Elevaron a juicio causa contra el incendiario de Torres y Liva
Tanto el fiscal, como la defensa, como la jueza de garantías tienen acreditado que Gustavo Arrativel incendió la distribuidora el 15 de diciembre de 2019. También saben que es inimputable. Pero deberá ser un tribunal el que lo confirme en un juicio.
Gustavo Arrativel.
Gustavo Arrativel, el hombre acusado de incendiar la distribuidora Torres y Liva en diciembre de 2019, posee desde hace tiempo sus facultades mentales morbosamente alteradas y es por eso que no pudo comprender la criminalidad de lo que provocaba: uno de los peores siniestros contemporáneos que aún no se explica cómo acabó sin víctimas fatales.
Tal como lo adelantó LA CAPITAL meses atrás, la causa no podía tener otro destino que la instancia del juicio oral a pesar de la condición psiquiátrica de Arrativel. Es que sería un contrasentido hablar de la “imposibilidad de comprender los actos cometidos” si no está resuelta antes la autoría y materialidad. En ese línea, la jueza Rosa Frende resolvió en las últimas horas que la acusación contra Arrativel deberá llegar a juicio para que sea un tribunal el que decida si, primero, Arrativel fue el incendiario y luego si es inimputable. Se entiende que el fallo será a favor de ambas proposiciones. La prueba contra Arrativel como iniciador del fuego es contundente y los informes psiquiátricos que lo definen insano, también.
El viernes último, recién notificado a la fiscalía el miércoles a la mañana, la jueza Frende aceptó el pedido de elevación a juicio requerido por el fiscal Juan Pablo Lódola y rechazó el sobreseimiento de Arrativel solicitado por la defensora oficial María Victoria Sosa. Lo hizo en interpretación del inciso 5° del artículo 323 del Código Procesal Penal que señala que el sobreseimiento se dictará cuando medie “una causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una excusa absolutoria”. Pero a la vez insiste en que la posibilidad de dar certezas sobre si Arrtivel es el autor del incendio o no (para luego serle aplicada alguna medida curativa o de seguridad) “en los Jueces de Garantías durante la IPP, se ven reducidas por la falta de inmediación y de contradicción plena”. Esto solo sucede en el debate oral.
Pero, ¿qué se discutirá en el momento de llegar a juicio contra un hombre que los expertos ya dicen que no tiene la capacidad de entenderlo? Probablemente, si hay juicio, se expondrán las pruebas que acrediten su autoría y se pasará a debatir sobre si es inimputable o no.
Las pruebas
Desde el primer minuto posterior a que trascendiera la detención de un “vagabundo” como el presunto incendiario de la distribuidora ubicada en Rivadavia y 20 de septiembre, el descreimiento de la sociedad, interesada por naturaleza en un tema de tal magnitud, fue total. “Perejil” fue el término más utilizado y acusaron a la Justicia de contribuir al encubrimiento por razones que iban desde la corrupción hasta la holgazanería. Sin embargo, las pruebas contra ese “vagabundo”, en realidad un hombre enfermo en situación de calle, fueron irrefutables.
El incendio de Torres y Liva se inició pasadas las 22 del 15 de diciembre del año último y, a causa de los artículos inflamables que allí se acopiaban, se propagó en minutos. Durante la madrugada el fuego arrasó con la distribuidora pero también con los departamentos emplazados en su parte superior y afectó a varios edificios de la manzana. El daño fue inusual y la cantidad de viviendas destruidas superó cualquier registro conocido en Mar del Plata.
La bolsa incendiaria en el medidor de Torres y Liva.
Lo que advirtieron los bomberos horas después de sofocado el incendio fue que todo había comenzado en los medidores de luz. Y de forma intencional. De los dos medidores, uno apenas se había chamuscado y preservaba aún un dispositivo, casero y precario de iniciador de fuego. Era una bolsa con una vela y cuerda para el retardo. La hipótesis del carácter accidental del incendio quedaba descartada.
En la madrugada del miércoles 18 un custodio de seguridad de la galería Sao, de Santiago del Estero entre San Martín y Rivadavia, llamó a la policía porque reconoció a un hombre en situación de calle, que cargaba valijas y otros pertrechos, como el que la noche del 16 había pretendido incendiar por segunda vez un medidor de luz de un local. Cuando la policía lo detuvo se descubrió que tenía consigo gran cantidad de objetos incendiarios: “velas, bolsas plásticas e hilos entre ellos un trozo de hilo de 67cm de longitud y 2mm de diámetro color blanco de algodón, poseen en primera instancia características similares a los secuestrados por Policía Científica en el incendio de Torres y Liva”.
A partir de ese hallazgo se entrecruzaron los elementos y poco a poco se fue reconstruyendo lo sucedido. La jueza Rosa Frende en su dictamen de elevación a juicio acepta toda la prueba del fiscal Lódola.
El hombre, que primero dio la falsa identidad de Raúl Menescardi, era Gustavo Arrativel, una persona con antecedentes psiquiátricos comprobados. Entre lo que tenía en su poder se hallaron anotaciones autoincriminatorias del orden de: “PRENDER FUEGO PUERTA RIVADAVIA 3843 INCIERAR PUERTA I PAZAR”, “descontrolado el insendio de la calle san martin no puede apagar”, “EZTOI CANZADO DE TUZ AMENAZAS HITLER RIVADAVIA I 20 DE SETIEMBRE”. Tiempo después, un peritaje caligráfico confirmó que estos escritos fueron obra de Arrativel.
Otras notas Arrativel las había realizado luego el incendio y fue sencillo de comprobar: estaban hechas sobre el ejemplar del diario LA CAPITAL que describía el siniestro de Torres y Liva.
LA CAPITAL tuvo, indirectamente, otra participación central en la causa ya que una lectora hizo un comentario a un artículo periodístico y reveló que había visto a una persona de características similares a Arrativel cuando aún nadie sabía de la existencia de Arrativel en vinculación con la el incendio. Convocado a declarar ratificó sus dichos. Y otra testigo aseguró que mientras ardía la distribuidora, una persona cargando valijas estaba intentando incendiar un medidor y que, descubierto, salió corriendo.
Un análisis de cámaras de seguridad de días anteriores por sitios en donde se habían denunciado sabotajes a medidores de luz (como el caso del cine Ambassador) mostró que el incendiario era alguien de características similares a Arrativel. Lo mismo sucedió con una imagen captada por el fotógrafo Marcelo Balbuena en la madrugada del incendio retrata a un indigente con valijas sentado en el umbral de una casa en cercanías de Torres y Liva. Aunque la jueza no puede confirmar que sea Arrativel, hay un fuerte indicio de que lo sea.
Por último, la labor de la DDI local permitió reconstruir el recorrido de Arrativel en los momentos previos al incendio a partir de cámaras de seguridad de la zona. Se confirma que estuvo allí y no en otro lugar de la ciudad.
“En mi opinión, la materialidad de los hechos descriptos en la requisitoria Fiscal y la participación de Arrativel en los mismos se encuentra debidamente demostrada”, resalta Frende para esta etapa del proceso.
La salud mental
Una vez consolidada la prueba de la autoría material del incendio, el fiscal Lódola avanzó sobre la verdadera clave del proceso contra Arrativel: su salud mental.
Lodola comprendió, apenas segundos después de conocer a Arrativel, que se estaba en presencia de una persona sino insana, al borde de la misma. En las primeras entrevistas hubo episodios reveladores de esa condición psiquiátrica y no obstante ello se pidió un detallado informe a especialistas. Finalmente se concluyó en lo que se esperaba:
“Arrativel presenta sintomatología compatible con psicosis esquizofrénica tipo residual-crónica y de tipo paranoide. No se encuentra capacitado psíquicamente para estar sometido a proceso penal, no comprende los alcances y vicisitudes que ésto implica. En torno a los hechos que se le imputan, no pudo comprender la criminalidad del acto por una alteración morbosa de sus facultades mentales, por lo que no tuvo capacidad para delinquir”.
El informe fue firmado por Diego Martin Otamendi y Mabel Morales Morales, ambos Peritos Médicos Psiquiatras Oficiales de la Asesoría Pericial Departamental.
Frente a esta situación (agregada al estudio del 23 de noviembre de 2019, menos de un mes antes del incendio, cuando Arrativel fue ingresado al pabellón psiquiátrico del HIGA y a el expediente en la Justicia de Familia de 2002 cuando ya se lo consideraba como esquizofrénico y psicótico subagudo) la jueza Frende entendió que para declararlo inimputable debe recurrirse a un juez de primera instancia. La jueza no lo hace porque tenga dudas sobre el estado mental de Arrativel, sino porque es lo que corresponde delegar.
El fallo de Frende reafirma que Arrativel es quien incendió Torres y Liva. Sosa, la defensora oficial, también reconoce que la prueba es irrefutable. Y las dos funcionarias, junto al fiscal Lódola, saben que se trata de un caso claro de inimputabilidad. Tal vez ni siquiera haya juicio y sí una aceptación anticipada de sobreseimiento –a pedido de la defensoría- por parte del tribunal al que se lo asignen.
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