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Deportes 2 de enero de 2021

“En el 2020 la gente se puso la camiseta”

Sebastián Garro, presidente de Biguá, y un año increíble. El club aprovechó la pandemia para abrirse al barrio y su gente utilizó el parate para ponerlo como nuevo. Historias de inclusión y transformaciones.

Todos trabajaron en Biguá para reciclar sus instalaciones durante el 2020. El tradicional club de rugby y hockey se abre al barrio y a nuevas disciplinas.

Por Sebastián Arana

La pandemia puso de rodillas a todos los clubes de Mar del Plata. ¿A todos? No, a todos no. Uno de ellos, lleno de irreductibles luchadores, resistió desde marzo y durante todo el año al encierro, la desesperanza y la incertidumbre.

Así, como René Goscinny comenzaba todas las historias de su entrañable Astérix, el héroe galo que desafiaba a las legiones de Julio César, podría iniciarse el relato del 2020 de Biguá, el club marplatense que terminó el año mucho mejor de cómo lo comenzó.

Diana Kotzer, una bigüense de ley, se contactó con este medio para contar cómo la gente del club unió sus fuerzas primero para donar bolsones de comida a las familias de los deportistas propios que necesitaban ayuda, luego para preparar viandas para los comedores del barrio y, por último, para organizar cuadrillas de trabajo que aprovecharon la inactividad para remozar las instalaciones.

Sebastián Garro, presidente de Biguá, expresó su orgullo por cómo su club enfrentó las dificultades. “Parecía que estábamos todos destinados a quebrar. Pero en este 2020 la gente se puso la camiseta. Mucha gente de Biguá sacó a relucir su sentido de pertenencia y se unió ante la adversidad. En realidad, cuando comenzó el aislamiento, no sabíamos bien qué iba a pasar y paramos quince días. Pero enseguida mucha gente comprometida con el club planteó la idea de aprovechar el parate para hacer cosas que se necesitaban”, señaló.

“Una de las primeras acciones fue la de la cocina solidaria. Recibíamos donaciones, los viernes cocinábamos y los sábados se llevaban ciento treinta viandas a distintos comedores del barrio. En abril empezamos con esta idea y en poco tiempo nos encontramos con que ya habíamos repartido más de mil”, agregó.

La buena recepción que tuvo la iniciativa, como a veces ocurre, entusiasmó a los bigüenses. “Descubrimos que podíamos hacer un montón de cosas en infraestructura. Entonces se organizaron cuadrillas de trabajo. Venían cuatro a la mañana, cuatro al mediodía y cuatro a la tarde. Hasta los domingos, se peleaban para venir al club a laburar. A arreglar el quincho, los baños, las cloacas, a hacer pozos, a pintar…Estar sin competencia nos permitió emprender trabajos que, de otra manera, hubieran sido imposibles. Por ejemplo, las H de la cancha de rugby estaban ahí desde hacía 42 años. Aprovechamos para sacarlas, arenarlas, reforzarlas. Todos laburaron ad honorem, todos colaboraron, los jugadores de primera, los de inferiores. Y la gente de la intendencia se puso el club al hombro”, detalló el presidente.

El trabajo fue mucho. Pero los proyectos son más. “El sintético para el hockey es la obra máxima. Este año fue para generar el dinero que nos permitiera comprar las luces y la alfombra. Estamos por empezar la etapa del movimiento de suelo”, anticipó Garro.

“Cuando pudimos retomar los entrenamientos al aire libre, fue una explosión de chicos. Ojo, no todo fue color de rosas. Lo que ocurrió este año fue terrible, la situación económica de los clubes empeoró notoriamente y el encierro afectó a los chicos al punto de no querer salir de sus casas. También sufrimos robos como tantos clubes de la ciudad. Y el rugby, que es el deporte que nos identifica, fue noticia por motivos que no nos gustan, que nos juegan en contra”, apuntó.

Garro tiene una mirada muy crítica sobre los episodios de violencia que protagonizaron distintos rugbiers durante el año y los famosos tweets de los Pumas que salieron a la luz durante la disputa del Tres Naciones.

“El rugby tiene que hacerse cargo de lo que está pasando”, manifestó Garro. “En cuanto a la cuota que nos toca a nosotros, empezamos a dar charlas, que se interrumpieron por la pandemia. Pretendemos concientizar a los chicos que nadie se puede creer más que alguien, nada nos diferencia de alguien, somos deportistas igual que todos. También empezamos charlas por la Ley Micaela, decidimos emprender un camino de transformación”, amplió.

Esa transformación también supone la apertura a deportes distintos de los tradicionales rugby y hockey. “Por un convenio con los chicos de la escuela de Juventus, vamos a ser el primer club de rugby con fútbol del país. Queremos potenciar el rugby femenino. Comercial y nosotros somos los únicos que tenemos en la Unión Marplatense. Como en cualquier actividad deportiva que recién comienza, trabajamos con edades muy heterogéneas. Pero creo que el rugby femenino puede crecer tanto como el hockey y tener una especie de explosión como la que tuvo el fútbol femenino en Mar del Plata”, contó Garro.

“Mirá, la frutilla del postre fue que aparecieron en el club unos chicos que practican quidditch, el deporte de Harry Potter, y enseguida se sumaron veinte”, apostilló.
“Estamos en el camino de la deconstrucción y de ser más amplios. Agregar nuevas disciplinas y abrirnos al barrio generó una nueva impresión. Esperamos cosas mejores para el 2021”, finalizó Garro.