa nos precedió: relajó los cuidados, pese a las advertencias, playas atestadas, fronteras abiertas, falta de uso mascarillas, ausencia de distanciamiento, disminución de testeos en asintomáticos…Y sucedió, llegó la segunda ola.
Los casos en España superan los de la primera ola, pero se aprendió a tratar, y aunque el sistema sanitario esté al límite, se reaccionó rápidamente y comenzaron aislamientos preventivos en pequeñas poblaciones. Países como Alemania, Francia, Italia y Reino Unido fueron embestidos de similar manera. La reacción no se hizo esperar: la “nueva normalidad” se evaporó.
En Argentina, se instauró una cuarentena precoz en marzo, más que efectiva en sus primeros meses. Se afianzó el sistema de salud, cambiamos formas de atención y la virtualidad llegó para quedarse. Nos mantuvimos de pie, siempre a costa de emociones que persisten y un cansancio que perdura. Los casos se amesetaron y empezaron a bajar.
Salimos del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio y se nos concedió la máxima de las potestades: ser responsables, nada que eleve más a una persona, ¿pero sabemos su significado?. La responsabilidad no es un bien que se adquiere, es independiente de la educación, se inculca, se trabaja, y se ejemplifica. La responsabilidad no es sólo para con uno o su familia, es para todos los que nos rodean. Para la sociedad, sino ¿dónde queda el término tan usado de empatía?.
En los últimos días, caminando las calles, se puede observar gente sin barbijo, llevándolos en sus manos; fiestas clandestinas; reuniones familiares en donde no se respetan pautas de ningún tipo. ¿Es eso ser responsable.? Nos encontramos cuartos a nivel mundial en cantidad de muertos por millón de habitantes, detrás de Bélgica, Perú y España; y somos el segundo país de América Latina después de Perú y superando a Brasil, Chile y Bolivia. No olvidemos que en agosto, según cifras de la OMS, estábamos en el puesto 46.
Pensemos por un momento: no superamos la primera ola. En el último reporte del 22 de noviembre, la Dra. Carla Vizzotti habló sobre la desaceleración del descenso de los contagios por Covid 19.
Estamos por entrar en las tan ansiadas vacaciones de verano, los bares y restaurantes están repletos de gente, no marcan pautas de cuidados; los parques están aglomerados, siguen las reuniones clandestinas; el transporte público con mayor afluencia y menor uso de mascarillas: mezcla para una tormenta perfecta.
¿Vale más el interés individual que el comunitario? ¿Dónde termina mi derecho y empieza el del otro? Lamentablemente, esto trae controversias. En nuestras manos está el prevenir la segunda ola. No hay dudas. Basta mirar lo que se hizo mal en Europa y Estados Unidos.
Con pautas marcadas por la OMS, insistamos en el distanciamiento, aislemos a los casos asintomáticos (a buscarlos!), distanciamiento aun en reuniones familiares, lavémonos las manos y usemos mascarillas. ¿Cuántos meses más?, El Dr. Anthony Fauci estima todo el 2021. No pensemos que con la vacuna todo se acaba. No existen soluciones mágicas en medicina. Se podrá resguardar a los grupos de riesgo, pero el camino es largo, y todo camino se comienza con un paso.
Aprendamos de nuestros errores y de los que vendrán. Iniciemos este transitar, evitemos confrontaciones que no llevan a nada, cuidémonos entre todos. Debemos construir una sociedad resiliente, capaz de superar esta situaciones traumáticas, no sólo médicas, sino emocionales. Y cito a la escritora Elif Shafak: “Heredamos circunstancias, debemos mejorarlas para la próxima generación”.
(*): Doctora (MN 70283), especialista en clínica médica y medicina interna general.
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