En la búsqueda de ese soñado (y merecido) título de Grand Slam
Entrevista exclusiva con Horacio Zeballos. El mejor doblista argentino de la historia persigue una de las pocas cosas que le faltan obtener como tenista.
Lleva con naturalidad el éxito. Ser el mejor doblista argentino de la historia no es un dato menor. Pero Horacio Zeballos siempre respeta su esencia. Cada vez que puede, regresa a Mar del Plata para compartir tiempo con su familia y amigos, mientras no cesa en su intento de buscar estrategias y ejecuciones para continuar mejorando. Porque siempre hay margen para hacerlo. Y para dialogar en extenso con LA CAPITAL:
-Por el nivel que traían y por la confianza, pensaban que era ésta la oportunidad para ganar un título de Grand Slam. Pero en la final de Wimbledon se encontraron con rivales que fueron mejores…
-Sí, sí, nos topamos con una pareja que se sintió muy cómoda en una instancia tan decisiva, en la cual siempre se siente un poco más de presión de lo normal. Ellos (Wesley Koolhof y Neal Skupski) rindieron muy bien y lo ganaron bárbaro. Era nuestra idea (ser campeones) y creo que fue una buena manera de tomarnos el torneo. “Estamos jugando muy bien y ésta va a ser nuestra oportunidad”. Teníamos la conviccion y la confianza de que podía ser y por eso creo que llegamos tan lejos, aunque nos quedó pendiente ganar esta final.
-Están jugando muy bien otra vez. Habían tenido un bajón que incluso te sacó del Top Ten después de muchos años. ¿Cuáles fueron las claves para volver a este gran nivel?
-Fue fundamental aceptar ese momento. Reconocer que estábamos tocando fondo, no estábamos jugando bien y las parejas se sentían cómodas jugando contra nosotros. Lo aceptamos, no quisimos ocultarlo ni disimularlo. Y vimos las cositas que quizá no estaban saliendo tan bien e invertimos bastante más tiempo de gira que en otras ocasiones. Con Marcel (Granollers) jugamos juntos hace cuatro años, pero al principio, cuando las cosas venían bien, íbamos solamente a los torneos, nos encontrábamos uno o dos días antes y como veníamos con ritmo y confianza, con eso bastaba. Ahora eso no nos estaba alcanzando. Nos sentamos a hablar y ver qué se podía hacer para volver a tener el nivel de años anteriores. Entonces, estuvimos de gira más tiempo, jugamos torneos más chicos, incluso un Challenger, también un ATP 250, algo que hacía varios años que no hacíamos. Valió la pena porque volvimos a estar muchos días juntos, entrenando, conectándonos, jugando partidos. Y nos funcionó.
-¿Es tal el nivel de exigencia hoy que la diferencia la marcan mínimos detalles? Debe haber unas 20 parejas en condiciones de ganar torneos importantes…
-Sí, es totalmente así. Son como 20 parejas buenísimas porque también se suman los singlistas que están jugando el dobles. Nosotros, en segunda ronda de Wimbledon les ganamos a dos pibes franceses que van a ser cracks (Arthur Fils y Luca Van Assche) y así pasa con muchas otras parejas. Los detalles son importantes y creo que la experiencia nos da también la oportunidad de ver en qué se puede seguir mejorando y en qué no. Qué cosas están funcionando y cuáles no. Aceptarlas y trabajar sobre ellas.
-¿Siempre hay margen para mejorar?
-Sí, por supuesto. Uno trata de copiar a los grandes. Y lo ves en un (Novak) Djokovic o en un Rafa (Nadal). Los tipos siguen buscando cómo mejorar su tenis, su físico, su cabeza. Es impresionante lo que ellos hacen. Siempre hay cosas para seguir creciendo.
-¿Cómo son esos días de vacaciones cuando volvés a tu casa?
-Ahora tuve la posibilidad de tener casi tres semanas afuera del Circuito, así que los primeros cinco días me los tomé de descanso total, porque había viajado y jugado mucho. Viajé 7 semanas, volví 4 días a casa y me fui un mes más. Sentía que ahora necesitaba parar un poquito. Más allá de que el dobles no desgasta tanto físicamente, veníamos de una carga emocional cansadora. Me tomé esos cinco días y arranqué a entrenar con todo, salvo estos tres días que me vine para Mar del Plata para estar con la familia y amigos.
-¿Te cuesta bastante estar lejos de tus vínculos?
-Sí. Ya son muchos años en los que he invertido mucho tiempo afuera, muchas giras largas. Obviamente, no lo cambio por nada pero me he perdido momentos en los que me hubiera gustado estar acá, con la familia. Pero es mi trabajo y era lo que tenía que hacer. Entonces ahora, que que tengo la posibilidad de que sí puedo volver un poquito más para estar con los chicos, con mi familia, lo hago sin dudarlo.
-Tenés récord positivo en finales con cualquier compañero y también récord positivo en finales con Marcel Granollers. Sin embargo, en los Grand Slams no ha resultado así, aunque lo merecen. ¿Hay una explicación para eso o son simplemente momentos?
-Sí, estamos 0-3 en finales de Grand Slams. Si bien es muy importante llegar hasta las finales, quizás ahí nos está faltando un poquito. Es una instancia a la que uno llega con mucha confianza pero los rivales, también. Juegan todos bien y un poco pasa por quién soporta un poquito mejor esa presión. Y como ya perdimos tres finales… Es raro, porque por un lado, llegás confiado porque para llegar hasta ahí, hay que hacer méritos, pero al no ganar, juntás un poquito más de presión. Uno se quiere sacar esa espina de encima y quizás quiere jugar mejor de lo que puede y se termina poniendo más nervioso. Creo que nos está pasando algo de eso en esos momentos. Pero como le decía a Marcel cuando terminamos esta final: si me dan a elegir y tengo que firmar llegar a la final en todos los torneos, lo firmo ya. Obviamente que vamos a seguir trabajando para tratar de que se nos dé algún día el título de Grand Slam tan soñado. Y si no se da, me quedaré tranquilo porque hice todo lo posible para lograrlo.
-Lo debés usar un poco como combustible, ¿no? Sos uno de los pocos en ganarle a Nadal una final en polvo de ladrillo. El mejor doblista argentino de la historia. Varios años en el top ten de dobles. Campeón de Masters 1000. ¿Te falta un Grand Slam y ser número uno del mundo?
-Obviamente son dos objetivos lindos que me gustaría alcanzar. Los pongo como objetivos y me gusta tenerlos porque significa que voy a seguir trabajando, mejorando y buscando la herramienta para llegar a eso. Pero no me obsesiona. Siento que he tenido una muy linda carrera tanto en singles como en dobles. Lo que me da tranquilidad a mí es poder decir: no me guardé nada en el tanque.
-¿Imaginaste que podías llegar adonde llegaste?
-Realmente, no. Yo sentía que podía ser un buen tenista, que podía tener una muy linda carrera, pero creo que es algo soñado todo lo que pude lograr a nivel personal.
-De todos los títulos que ganaste, más allá de aquel de Viña del Mar contra Nadal, hay alguno que elijas por sobre los demás?
-Comparado con el de Rafa, están todos un escalón abajo (risas). Obviamente es el que más me marcó. También tengo en alta consideración al título en Indian Wells. Fue el primero en un Masters 1000 y además porque está catalogado como el cuadro de dobles más duro del año, porque suelen jugarlo varios singlistas destacados como Djokovic o Nadal. Como es previo al Masters 1000 de Miami, los jugadores del single también se quedan y se arma un cuadro mucho más difícil que en cualquier otro torneo. Yo lo jugué con Nikola Mektic y me acuerdo que nos tocaron rivales durísimos. Eran todas parejas súper clasificadas, así que lo recuerdo muchísimo, porque también estaban ahí Emma, Fausto (sus hijos) y Sofía (su esposa). Es un torneo muy especial. En Estados Unidos hay mucha cultura de dobles y el estadio estaba explotado de gente.
-Volviendo a los detalles. Desde afuera, parece que en el dobles, un quiebre de servicio es casi equivalente a ganar o perder un set. ¿Es tan así?
-Comparado con el single, sí. Un “break” es más determinante. Hoy en día todos los jugadores están muy bien físicamente, son fuertes, sacan muy duro, Ya de por sí, tener un muy buen saque y un tipo en la red que va a interceptar cualquier devolución imperfecta, te condiciona bastante. Es un juego más dinámico, más corto. En el single la pelota va y viene más veces. En el dobles, especialmente en superficies rápidas, cada punto se termina enseguida. En cuestión de dos o tres pelotas. Es un juego mucho más agresivo, algo que también intenté incorporar. Sacar más fuerte, atacar más la red.
-Desde 2016 venías ganando al menos un título por año. En 2023 eso todavía no sucedió. ¿Es raro para vos?
-El año pasado sólo ganamos uno, en Halle. Ya no me parece raro, por el gran nivel que se está viendo en los torneos y por el tipo de torneos que jugamos. Si bajamos a jugar alguno más chico, tendríamos más posibilidades. Pero solamente jugamos Grand Slams, Masters 1000 y algún ATP 500. El nivel es altísimo. Siempre es lindo levantar una Copa, pero lo que más importa es mantenernos en este nivel tratar de aspirar a los objetivos de los que hablaba antes. Hace dos o tres años, cuando intentaba ser mejor doblista, me puse a ver a varios que eran mejores. Cómo era un año de ellos, qué torneos jugaban. Y el denominador común era que tenían grandes resultados en Grand Slam, llegaban a la final en algún Masters 1000, pero no ganaban tantos torneos. Sin embargo, sumaban muchos puntos. Y así llegaban a estar Top-5 o Top-6, clasificaban al Masters de fin de año. Me acuerdo que un año, Lukasz Kubot y Marcelo Melo estaban número dos en la Carrera de Dobles y habían ganado solamente un ATP 250. Y nosotros, con Julio Peralta, que habíamos ganado tres títulos 250, ¡estábamos lejísimos! Entonces, tiene más sentido sumar en los torneos grandes.
-¿En qué aspecto creés que evolucionaste más como doblista? ¿En algún golpe específico, en la manera de jugar?
-Siento que mejoré mucho más la derecha si la comparo con 10 años atrás. Pero también es porque sigo pegándole todos los días mil o dos mil veces a la pelota. Entonces, siento que sigo mejorando los golpes. La clave del éxito es la repetición. De un golpe de tenis o de cualquier cosa que uno haga en la vida. Creo que seguir entrenando todos los días es fundamental. Y después, yendo más a lo táctico, ir viendo cómo jugar mejor en la red, cómo cerrar la cancha. Se trata de involucrar mucho más al jugador que está en la red que al jugador del fondo, para que pueda definir la pelota lo antes posible. Una vez que la responsabilidad pasa al jugador del fondo, las probabilidades son 50% y 50%. En cambio, si podés hacer que tu compañero en red defina una pelota, tenés muchas más posibilidades. Es vital tratar de volear cada día un poco mejor.
-A causa de la enorme velocidad a la que se juega, ¿qué tan importante es la lectura para anticipar?
-Muy importante. Cuando nosotros hacemos las llamadas de los saques, si yo le digo “cuerpo”, no solamente le digo a mi compañero que le voy a sacar al cuerpo del rival, sino que le saco al cuerpo-revés o al cuerpo-derecha. Porque si si vos hacés un buen saque al cuerpo-revés de un derecho, hay mucha más probabilidades de que solamente la pueda devolver para un lado que para cualquiera de los dos lados. Entonces, si yo en la red sé que mi compañero le va a sacar cuerpo-revés, voy a estar más atento a la trayectoria de la pelota para ese lado. El jugador que está en la red siempre tiene que seguir la trayectoria de la pelota. Es muy importante. Si mi compañero va a sacar abierto desde el lado par, yo no me puedo cruzar mucho. Porque si lo sacás bien de la cancha, el único ángulo que tiene el rival para devolver es tirar un globo o por la paralela. Anticipar esas trayectorias es fundamental.