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La Ciudad 12 de septiembre de 2024

En la ciudad del sí, a veces hay que saber decir no

“No todo es sí. No vale todo para diagramar el futuro inmediato de la ciudad. Mar del Plata hoy cuenta con un vigoroso sistema industrial pero su principal atractivo sigue siendo el turismo. Y el “siga, siga”, muchas veces, se choca con situaciones que van desde el cambio climático hasta el urbanismo, desde la nocturnidad hasta la seguridad”, coinciden en señalar en estas horas, en Mar del Plata, sectores relacionados a la ecología, la arquitectura, la conservación patrimonial y el turismo.

En las puertas de una nueva temporada estival, se impone garantizar una ciudad para todos, con la vista y el foco puesto en lograr que las familias que nos visitan sientan la necesidad de volver. Y lo mismo para los marplatenses que esperan ansiosos ese tiempo para disfrutar también de la playa y el esparcimiento.

Es positivo el hecho de que los jóvenes hayan elegido masivamente a Mar del Plata en las últimas temporadas, recuperando un sitial que se había perdido. Pero también es cierto que la sana convivencia debería ser moneda corriente, al menos en los balnearios y espacios públicos. Lo anterior viene a cuento a partir de inquietudes que vienen planteando tanto en redes sociales como en contacto con los medios, marplatenses y turistas que sienten que sus espacios se van perdiendo a partir de la irrupción de situaciones y acontecimientos que se emparentan más con la nocturnidad que con, por ejemplo, la estadía placentera en la playa.

Hay zonas, como Playa Grande o el sur, que en su franja playera cambiaron su fisonomía de la mano -claro está- de la irrupción de un nuevo público que va desplazando a quienes históricamente optaron por esos espacios en busca de tranquilidad. “Nadie se opone a que vengan más y más jóvenes a la ciudad, pero tampoco es justo que se habiliten after beachs y fiestas en la misma arena a las cinco de la tarde. Año tras año, se multiplican las quejas de los clientes históricos que ahora optan por otros lugares más tranquilos”, refería un histórico concesionario de un balneario de Playa Grande.

Más hacia el sur el panorama se agrava. “Toda la vida alquilé en el balneario Guillermo. Este año esa playa y lo que era Play Beach se convertirán en una discoteca al aire libre. Ya el verano pasado fue caótico y dije basta. Había días en que el ruido y el volumen de la música te destruían. Quienes se hicieron cargo de esas playas ya no apuntan a las carpas, sino a las fiestas que arrancan directamente por la tarde. Poco y nada se controla. Todo se desvirtúa. No hay reglas claras evidentemente. No todo vale a la hora de mostrar estadísticas. No tengo nada contra los chicos. Por el contrario. Pero me pregunto, por ejemplo, por qué no se trabaja para que las celebraciones emparentadas con la nocturnidad se dejen precisamente para la noche y no se mezcle la playa y la familia con lo que poco tiene que ver. La arena debe ser playa y no escenario de fiestas a cualquier hora”, expresaba en una carta enviada a esta redacción María Luisa Vera, una docente de CABA que desde hace dos décadas elige enero para convertirse en “una marplatense más”.

También debe acotarse, a propósito de las discusiones que se registran en estas horas, que en materia de construcción, proyectos inmobiliarios y nuevos emprendimientos, tampoco todo debería ser un sí. Talar bosques, levantar edificios en la playa o hacer del pedido de excepciones de los indicadores urbanísticos una constante, no pueden justificarse ciegamente en pos de la necesidad de generar trabajo. No puede haber un crecimiento anárquico sin ningún tipo de proyección o al menos regidos por un puñado de normas claras -no ya la utopía de un plan maestro- de cara al futuro.

La búsqueda del equilibrio entre los distintos sectores, el consenso y el pensar en el futuro de Mar del Plata con grandeza pero a la vez con planificación debería ser una constante entre quienes tienen la responsabilidad de gobernar y de quienes hoy se ubican en el sector de la oposición. Porque, en definitiva, “en la ciudad del sí” no debería ser erróneo decir no, al menos ante determinadas situaciones y escenarios.