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Opinión 26 de abril de 2022

En Francia preside Macron pero gobierna la incertidumbre

Emmanuel Macron, presidente de Francia. Foto: EFE | EPA | Stephane de Sakutin.

Por Raquel Pozzi

Si bien los resultados favorecieron al centrista Emanuel Macron, lo cierto es que el escenario de política doméstica de Francia demuestra la crisis de los partidos tradicionales como los que vienen debatiéndose a través de ballotage. Que Macron no haya podido solidificar su estructura política en primera vuelta encendió las alarmas, que para algunos eran esperadas debido a los efectos económicos y sociales de la Pandemia del Covid-19 como también la guerra propuesta por Rusia con Ucrania en las puertas de Europa, pero para otros esas alarmas resonaron con mayor fuerza porque es evidente que la extrema derecha cala profundamente en los euroescépticos y en los grupos etarios jóvenes, sobre todo en aquellos decepcionados que sienten la exclusión del sistema. ¿Por qué no se disipa el temor aún con estos resultados? Porque algunos temas de agenda de la extrema derecha son compartidos por la izquierda, y aunque el candidato Jean – Luc Mélenchon haya expresado que no iría ni un solo voto de su partido hacia Marine Le Pen, lo cierto es que no todos sus seguidores optaron por el centrista y un gran porcentaje de obreros de la zona industrial del norte como también en el este, apostaron por la fórmula nacionalista, popular y de derecha.

La habilidad retórica de Macron frente a la escasa capacidad dialéctica de Le Pen efectivizada en el debate, logró que el péndulo de lo impredecible se moviera hacia el centro y no hacia la derecha. Pero los franceses de vasta historia de revoluciones políticas, perciben que el clima político que decanta indudablemente en lo social no es el mejor y se convierte en una gran advertencia a las democracias occidentales. Los vientos de escepticismo por las instituciones y por las clases políticas que gestionan en favor de sus cuadros políticos y no en las penurias de los ciudadanos genera ese malestar social que se observa efectivamente en el crecimiento de los partidos populares ultra nacionalistas de derecha en Europa. Más impuestos, menos creatividad para generar polos productivos, alianzas políticas ocasionales y crisis de liderazgo aventó los miedos y las sombras se agigantan. Emanuel Macron ha sido reelecto presidente, pero está en duda si ese caudal político es genuino o fue producto del voto “temor” en un sistema internacional anárquico y cada vez más impredecible.

Tercera vuelta

Del otro lado, la extrema izquierda, Jean-Luc Melenchon, consideró las elecciones parlamentarias del 12 y el 19 de junio como una “tercera vuelta”, es que los extremos en algún punto se unen y ese punto es la posición con respecto a la OTAN. No obstante, quien observó el panorama electoral en Francia con interés y preocupación es el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden considerando los innumerables frentes internacionales a los cuáles se enfrentaría si la victoria del ballotage la hubiese capitalizado Marine Le Pen, ese escenario hubiese significado mayores turbulencias no sólo para la política exterior de los Estados Unidos, sino también para los problemas domésticos en la Casa Blanca. Con el triunfo de Macron, J. Biden podrá mantener alineado a la Unión Europa en la guerra de Rusia con Ucrania y contar con la coordinación de la OTAN.

Más allá de los números, la imagen de ambos presidentes se desmorona a tal punto que Macron es considerado como “el gigante con pies de barro” con la aprobación que dependió de la opción “votar al menos malo”. ¿Qué plantearán las elecciones parlamentarias? Seguramente determinará cuántos de los votos del ballotage pertenecen a E. Macron y cómo se posicionarán los extremos. Algunos consideran con gran idealismo que Macron se forzará para unificar a una Francia dividida, otros, desde el realismo observan que la moralina de Macron no condice con el hastío de las clases medias trabajadoras; los impuestos; los chalecos amarillos; la reforma previsional; la sombra nostálgica que dejó Angela Merkel en cuanto a liderazgo en la Unión Europea y las escasas maniobras de gestión en el conflicto Ucrania-Rusia.

“Nadie se quedará al costado del camino” E. Macron

Innumerables responsabilidades le esperan al presidente francés. Cambiar el perfil y dejar de observar con soberbia distancia a quienes necesitan de soluciones concretas y no de agónicas promesas que se entreveran con una discursiva florida, tendrá que negociar, pero no para lograr sus propios réditos políticos sino cumplir con las promesas, y negociar no le será fácil porque quienes lo secundan son los extremos de derecha y de izquierda, ahí radica la habilidad.

En Francia ganó E. Macron, pero las dudas son más contundentes después que baja la bruma de la victoria. Sobrevivir a un gran desafío no es una victoria, es ganar por un rato, por un corto período, sobre todo cuando los intereses de la Unión Europea, acéfala de un líder, dependió de un suspiro, después de conocer los resultados sobre todo para los Estados Unidos que se embarcaron en la victoria de Macron creyendo que eran “los republicanos” de Le Pen los que perdieron. Distorsiones y miopías en el Atlantismo, determinan que, si no sintonizan con sus propias sociedades, estos estados potencias transitarán por caminos sinuosos y riesgosos por el estrepitoso avance de los extremos que están poniendo en dudas las democracias occidentales.

“Nadie quedará al costado del camino” ¿Qué camino presidente E. Macron?