La economía argentina vuelve a mostrar todas las fallas estructurales que dejó el régimen kirchnerista.
La adminstración Macri deja al descubierto que no sólo no tenía un plan para atacar esos problemas de estructura sino tampoco se muestra cohesionada sobre el diagnóstico y el tratamiento de la crisis.
La inflación sigue azotando a la población tal como ocurría durante el régimen anterior y las cuentas públicas continúan en rojo aunque con menor dimensión debido a la baja de subsidios.
Luego del idilio de los 100 primeros días, los diferentes grupos de presión emprendieron una ofensiva contra el gobierno en procura de obtener ventajas, en medio de una absoluta pasividad oficial que además sufre los embates de las denuncias por el “affaire Panamá”.
Los industriales, los sindicatos y las organizaciones sociales lanzaron distintas acciones tendientes a limitar el margen de maniobra del gobierno que ha perdido la iniciativa y ha convertido la promesa de un “Cambiemos” en un “Emparchemos”.
Está claro que en el seno del gobierno hay dos posiciones muy bien definidas sobre la manera de encarar los problemas económicos. Y hasta ahora, el gradualismo solo ha conseguido que el humor social se transforme en protesta.
La postura gradualista ha dejado indemne los factores que generan la inflación, como es un excesivo gasto público y su financiamiento vía emisión del Banco Central.
Pero al mismo tiempo, el gradualismo no logra resolver ni el exceso de subsidios, ni el exceso de empleo público, ni tampoco logra neutralizar los avances de los grupos de presión, ni la deuda con los holdouts.
Hasta ahora, y a menos de una semana del pago a los holdouts, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, está buscando prorrogar el plazo de cancelación de esa deuda porque aún no pudo reunir los fondos para hacer frente a esa obligación y busca pedirle más plazo a los acreedores.
Nuevamente no es la Casa Rosada, la que toma la iniciativa y le indica al ministro que el tema debe resolverse. En este caso, fue el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Jack Lew, quien, de manera diplomática, conminó al gobierno argentino a cumplir con los plazos comprometidos con los holdouts.
El gradualismo, por ahora triunfante, en el seno del macrismo está provocando un rápido desgaste del poder político del presidente y no resuelve los problemas.
Y como no resuelve los problemas, los emparcha.
El gradualismo es el mejor alimento de la inflación y no cumple con el objetivo del oficialismo.
Otra vez en soledad, el Banco Central intenta ahogar el fuego inflacionario pero su accionar no alcanza para acabar con los focos ígneos que le genera el gradualismo.
El BCRA admitió las dificultades al señalar que “la economía argentina continúa con una tasa de inflación muy superior a la buscada y el principal motivo del aumento de la inflación en los últimos meses fue un reordenamiento de precios relativos, el cual, según anuncios conocidos en la última semana, continuará en el mes de abril. Si bien el impacto puntual de estos cambios transitorios de precios no puede contrarrestarse con política monetaria, las acciones contractivas del BCRA buscan afectar la dinámica inflacionaria subyacente, con el objetivo de arribar a tasas decrecientes de inflación una vez que el reordenamiento de precios relativos se complete”.
Pero con el gradualismo, nadie sabe cuando esto termina o tal vez tiene alguna estimación como la esbozó el propio Prat Gay: “la Argentina tendrá cuatro años de déficit fiscal primario”. Inadmisible.
Las herramientas para derrotar la inflación están generando más dificultades. El parche que colocó el BCRA con la suba de tasas de interés termina ahogando a la economía, tal como lo demuestran los números de la recaudación tributaria que crecen por debajo de la estimación inflacionaria.
Por caso, los ingresos por el IVA que mide el consumo aumentaron 23,6 por ciento, Ganancias que mide el desempeño económico en su conjunto subieron 16,8 por ciento, las contribuciones patronales que reflejan el empleo y los salarios se incrementaron 23,2 por ciento, contra una inflación estimada en 35 por ciento y contra una tasa piso de LEBAC del 38 por ciento.
El gradualismo es sólo un parche.
DyN.
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