El sátiro del probador: se hacía pasar por gay para espiar y manosear a las clientas
El hombre simulaba vendedor gay que intentaba asesorar a las mujeres, como pretexto para espiarlas y en algunos casos filmarlas desnudas. Entre las damnificadas hay menores de edad.
El vendedor se hacía pasar por un hombre gay que intentaba asesorar a las clientes, para espiarlas mientras se cambiaban. A raíz de la denuncia de una joven, el hombre fue detenido.
Milagros, una chica de 22 años, fue el sábado a un local ubicado en la galería de Rivadavia y 9 de Julio, en Morón, donde solía comprarse ropa. Acompaña por su mamá, la joven estuvo aproximadamente una hora en la tienda, probándose remeras, jeans y vestidos. Antes de retirarse, el encargado del local, Jorge, insistió en que se probara un último vestido.
“La ropa que tenemos acá queda mucho mejor sin corpiño, haceme caso”, insistió el vendedor. Si bien Milagros no quería probarse más ropa, accedió a la insistencia de Jorge y se probó un último vestido.
Mientras la joven se estaba vistiendo con la prenda, el vendedor ingresó el vestidor y le bajó el vestido hasta la cintura, con el pretexto de ayudarla a ponérselo. “Mientras me intento tapar veo que tiene el celular en el bolsillo filmando contra el espejo. Me estaba filmando desnuda. En eso empiezo a gritar y sale del probador”, contó Milagros a en diálogo con C5N.
“Salgo descalza del local, mi mamá empieza preguntar qué pasó y Jorge dice que iba a llamar a la policía. Inmediatamente llamé yo, porque yo no había hecho nada malo”, aseguró la joven.
La policía se hizo presente en el local y detuvo al hombre por unas horas.
Cuando Milagros se presenta en la comisaría para hacer la denuncia toma conocimiento de que una chica vivió una situación similar en mayo de este año con el mismo hombre. “Ella hizo una denuncia en las redes sociales además de denunciarlo. Y sabemos de otras chicas a las que les pasó lo mismo pero son menores de edad”, agregó.
El hombre se mostraba como un vendedor atento y simulaba ser gay, para no generar que las clientas dudaran de sus intenciones. De esta manera, buscaba espiarlas e incluso filmarlas cuando se cambiaban, sin que ellas se enteraran.
Milagros relató que los dueños de la galería se solidarizaron con ella y hablaron con el dueño del local que lo alquilaba al agresor.”El dueño rescindió el contrato y ya lo cerraron”, contó.
“Nunca me había puesto a pensar cómo reaccionar ante una situación así. Creo que hice lo correcto. A mi me enseñaron que lo que sea que vos no hayas dado tu consentimiento está mal. Si no te gustó, si no dijiste que sí, entonces está mal”, explicó la joven.