El segundo nacimiento de Benito Quinquela Martín en Mar del Plata
Para el pintor, la ciudad tuvo vital importancia. Aquí se produjo su despegue definitivo. Y también su cambio de apellido.
Playa de Mar del Plata, una de las obras que Quinquela pintó en 1920.
por Gustavo Visciarelli
El 21 de marzo de 1890 alguien abandonó un bebé en la puerta del Hogar de Niños Expósitos de Buenos Aires. Se dice que entre sus prendas había medio pañuelo, pero nunca se cumplió la esperanza de que la madre apareciera algún día con la mitad restante como prueba.
También había una nota con el nombre del bebé: Benito Juan Martín. Las monjas dataron a ojo su nacimiento y, de tal manera, Benito cumplió años cada 1 de marzo hasta 1977.
En 1896 el niño fue adoptado por la entrerriana Justina Molina y por el genovés Manuel Chinchella, dueño de una carbonería de La Boca. La fusión de las dos identidades derivó en Benito Chinchella Martín.
De milagrosa autoformación en medio del duro trabajo portuario, en 1919 Chinchella Martín era un artista plástico de creciente fama que depertaba elogios y críticas.
En el verano de aquel año se apartó temporariamente de su Riachuelo e, instalado en La Perla, aprendió a pintar el océano.
Si bien padeció aquí una experiencia traumática (casi muere ahogado), nuestra ciudad supo compensarle aquel sinsabor. Con relación al incidente marítimo, Francisco Juan Molinari, quien fue su secretario por casi veinte años, escribió:
“Una tarde serena y tranquila la playa hervía de sol y de gente y el mar era verde como una laguna. Todos entraban y salían del agua tranquilamente, hasta que Quinquela se dispone a darse un baño de mar. Apenas avanzó unos pocos metros se formó una ola repentina y misteriosa que después de revolcarlo en el fondo lo arrojó violentamente fuera del mar. Aquello le costó tres días de cama y el consiguiente susto de morir ahogado, regresando por ese motivo inmediatamente a Buenos Aires”.
La compensación llegó el verano siguiente, cuando la Galería Witcomb invitó al joven pintor a exponer en su local de Mar del Plata, “la ciudad que le ofreció el espacio para su camino triunfal en el arte”, indicó Molinari.
Como si todo se hubiera confabulado para resolver el destino de “Chinchella”, en esos días la Justicia resolvió a su favor un trámite que había iniciado mucho tiempo antes para cambiar su apellido. ¿Motivos? Algunos dicen que los detractores del pintor, incluyendo al escritor Horacio Quiroga, lo apodaban “El Chinche”, pero Benito solía dar razones más elegantes. Y hasta bromeaba, porque los italianos que no lo conocían empezaron a llamarlo “Cincuela”.
Y los anteriores compradores de sus cuadros le reprochaban: “Ahora el Chinchella no me sirve para nada”.
Lo cierto es que aquel verano, en que también pintó numerosas obras inspiradas en nuestra playas, apareció por primera vez en las invitaciones, catálogos y cuadros de la exposición el nuevo nombre de aquel pintor de La Boca que también nació un poco en Mar del Plata.
– Adiós a Chinchella
Alguna vez, Benito Quinquela Martín explicó los motivos de su cambio de apellido:
“Cuando yo me llamaba Chinchella, era Chinchella para uno y Quinquela para otros. Para los italianos que lo pronunciaban bien, yo era Quinquela, pero para los argentinos y españoles yo era Chinchella, con todas sus letras con la doble che y la doble elle. Por otra parte yo tenía tres nombres propios: Benito Juan Martín. Me quedé con el Benito, suprimí el Juan y convertí el Martín en el segundo apellido”.
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