El vuelo de Milei y los problemas de Axel
Panorama político nacional de los últimos siete días
Por Jorge Raventos
Desde el avión privado en el que ayer regresaba a la Argentina tras su visita a París, Javier Milei envió un mensaje a su colega paraguayo Santiago Peña, para felicitarlo porque su país alcanzó el Investment Grade, calificación que le permite a Paraguay acceder a los mercados financieros pagando una tasa muy baja. “Tarde o temprano el riesgo país y las calificaciones se acomodarán” en la Argentina, vaticinó con optimismo Milei, que por ahora debe lidiar con una tasa de riesgo de casi 1600 puntos.
Después de asistir a la fastuosa inauguración de unos Juegos Olímpicos en los que el público francés parecía haber elegido como rival a los representantes argentinos –silbados o abucheados en distintas presentaciones-, Milei volvió ayer a Buenos Aires para participar hoy de la inauguración de la exposición rural, donde hablará. El ministro Luis Caputo ya adelantó que no incluirá ningún anuncio sobre retenciones. . Los productores se conformarían con que se anticipara con fecha fija una reducción gradual del gravamen, sin embargo el gobierno posterga esa buena noticia porque sabe que seguirá necesitando imperiosamente esos recursos, especialmente tomando en cuenta el compromiso de reducir el impuesto PAIS en septiembre. A falta de mejores novedades para ofrecer, el presidente reiterará la promesa de esa reducción impositiva y anunciará a la Sociedad Rural que el Estado declinará sus acciones judiciales contra la cesión del predio de Palermo.
En su breve estada en París Milei alcanzó a reunirse con un número reducido de dirigentes de grandes empresas convocados por el embajador Ian Selecki y conversó cerca de 50 minutos en el Palacio Elíseo con su anfitrión, Emmanuel Macrón. El tiempo no daba para tratar un temario demasiado denso, pero sirvió, como informó protocolarmente la Cancillería gala, para enumerar campos en los que ambos países colaboran y se proponen ampliar la cooperación: “transición energética, defensa, cultura e investigación científica”. Milei expresó interés en alentar las inversiones francesas, Macron le puntualizó algunas dificultades registradas por empresas de su país que ya invierten en Argentina. En suma, té y simpatía, lo que debe computarse como buena noticia a la luz de las expectativas: el encuentro se producía en un instante en que las relaciones aparecían perturbadas por algunas turbulencias.
El episodio de la crítica a los cantitos de vestuario alusivos a Francia de los futbolistas argentinos, que había motivado un “mensaje poco feliz” de la vicepresidenta Villarruel cuestionando a los franceses por “colonialistas”, solo fue mencionado desde la delegación argentina como tema lateral de la reunión. Según ese relato, Macron habría reconocido el gesto de Karina Milei de acudir a la embajada francesa a diferenciar la postura oficial de las expresiones de la vice.
De todos modos, aquel dato no aparecía como la única sombra en la relación con Francia. No es un secreto para nadie –y, como es obvio, tampoco para el gobierno de Macron- que Milei cultiva los vínculos más estrechos con las fuerzas de la llamada derecha identitaria europea, cuya expresión francesa es el partido Rassemblement National, liderado por Marine Le Pen, para evitar cuyo triunfo el presidente francés convocó a todas las fuerzas políticas a producir un “cordón sanitario”. Ese antecedente aparecía, si bien se mira, como algo más significativo que el anticolonialismo paradeportivo de las declaraciones emanadas del oficialismo argentino.
Y a esa distancia ideológica había que sumar, como obstáculo potencial, hechos y declaraciones generados desde las filas libertarias que responden a Milei. Por ejemplo, la visita formal de un grupo de diputados oficialistas a detenidos por graves transgresiones a los derechos humanos que se encuentran alojados en la cárcel de Ezeiza. Uno de los visitados fue Alfredo Astiz, condenado a cadena perpetua por el secuestro, tortura y desaparición de dos monjas francesas, Alice Domon y Léonie Duquet, así como de otras personas. El estado francés, a través de distintos gobiernos, de diferentes tendencias, ha sostenido durante décadas la reivindicación de justicia para el caso de “las monjas francesas” y seguramente el embajador francés en Buenos Aires ha informado a su cancillería sobre las visitas y sobre las opiniones de su organizador, el diputado libertario entrerriano Benedict Beltrán, que ha declarado que el juicio a Astiz y “los fallos violan las leyes y los tratados” y que “las Fuerzas Armadas vencieron al terrorismo marxista por las armas y el Presidente (Javier Milei) combate en la política a esta ideología. ¿Cuál es su última guarida? El Poder Judicial, y los vamos a combatir denunciando públicamente a los jueces que armaron y fallaron a favor de esta farsa en el Consejo de la Magistratura”.
Razonablemente, Milei había tomado distancia de los diputados que visitaron a estos presos. Su secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, insistió en que “el gobierno nacional no tiene nada que ver con la visita de legisladores cercanos a la vicepresidenta Victoria Villarruel”, absolviendo al Presidente y debitando otro cargo en la cuenta de la vice.
Macron es un político que sabe colocar los intereses de su país por encima de los detalles y las preferencias ideológicas. Finalmente, ninguna de estas nubes perturbó el diálogo entre “dos países que podrían decirse amigos”, como expresó una fuente argentina. Como había ocurrido en el reciente encuentro de Milei con el jefe de gobierno alemán Olaf Scholz en Berlín, la cancillería local no programó ninguna declaración conjunta ni conferencia de prensa. A buen entendedor, pocas palabras.
De vuelta en casa
Ya en Buenos Aires, tras su duodécimo viaje desde que asumió, el Presidente habría decidido espaciar sus alejamientos del país. Por otra parte, tiene una ardua agenda por delante, ya que su gobierno debe poner en práctica los instrumentos legales que estuvo reclamando tanto tiempo.
Una de esas herramientas, el RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), aprobado en la Ley de Bases, está promoviendo un interesante fenómeno político. YPF y la firma malaya Petronas están a punto de decidir la localización de una una planta de licuefacción para la exportación del gas de Vaca Muerta y una concentración de actividades y gasoductos que suponen una formidable inversión de más de 30.000 millones de dólares -la más importante que haya recibido el país- que tendrá enorme influencia sobre el comercio exterior argentino (se estima que el país podría exportar el equivalente a 30.000 millones de dólares anuales en energía en 2031).
Ambas firmas acaban de convenir la participación de la prestigiosa auditora internacional Arthur D. Little, para garantizar la objetividad y transparencia al proceso de selección del lugar de asentamiento, que calculan estaría concluida a fines de agosto y que surgirá de dos contendientes: Punta Colorada, en la provincia de Río Negro, o Puerto Rosales, en Bahía Blanca.
El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilnek, puede admitir que si se optara por su distrito se necesitaría construir un puerto al norte de Punta Colorada, pero ofrecería la compensación de tener más cercanía que Bahía Blanca con Vaca Muerta. Pero su carta decisiva reside en que su provincia adhirió al RIGI y el apoyo político a esa decisión es unánime. El Régimen implica ventajas impositiva de largo plazo, disponibilidad de divisas y, en caso de desacuerdos, la posibilidad de recurrir a los tribunales de Nueva York.
La provincia de Buenos Aires, en cambio, quedó atada a la postura política de rechazo adoptada por Unión por la Patria en el Congreso, y ese hándicap perjudica gravemente a Bahía Blanca, que ve peligrar una inversión de enorme magnitud, que implica recursos, actividad económica y empleo para la ciudad y toda la región.
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Mejor que decir es hacer
El intendente de Bahía Blanca, Federico Susbielles, peronista (no ajeno al universo K) se hizo oír en La Plata. Empezó declarando que razonable la necesidad de garantizar beneficios y estabilidad a las empresas para concretar el proyecto. Axel Kicillof procuró contenerlo prometiendo la aprobación de un régimen provincial similar al RIGI… si YPF y Petronas aseguraban la inversión en Bahía Blanca. El presidente de YPF se reunió con el gobernador y le explicó que sin el RIGI nacional la inversión difícilmente se produjera en la provincia.
El intendente de Bahía, procurando que se cumpla la condición sin romper lanzas con Kicillof propuso entonces que Bahía adhiriera al régimen nacional mientras se esperaba que el gobernador aprobara su propio régimen similar para el ámbito provincial. Un esfuerzo de conciliación apreciable pero contradictorio, si se quiere: una adhesión directa de Bahía al régimen nacional supondría puentear al ámbito provincial (de hecho, el intendente de Mar del Plata acaba de anunciar una medida similar). Por otra parte, no está claro que el régimen provincial “de fomento” que imagina Kicillof incluya, por ejemplo, la aceptación de que los eventuales diferendos se tramiten en tribunales de Nueva York.
La realidad es la que impone su lógica a las cosas, por eso el intendente Susbielles está avanzando en su presión sobre La Plata y va acumulando respaldos. En la legislatura bonaerense miembros de diversos bloques, incluyendo radicales, macristas y libertarios se pronuncian tanto en favor de que Bahía Blanca sea la sede elegida, como sobre la condición determinante de adherir al RIGI.
Susbielles argumenta: “Lo que el Presidente plantea está en línea con lo que había dicho YPF en cuanto a que si no había una adhesión al régimen de grandes inversiones no tiene viabilidad el proyecto y eso tiene lógica, porque es de una envergadura muy importante que va a requerir de certezas financieras, jurídicas e impositivas de parte de las empresas y de los inversores”.
Y, apelando implícitamente a Perón, quizás para que lo comprendan mejor sus compañeros, señala: “Hoy la ley es una realidad, está vigente y se pueden generar muchas inversiones a nivel nacional y en cada una de las provincias. En esa línea hay que trabajar, resguardando cada realidad provincial y municipal, para que las inversiones modifiquen la calidad de vida de la comunidad en cada uno de los lugares”.
El intendente de Bahía Blanca está trazando una línea en la provincia donde la fuerza K decidió atrincherarse: el ideologismo no puede contra la realidad; apostar contra la realidad es un error que hace daño y conduce al fracaso.
“Nosotros nos sentimos patagónicos y creemos que tiene que haber un desarrollo más federal de la Argentina. Río Negro, Neuquén y Bahía Blanca tienen que generar un nodo logístico con radicaciones industriales que potencien la actividad económica”.
Practicado desde la provincia interior, ese mensaje de amplitud es una respuesta a cierta lógica del AMBA y también un punto de encuentro con el peronismo de provincias, que privilegia el realismo sobre la retórica.