El rugby de los presos en Batán que construye sueños de libertad
Detrás de cada interno que se suma al programa Cambio de Paso hay una historia, pero lo más importante no está en el pasado. En el presente para moldear el futuro.
Por Fernando del Rio
La regla flota en el aire rancio de la cárcel. Es inmaterial, impalpable, pero omnipresente. Emana de la mirada de cada uno de los casi cuarenta presos. El periodista debe conocerla si desea que todo salga bien, si aspira a que la incursión termine en nota. Debe saber que esa pregunta no se hace jamás. Además, a nadie importa si el forward es un asesino, si el apertura es ladrón de autos o si el medioscrum asaltaba a viejos indefensos.
Dentro de la cárcel de Batán hay un lugar llamado Area 2 con dos grandes módulos, el B1 y el B2. En uno está el grupo Oktubre, que son los 20 jugadores de rugby más adultos y en el otro los ingeniosamente bautizados Paka Paka, más jóvenes. A ellos se llega desde uno de los pasillos descascarados de la Unidad Penal N °15 del cual una puerta conecta primero con un pequeño patio que en el único pedazo de tierra alcanzada por el sol tiene un sembradío.
“Unos tomates para hacerlos crecer despacito”, dice Alejandra, la increíble asistente social que trabaja con los dos grupos y que tiene a mano un aviso: “Trabajé con mujeres detenidas pero prefiero mil veces a los hombres detenidos, tengo razones para sostener lo que digo”.
-Por acá primero, por supuesto –dice Mario y se ríe mientras señala el ingreso al mundo Oktubre.
El lugar es una rareza en Batán, porque no tiene celdas. Es un sector con divisiones en uno de sus lados que se transforman en cuartos para cada uno de los presos. Hace de puerta, es decir, cubre el ingreso a las pequeñas habitaciones, una manta azul con dobladillo blanco. En su interior está la vida de los Oktubre, internos de Batán con mejores índices de conducta y de resociabilización que participan del programa “Cambio de paso”.
Oktupak
El nombre Oktubre obedece a dos razones: el proyecto se inició en el mes de octubre de 2009; de ese detalle a la resignificación reemplazando con la letra “K” a la “C” en tributo al disco de los Redondos cuyo arte muestra a un hombre zombie sosteniendo unas cadenas.
-Somos los más grandes y aconsejamos. El rugby es un deporte de contacto, donde uno se pasa de la raya se lo hacemos saber y lo entiende-, agrega Mario e invita a continuar la charla en el B2, con “los Paka”.
El Módulo 2 reúne a los jóvenes menores de 26 años y se hacen llamar “Paka Paka”, en alusión al canal de contenidos infantiles. La medialuna se forma con todos ya mezclados, algunos de Oktubre y otros de Paka Paka. “Así jugamos como Oktupak, juntos, cuando ellos necesitan un poco de velocidad y oxígeno”, dice Brian y despierta la risa de muchos. “La verdad, lo primero que me dio el rugby fue poder compenetrarme en algo y organizarme una rutina diaria. El principio es ambulatorio y después el equipo decide si te quedás o no. Se entrena y cada salida a jugar es un logro. Yo me olvido que estoy preso. Te brinda posibilidades y no pensás en drogarte o delinquir”, agrega ya más serio.
El sistema de admisión es tal cual lo describe Brian. Los internos que muestran voluntad de entrar en el programa deben cumplir requisitos de conducta muy rigurosos y al cabo de una prueba que puede extenderse por tres meses -se evalúa la adaptación a la nueva forma de vida, la auto regulación, la convivencia, etcétera- el candidato se puede sumar.
Entonces, una vez dentro del programa, vivirá casi en un estado de “concentración deportiva”, con régimen de entrenamiento de lunes a viernes, con sus compañeros de equipo viviendo en el mismo sitio, pero sin desatender las obligaciones de estudio y otras actividades del penal. Y si alguien incumple, se va.
A Lucas le sucedió eso de no hacer las cosas bien. “Hace 1 año que volví, después de haber tenido que abandonar el programa por algunos errores. Yo creo que dentro de la cárcel es difícil la amistad, pero en el equipo los valores de compañerismo, de tener metas, de ayudar al otro están”.
O Ezequiel, que se encarga de aclarar por qué se llevan bien. “El rugby es un deporte de contacto, mucho contacto, y acá en Batán se juega fuerte. Somos rudos. Pero las reglas están claras y nosotros mismos nos controlamos en los entrenamientos. Si hay un roce, 5 minutos afuera. El rugby tiene valores y a nosotros nos ayuda en muchas cosas. A mí a controlar impulsos”.
La competencia
Aunque el proyecto inicial y el esfuerzo para convencer a todos de que esto servía pertenece al juez Esteban Viñas y el dirigente Carlos López Silva, en la actualidad los encargados del equipo desde lo deportivo y la competencia son Juan Manuel “Toro” Aiello y Tao Pierangell.
“Son el mejor equipo de rugby intercarcelario, no hay dudas. Juegan con criterio, a veces se complica desplegarlo en partidos porque si es afuera se nos puede caer algún jugador porque no se consiguen los permisos para salir, por ejemplo”, remarca Pierangell.
Hay un rumor por allí que dice que no son los mejores. Ese rumor proviene de la Unidad N°48 de San Martín. Esa es la casa de “Los Espartanos”, un equipo con “buena prensa”.
Diego, Ian -el más joven con 20 años-, Nahuel, Brian, Mario aceptan la idea del desafío porque se saben superiores. “¿Le podemos decir por medio de la nota que los desafiamos cuando quieran a jugar, seven, de 15, en cancha de ellos, como sea… Porque la última vez que le ganamos dijeron que había sido porque el viaje los cansó. Nosotros hemos viajado muchas veces, tomado un té con pan arriba del micro, jugado, ganado y regresado”, dice alguien y todos celebran hasta la rima.
Los internos del programa “Cambio de Paso” junto al juez Gómez Urso.
Es probable que se encuentren en el estadio Unico de La Plata si es que Oktupak supera el cuadrangular de seven de hoy, 26 de octubre, que se juega en Batán.
En el Módulo B1 y en el B2 también hay pesas “tumberas”, hay bolsas de boxeo, hay peso hecho con baldes cargados de cemento. Hay camisetas, algunos botines que no alcanzan para todos, y hay una vitrina con un trofeo. Pero en ganar no va todo. El programa “Cambio de Paso” permite que haya otros triunfos, el de la recuperación y el de la devolución. “El otro día tuvimos que entregar una silla de ruedas que hicimos acá, para una persona de afuera. Eso me hizo creer que estoy devolviendo algo para compensar lo que hice mal antes”, dice Brian, que se autotitula utilero oficial también, y en su frase se puede percibir mucho más que una satisfacción personal. Parece ser una meta de muchos.
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