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Opinión 2 de noviembre de 2023

El único que piensa soy yo

Por Nino Ramella

Los científicos afirman que en términos geológicos el paso de una era a otra está definido por eventos de extinciones masivas globales, lo que supone una renovación significativa de los organismos del planeta.

No es difícil que con esta brevísima introducción el lector adivine hacia adónde me dirijo. Establecer un paralelismo con los cataclismos geopolíticos y sociales que vive el mundo es el paso siguiente a la lectura de esas pocas líneas.

El meteorito que acabó con los dinosaurios favoreció a los mamíferos, entre los cuales surgimos nosotros que llegamos hasta aquí presumiendo ser los reyes de la creación. Difícilmente hayan reparado aquellos gigantes que dominaron la tierra durante 135 millones de años que algún día se les terminaría la beca.

La sensación que muchos de nosotros tenemos de estar despidiendo un mundo que ya no será como lo conocimos…o más bien de no saber si sobreviviremos al cambio… alimenta la angustia existencial de sabernos sumidos en la incertidumbre.

Si el mundo que conocimos parece terminarse, uno nuevo sobrevendrá. ¿Cómo entraremos a él los que no entendemos bien hacia dónde vamos?

Ya sé que bien puede decirse que exagero pintando esta mirada algo apocalíptica, pero vamos…algo de efectismo no es un pecado mortal.

A desaprender

—Ingeniero…hicimos los cálculos y no llegamos con el crédito. Vamos a tener que postergar lo de la casa.

—Bueno…ya habrá otra oportunidad.

—¿Qué le debemos?

—Nada, no se preocupen.

El ingeniero era mi viejo, que había hecho los planos y hasta pagado las tasas en la Municipalidad. Podría contar mil historias como esta. No estoy presumiendo de un padre excepcional como en realidad tuve, sino de una generación. Sus amigos y las personas allegadas a mi casa eran así de íntegros y decentes. Mala herencia recibí de considerar algo sucio todo lo que tenía que ver con el dinero. Más bien…despotrico con la vara tan alta que me pusieron.

No estoy idealizando nada. En todas las épocas hubo canallas, pero al menos las canalladas tenían mala prensa.

Pero no sólo en mi casa fui viendo cómo se movían las personas. Mi primer trabajo fue en una administración de edificios. Allí tuve de jefe a Don Arturo Florio, mítico personaje marplatense, ex juez de Paz al que todos adoraban. Fue también para mí un aprendizaje de valores que incorporados a determinada edad se hacen carne.

Hoy que la gente tiende a considerar la corrupción como consustancial a la naturaleza de la política puedo decir que encontré en ese escenario gente admirable e intachable. Trabajando en la Municipalidad conocí de cerca a Luis Fabrizio que tuvo para con la ciudad un gesto de inmolación al aceptar ser comisionado durante el Proceso. Con humildad y decencia nos ayudó a sobrellevar los peores años del país.

Luego y ya más íntimamente por trabajar a sus lados hubo dos personas que yo considero como un padre y un hermano. Ellos fueron Ángel Roig y Elio Aprile. Ambos pusieron sus vidas al servicio del bien común y con gestos de renunciamiento personal que hoy parecerían parte de un cuento fantástico. No desarrollaré anécdotas que describan su decencia pues ninguno de los dos lo toleraría.

En mi condición de periodista tuve contacto con muchos dirigentes de todos los partidos e ideologías que honraban la vida pública. Otra vez…canallas hubo siempre, pero gente admirable también…y muchos.

Frente a lo que estamos viviendo… ¿tendremos que olvidar que aquello fue real?

Los desafíos

Ante a una caída de los valores que tiempo atrás marcaban comportamientos morales e ideológicos… hoy el desafío parece ser prepararse para lo que vendrá.

Frente a miradas controversiales a la mía, el primer impulso fue reaccionar con un “pero…¡esta gente no piensa!” Me duró tal jactancia un tiempo hasta que pasé a la etapa del “no puedo entenderlo”, lo que se acerca bastante a lo que creo que nos pasa todavía a muchos de mi generación.

Si logramos apartar el escándalo habremos puesto en marcha los mecanismos para “entender”. Hacer eso implica resetear nuestra cabeza y disponernos a tratar de descifrar qué pasó…y mucho más importante todavía…qué es lo que se viene.

¿Estamos en condiciones de entender los nuevos códigos y motivaciones de las distintas corrientes en pugna tal como hemos venido diseñados hasta el momento? ¿Hay como siempre creímos valores inmanentes a la condición humana? ¿Seremos una civilización próxima a ser reemplazada por otra?

Un breve paneo a lo que ocurre en el mundo nos hace concluir rápidamente que no somos los únicos que enfrentan esta metamorfosis. Recordemos lo que dicen los hombres de ciencia cuando afirman que los cambios de era tienen que ver con “extinciones masivas globales”.

Si nadie ha puesto una sustancia desequilibrante en el agua corriente tendremos que aceptar que las cosas están cambiando naturalmente y que si Darwin tenía razón tendremos que ver cómo sintonizamos con estas transformaciones.

Tiendo a creer que la llave para descifrar los nuevos códigos hemos de hallarlos en los más jóvenes que seguramente han de portar la nueva configuración para que el “sistema” funcione.

Tal parece que los seres analógicos que habíamos empezado a chapotear en el mundo digital tendremos que pasar rápidamente a otra dimensión.