Después de dos años de tratamiento contra la leucemia en el Hospital Materno Infantil, Blas tocó la campanita del hospital, una tradición a nivel mundial que indica que recibió el alta. El nene de 8 años también recibió su “Diploma de Valentía”.

“Quiero agradecer al hospital, a las áreas de Oncología y de hematología y a todos los profesionales, amigos y familia que nos acompañaron en todo este proceso. Gracias por haber llegado a un final feliz”, señaló Mariana, la madre de Blas, que recibió el alta el martes pasado y ya puede llevar la vida habitual de un chico de su edad.

“Lo único que lo limita y que hay que tener cuidado que no se golpe es el cateter que tiene en el pecho, que por protocolo lo tiene que tener un tiempo más. El sabe que se tiene que cuidar y los amigos también, pero a veces se olvida”, contó Mariana a LA CAPITAL.

Emocionada, la madre recordó el momento en que recibieron el diagnóstico. “Fue muy duro, muy difícil de aceptarlo, y empezás a buscar los por qué“, señaló.

El tratamiento lo realizaron en el Hospital Interzonal Especializado Materno Infantil (Hiemi) durante todos años. “Fue ambulatorio -reseñó la madre, que lo acompañó en todo momento- pero tuvo períodos de internación, el más largo fue de 21 días, ya que tuvo complicaciones porque tenía las defensas bajas”. En paralelo, acompañaba el proceso el resto de la familia, integrada por el padre Domingo Javier Schisano y su hermana Emma, de 3 años.

A su vez, Blas -que al momento del diagnóstico cursaba los últimos meses de la sala de 5 del jardín de infantes- recibía a la maestra domiciliaria de la Escuela 508, Mariela Baez, que “era nuestro nexo con el colegio para darle continuidad educativa”, relató Mariana.

Como parte de la reinserción en la ida cotidiana, en octubre pasado Blas se reincorporó al colegio Albert Schweitzer, dónde cursa segundo grado.

“Blas ha sido dado de alta en nuestro servicio de Oncología. Con mucho orgullo, le entregamos su merecido diploma al esfuerzo y la valentía, en reconocimiento a su increíble fortaleza y lucha”, expresaron desde el Hiemi.

“Es un ejemplo de resiliencia y su recuperación es motivo de alegría para todo el equipo médico que lo acompañó en cada paso. Nos despedimos con una sonrisa, sabiendo que sigue su camino rodeado de amor y cuidado”. “Gracias a todos los que nos acompañaron”, reiteró Mariana, invadida por la emoción.

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