Emilio Castro Rojas y un viaje al interior del fascinante mundo de la murga
El artista uruguayo será el docente de un nuevo encuentro del primer ciclo de formación integral en murga de estilo uruguayo que se llevará a cabo este fin de semana.
Continúa el ciclo de formación sobre murga de estilo uruguayo.
Por primera vez se está realizando en Mar del Plata un ciclo de formación integral en murga de estilo uruguayo, una disciplina que es, a la vez, muchas disciplinas, un género vivo y con numerosos matices, que tiene mucho para contar y saber.
Se trata de un espacio gratuito con el apoyo del Teatro Auditorium, el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y el Colectivo de Gestión Vamo arriba. Las clases tienen como objetivo aportar al crecimiento del género y motivar la participación y formación en miembros de la comunidad artística de Mar del Plata.
Tras los espacios de capacitación en maquillaje y vestuario (hoy sábado y mañana domingo de 10 a 14 en la sala Laureti del Puerto), llega el momento de sumergirse en el tema de la puesta en escena. Para ello, los organizadores convocaron a Emilio Castro Rojas, quien desde la adolescencia está vinculado a proyectos de murga de estilo uruguayo. Ha participado del Encuentro de Murga Joven de Montevideo y, posteriormente, en el carnaval oficial, en títulos como La Buchaca, La Cofradía y de forma más intensa por cuatro años de corrido en La Gran Muñeca y que, actualmente, reside en Buenos Aires.
El ciclo está destinado a músicos, bailarines, actores, compositores, maquilladores, vestuaristas, profesores de teatro, directores, técnicos de sonido e iluminación, coreógrafos y otras especialidades que quieran sumar a su formación las temáticas que rondan a la murga estilo uruguayo.
“Me gusta (y me sirve) pensar la puesta en escena como una instancia del montaje del espectáculo variada y compleja, con muchas capas, que van desde lo interpretativo, el movimiento y la administración de todo lo que ‘viste’ a la murga (maquillaje, vestuario, escenografía, utilería)”, definió en una charla con LA CAPITAL.
“La administración general de estos elementos enriquece un espectáculo, le da potencia, lo ayuda a comunicar mejor”, destacó. A la vez, apuntó que “si le saco la escenografía, el vestuario, la utilería y toda la parafernalia, ¿qué es lo que siempre inevitablemente voy a tener en escena? Murguistas que cantan y hablan. Cuerpos en escena. Es la materia prima”.
Tras destacar el desafío de la “convivencia feroz” para encastrar “muchos engranajes”, valoró que siempre se trata de un proceso colectivo. “En ese fluir siempre hay un empuje muy grande. Hay algo en la pertenencia también. No es lo mismo subir a defender un espectáculo que se siente propio, con la carga emotiva de un proceso de trabajo grupal largo, a subir con una actitud de funcionario. En lo creativo, la interacción de varias cabezas también implica un juego en ese vínculo. El aprendizaje de saber soltar lo individual, estar ‘en función de'”.
Nacido en una ciudad “donde la murga se hace, casi no se piensa”, sostuvo que “la adopción del género en otras latitudes, el respeto que gente con otros bagajes le tiene a la murga, los reparos de ‘sí, pero murga es otra cosa’ son un caldo de cultivo para la indagación, la curiosidad teórica y la demanda de formación”.
Asimismo, consideró que el género tiene “algo mágico, es una ensalada perfecta, no puede fallar”. Y hoy, frente a los desafíos mediáticos y de impacto de las redes, “cae pero no cae del todo en esas tentaciones: es profunda y banal, denuncia afuera y se pone introspectiva. Es de actualidad pero reflexiona sobre todos los tiempos, le canta a su territorio pero es universal. Es un show con mensaje, un daga que se viste de show para hacerte bajar la guardia pero te clava un mensaje que te deja más despabilado al salir del ver el espectáculo. Tremenda herramienta, la murga”.