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Deportes 30 de diciembre de 2022

El verano de Ramella, dramas habituales, adiós de Robles y nostalgias clásicas

El 2022 del básquet marplatense tuvo episodios dignos de mención. Peñarol regresó a play-offs después de varias temporadas, pero no pudo mantener el equipo y tuvo que reinventarse para seguir la lucha. Quilmes cerró el ciclo de Manuel Gelpi y luego apostó por reverdecer laureles con DT y referentes de la casa. Repaso desde la Liga Nacional hasta la competencia local.

Penetra Bruno Sansimoni. El base fue gran figura del equipo de Ramella y mantuvo su rendimiento confiable.

por Sebastián Arana

El año 2022 de los equipos profesionales del básquetbol marplatense, en líneas generales, discurrió por sus cauces habituales. Tanto Peñarol en la Liga Nacional como Quilmes en la Liga Argentina debieron ingeniárselas para pelearle a las condiciones estructurales de la competencia, adversas como casi siempre. El equipo “milrayitas” lo hizo con mayor felicidad en la primera parte del año y los “cerveceros” tuvieron un semestre inicial olvidable y levantaron un poco sus acciones en la segunda mitad.

Al margen de lo estrictamente deportivo, ambos clubes festejaron sus centenarios, cambiaron conducciones y se pusieron de acuerdo en organizar un evento que ratificó que, probablemente, lo más grande que le pasó a Mar del Plata desde que aquí se juega básquet es el clásico Peñarol-Quilmes. Y que se extraña una enormidad.

El gran momento “milrayitas” del 2022 muy bien podría definirse como “el verano de Ramella”. Se extendió desde la gira anterior a las Fiestas de fin de año hasta los últimos días de marzo. En ese lapso, el equipo dirigido por el gran entrenador marplatense encadenó doce triunfos consecutivos y, cortada la serie por Boca en el Polideportivo, fue muy competitivo a lo largo de dos meses más. Obtuvo triunfos en las canchas más difíciles de la competencia -por ejemplo, a Quimsa, cómodo ganador de la serie regular, le ganó en casa y de visitante-, alcanzó el segundo lugar con un muy buen nivel de juego y, lo más destacado, le devolvió la alegría a sus parciales.

Peñarol pasó de jugar con poco menos de mil hinchas en las tribunas a hacerlo con concurrencias que sobrepasaron los dos mil y en algunas ocasiones treparon por encima de los tres mil. Además se generó una linda simbiosis entre el equipo y la gente, ilusionada como en los viejos buenos tiempos.

A fines de marzo el rendimiento del equipo bordeaba lo excelente. Sin embargo, a partir de una derrota en casa ante Instituto -luego coronado campeón- pasó a ser terrenal y en la recta final de la serie regular cayó del segundo al cuarto lugar. Esa merma, si bien no impidió su llegada directa a cuartos de final, lo llevó a enfrentarse en el cruce con Boca, el peor rival posible. Y el equipo “xeneize” lo venció dos veces en Mar del Plata, una de ellas de manera increíble, y lo terminó sacando del torneo con un 3-1 contundente.

La campaña, la mejor desde el último título ganado en 2014, terminó con un buen sexto lugar. Conformes, los dirigentes pretendieron retener a casi todos los integrantes del plantel.

Sin embargo, la economía volvió a hacerle sufrir una mala pasada a Peñarol. El primer golpe, tal vez el más fuerte, fue el alejamiento del DT Leandro Ramella, quien prefirió una oferta superior del Aguada uruguayo.

Si bien tuvieron éxito con las renovaciones de piezas claves com Joaquín Valinotti, Tomás Monacchi, Bruno Sansimoni y el notable Al Thornton, los directivos tampoco pudieron impedir las partidas de un jugador vital para el equipo como Phillip Lockett y de dos buenas “segundas guitarras” como Carlos Buemo, pese a su irregularidad, y Federico Marín.

Adrián Capelli, sucesor de Ramella, tuvo que afrontar la reestructuración del conjunto. Con un “2” de otras características, con pivote extranjero para suplir la ida de Lockett y con más obligaciones para un Thorton que ya no tiene detrás ese gran guardaespaldas que para él era Tevin Glass, cuyo regular aporte le aseguraba el descanso que necesitaba. También con una segunda línea muy renovada.

Comenzado el nuevo torneo, dentro de esta reestructuración, las piezas se siguen acomodando. Sin todavía poder encajar con la misma naturalidad que en el torneo anterior. Pese a todo, con remendones y costuras para lo que fue una muy buena “pilcha”, Peñarol logró terminar el año con récord positivo y las chances intactas de llegar a los play-offs, el objetivo de mínima.

Borrón y cuenta nueva para Quilmes

En el tramo final de la Liga Argentina 2021/2022 Quilmes sufrió todavía las consecuencias del pecado original de esa campaña: el conflicto que terminó con la abrupta salida del equipo de Lucas Ortiz, a priori su fichaje más importante.

El equipo jamás se repuso de ese golpe, aunque Manuel Gelpi logró hacerlo un poco más competitivo con el correr de la fase regular a partir de darle una mayor participación a los juveniles. Así, al menos, pudo mantener una intensidad defensiva constante y logró que los titulares llegaran con mayores reservas físicas a los tramos finales.

 

Alex Negrete brilló durante su paso por Quilmes, que no pudo retenerlo.

Alex Negrete brilló durante su paso por Quilmes, que no pudo retenerlo.

 

Quilmes, cuyo inicio de segunda fase fue desastroso, mejoró paulatinamente y en un momento dado se ilusionó con alcanzar la clasificación directa a los play-offs liderado por rendimientos fantásticos del novel Alex Negrete. La inexperiencia del equipo, sin embargo, le impidió cerrar un puñado de partidos que tenía en el bolsillo. Así quedó condenado a jugar Play-In para llegar a los cruces eliminatorias. Y falló estruendosamente en el cruce que le pudo dar la clasificación ante Bahía Basket, rival al que le había ganado siempre durante la temporada regular. No hubo chance tirando 1/32 triples.

Esa última noche precipitió el final del ciclo de tres años -todos ellos, de una forma u otra, atravesados por la pandemia- del entrenador Manuel Gelpi. En el club hubo cambio de conducción, Marcelo Jiménez reemplazó a Jorge Unzué en la presidencia, y la nueva Comisión Directiva resolvió no renovarle el contrato y abrir otro proceso.

Como a Peñarol, lo económico se convirtió en un severo límite y los nuevos dirigentes no pudieron retener al promisorio Alex Negrete, vendido a Olímpico de La Banda pese a que le quedaba un año más de contrato.

A pesar de las dificultades, la idea fue darle al nuevo equipo una fuerte impronta quilmeña. Luis Fernández, el eterno coordinador de esta disciplina dentro del club, a veinticuatro años de su última experiencia en el profesionalismo, fue el DT elegido. Y entre él y los directivos lograron convencer de regresar al redil a dos antiguos referentes como Luis Cequeira y Gregorio Eseverri.

Muy renovado en relación a la última temporada, con un despegue muy interesante del juvenil pivote Tomás Nally, el nuevo Quilmes lucha para encontrar una identidad colectiva en la Liga Argentina 2022/2023. Si bien su marca es positiva, la consiguió con mayoría de partidos jugados como local. Las giras que deberá afrontar entre enero y febrero (tendrá ocho de diez partidos en calidad de visitante) pondrán todo a dura prueba.

El retiro de un histórico

La decisión de Domingo Robles de apartarse de la conducción de Peñarol fue otro de los hechos salientes de la actividad durante 2022. A lo largo de más de dos décadas, “Mingo” lideró la empresa del básquet profesional “milrayitas”, le imprimió su sello y fue, desde su rol directivo, la cara de los momentos más felices de su club en la Liga Nacional y también fronteras hacia afuera.

 

Uno de los grandes impactos del año en el básquet marplatense fue la decisión de Domingo Robles de no seguir al frente de Peñarol.

Uno de los grandes impactos del año en el básquet marplatense fue la decisión de Domingo Robles de no seguir al frente de Peñarol.

 

Aunque la experiencia que acumuló durante tantos años siempre estará al servicio los herederos de su legado, su carismático liderazgo será muy difícil de suplir. En Peñarol se abre otra historia. El tiempo dirá si mejor o peor. Pero sí seguramente distinta.

El clásico, pasado y futuro

Tras más de cuatro años sin enfrentamientos oficiales ni amistosos, los dirigentes de Peñarol, Quilmes y el municipio se pusieron de acuerdo en organizar un nuevo cruce clásico, esta vez distinto a todos.

Los equipos profesionales, en el marco de la pretemporada, aprovecharon para medir fuerzas y sumar minutos de básquet con un amistoso convencional. Pero el gran atractivo de la convocatoria fue el Partido de las Leyendas. Y los hinchas le dieron un “sí” rotundo a la propuesta, deseosos de volver a ver a “Tato” Rodríguez, Eduardo Dominé, el “Gurí” Perazzo, Esteban De la Fuente, Carlos Romano, Diego Cavaco, Juan Manuel Locatelli y Pablo Gil, entre otros.

Alrededor de cinco mil personas no quisieron perderse detalle de ese partido, nostágicos de tantos buenos jugadores y de tantas inolvidables noches clásicas.

 

Las cinco mil personas que fueron al amistoso entre Peñarol y Quilmes ratificaron la pasión que aun genera el clásico.

Las cinco mil personas que fueron al amistoso “legendario” entre Peñarol y Quilmes ratificaron la pasión que aun genera el clásico.

 

Como una ironía del destino, mientras una multitud se transportaba a un pasado glorioso, durante el mismo partido, fallecía uno de los hombres que más hizo por el futuro del básquet de esta ciudad: Osvaldo Echevarría.

El “Negro” le había dedicado una vida a la formación de los jóvenes jugadores y por sus manos pasaron muchos y muy buenos. También él deja en Peñarol, donde trabajó durante los últimos veinte años, un vacío muy difícil de llenar.

Unión en la Liga Federal

Guiado por un Cristian Cadillac notable y plenamente vigente, Unión hizo una muy buena campaña en la Liga Federal 2022 y sus aspiraciones recién sucumbieron en un tercer y decisivo partido como visitante en el cruce ante Pico Football Club, a la postre uno de los ascendidos.

 

Cristian Cadillac la dejó "chiquita" en la Liga Federal y en el Prefederal.

Cristian Cadillac la dejó “chiquita” en la Liga Federal y en el Prefederal.

 

El equipo dirigido por Ezequiel Santiago Medina arrasó en la División Bonaerense (13-2) y luego superó 2-1 a Racing de Avellaneda antes del cruce frente a los piquenses.

La desventaja de cancha, en este caso, fue clave. Unión, en su cancha, aplastó a Pico Football. De visita, en cambio, con un “Ángel Larrea” explotado, sufrió algún “pito” adverso y también su ineficacia en tiros libres.

De alguna manera el torneo ha de definirse, pero asignar ventaja de cancha a equipos que no se cruzaron previamente no es del todo equitativo. Y Unión lo sufrió.

Panorama local

La aparición del Prefederal, en el que se inscribieron siete equipos de la Asociación Marplatense para conformar una única zona junto a Independiente de Tandil, fue la gran novedad del año.

Esta competencia se superpuso con el torneo de primera de la AMB y, sobre todo en los tramos finales, lo opacó. Unión lo ganó invicto, tercero fue Independiente de Tandil y segundo resultó el IAE Club después de una muy buena campaña, aunque finalmente desistió de jugar la Liga Federal.

Su deserción abrió el juego para SMATA, Sporting, Kimberley y Alvarado. Y esos cruces por la tercera plaza despertaron verdadero interés y provocaron muy buenas concurrencias. Finalmente, tras vencer 2-1 en la final a Sporting, el tercer lugar para la Liga Federal quedó en poder de Kimberley.

Los “verdiblancos”, reforzados con Maxi Maciel y Alejandro Reinick, luego pusieron en serios aprietos a IAE Club en la definición del Oficial de primera división. Pero el título quedó en las manos de los dirigidos por Pablo Gil, el mejor equipo del año en el orden doméstico con un extraordinario récord de 29 triunfos y 2 derrotas.

 

El título del Oficial quedó en las mejores manos. IAE campeón por primera vez tras un campañón.

El título del Oficial quedó en las mejores manos. IAE campeón por primera vez tras un campañón.

 

A raíz de los cambios decididos por la Confederación Argentina, la clasificación para la Liga Federal 2024 volverá a decidirse en un Prefederal previo. Habrá que ver si los equipos marplatenses vuelven a subirse masivamente a ese barco. Porque no tiene demasiado sentido hacerlo para bajarse antes de llegar a puerto.



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