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Opinión 2 de julio de 2016

El siempre imprescindible y postergado diálogo social

por Guillermo Villarreal

La necesidad de dialogar para buscar consensos sobre políticas de Estado está en boca de todos. El Papa lo pide, los obispos lo reclaman, el oficialismo y la oposición lo sugieren, los distintos actores sociales lo reivindican.

La convocatoria formal a una mesa de concertación para afrontar los grandes desafíos nacionales, entre ellos la lucha contra la pobreza en la que están sumidos 13 millones de argentinos, es responsabilidad exclusiva del presidente Mauricio Macri.

Pero desde distintos sectores advirtieron que el primer mandatario parece “no haber tomado nota” de que el tiempo se agota y de que el margen social del que dispone es “estrecho” como postergar esa decisión clave.

La queja sobre las demoras en la conformación de una mesa de diálogo volvió a escucharse esta semana en la Iglesia. Entre ellos de actores eclesiásticos que desde 2001 fomentan, con resultado más bien errático, la conformación de espacios para que se logren tres o cuatro acuerdos fundamentales sobre políticas públicas que trasciendan los gobiernos.

“Tarde o temprano vamos a tener que llegar a un acuerdo nacional, o como se lo quiera llamar”, opinó monseñor Jorge Casaretto, obispo emérito de San Isidro y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

Fuentes episcopales consultadas por DyN aseguraron que existen “canales de diálogo buenos y fluidos” con las autoridades nacionales, incluso a un mayor nivel y con “menos restricciones” que en los doce años de la administración kirchnerista.

El dato se confirma en las conversaciones permanentes, tanto públicas como reservadas, que el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, mantiene con el jefe de Gabinete, Marcos Peña y los ministros Rogelio Frigerio (Interior), Carolina Stanley (Desarrollo Social), Jorge Triaca (Trabajo) y Sergio Bergman (Ambiente).

Pese a esta comunicación habitual con funcionarios de la Casa Rosada, y a la participación activa de monseñor Lozano en la Mesa de Diálogo sobre Agricultura Familiar, en un grupo de obispos persiste la idea de que es el presidente Macri quien no está convencido de que sea la hora de llamar a una mesa de concertación nacional.

Esa preocupación eclesiástica fue relativizada desde la Jefatura de Gabinete, al desestimar que el Presidente no tenga en carpeta llamar a un diálogo multisectorial en pos de un gran acuerdo nacional.

“La construcción política y electoral de Cambiemos es el mejor ejemplo de la apertura al diálogo y los consensos de este espacio”, planteó a DyN un colaborador de Marcos Peña.

La fuente, que pidió reserva, aventuró también que Macri puede llegar a hacer un anuncio en ese sentido en el marco por los festejos por el Bicentenario de la Independencia.

No es un dato menor que el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, haya aceptado la invitación de la Presidencia a participar de los actos por la fecha patria programados para el 9 de Julio en San Miguel de Tucumán.

Con el visto bueno del papa Francisco, la Iglesia promovió desde enero la firma de acuerdos para adoptar políticas y acciones en materia social frente a necesidades y problemas que requieren atención inmediata, pero también estrategias de largo plazo.

Entre otros el Pacto de San Antonio de Padua, suscripto por intendentes bonaerenses, y el Pacto de San Francisco que rubricaron dirigentes políticos, sociales y gremiales de Santa Fe.

Empero el gesto de “amistad social” que más ruido provocó y sigue provocando es el acta firmada en la Casa Histórica de Tucumán, donde referentes políticos de doce partidos nacionales se comprometieron a luchar contra la corrupción y la impunidad, la pobreza y el narcotráfico, y generar empleo digno y cuidar el medio ambiente, entre otros puntos.

DyN.